Desde mi córner
  • Los goles al principio de cada fase le dieron a los de Pellegrini una victoria muy cómoda

El Betis, fiel a su costumbre en la Tacita

COMO el que lava, sin despeinarse, el Betis siguió su costumbre de ganar en Carranza y en esta ocasión lo consiguió con menos trabajo de lo habitual. El gol de Willian José cuando aún no se había roto a sudar encarriló la noche y a partir de ahí sólo se puede hablar de un equipo en cancha. Y como ese buen principio se corrigió y aumentó tras el intermedio, la noche fue de lo más plácida para un Betis muy sólido a pesar de las adversidades.

Como había anunciado en la víspera, Pellegrini situó a Fekir en su sitio de antaño, justamente el que dejaba vacío Isco. Y con ese buen contrafuerte que forman Roca y Cardoso, el mago francés recordaba en muchas fases del juego al que era antes de aquella desgracia de hace un año en Elche. Estábamos ante un Betis solvente que maniataba al entusiasta Cádiz mediante un soliloquio basado en tener el balón durante más tiempo que el enemigo.

Y cuando por lo que fuera era el equipo local el que parecía controlar el juego, todo se trataba de un espejismo. Como punto negativo hay que resaltar que el dominio de la situación no se reflejaba en trabajo para Ledesma. Luego todo lo del primer tiempo se agrandaría y el golazo de Fornals iba a darle la puntilla al partido. A partir de ahí y con el sistema nervioso del Cádiz disparatado, todo fue cuestión de ir quemando minutos para concretar un triunfo importantísimo.

Es una buena señal la sensación de solidez del sistema defensivo, magnífica nueva que Fekir se parezca a sí mismo, grandísima noticia ver cómo es Johnny Cardoso y estupendo que Willian José se haya reencontrado con su obligación de hacer gol. Triunfo meritorio en un campo que suele dársele bien al equipo bético, que queda un partido menos para el retorno de Isco y que el equipo vuelve a dejar sus cartas credenciales, esas que parecían, empate a empate, un tanto diluidas.

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