La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La política de cintura para abajo

Hace falta gente seria en política, no tanto aficionado a los juegos de tronos y a la última fila de autobús

Demasiadas veces hay que morderse la lengua para no explicar las verdaderas razones de ciertas decisiones políticas. Estilo se llama. Criterio también. Es de dudoso gusto entrar en los asuntos que afectan o benefician, según se mire, de la cintura hacia abajo. Ocurre que más veces de la cuenta guardan relación con asuntos de interés público, publicado... y hasta grabado. Todos saben, todos callan. Es lo que impera cuando se pregunta la razón de la confección de una lista electoral, la adjudicación de tal concurso (previamente diseñado a la carta), la asignación de un puesto y hasta las maniobras para destruir al rival. Ya se sabe que hay algo que no tiene enmienda, que las mismas razones vinculadas a la debilidad humana que aparecen citadas en la Historia Antigua para explicar enfrentamientos, desavenencias y guerras, siguen estando vigentes hoy, tantos siglos después, aunque los hechos tengan una traslación muy distinta en la práctica. Es como el delito de rebelión, que hace treinta años se producía de una manera y hoy de otra. Hay gobiernos con un anclaje sólido en las urnas que terminan derribados por los hábitos de los viernes por la tarde. No hay cosa peor que un cofrade con la tarde libre o que ciertos políticos liberados de carga a partir de las tres de la tarde. Hay gobiernos menos fuertes, diezmados, que se mantienen por el afán de sus componentes. Acaso será lo que decía aquel genio del fútbol: con diez se juega mejor. Últimamente oímos y leemos demasiada información vinculada a clubes de alterne tanto por una como por otra acera, demasiada sobre parientes de altos cargos, demasiada sobre dossieres... Mientras, el recibo de la luz sigue provocando espantos. En el fondo queda la gran duda de a qué se han dedicado ciertos personajes cuando ocuparon el poder. Hay demasiado ruido sobre ciertos períodos, demasiado juego de tronos, demasiada frivolidad, demasiada cintura para abajo... La política de hoy está necesitada de seriedad, falta gente a la que sólo le importe dejar una ciudad, una región o una nación mejor de lo que se la encontró. Se trata sencillamente de eso. Nada más. Tanta cintura para abajo, tanta guerra interna, tanto cónyuge entrometido y tanto aficionado al acoso y derribo, dejan en evidencia una política de adolescente, de gente que se sienta en la última fila del autobús, de dirigentes poco serios. Tal vez sea simplemente que la historia no se repite, la historia es la misma. En la Edad Antigua, al menos, no existía el recibo de la luz. Ni el Congreso. Los leones (y leonas) sí mordían tela. El circo sigue como espectáculo.

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