La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Crónica Personal
SE preguntaba Mariano Rajoy quién mandaba en Cataluña, y la respuesta no es fácil, se comprenden las dudas del presidente. El que debe mandar es el presidente de la Generalitat, que además es el representante del Estado en esa comunidad, lo que parece olvidar cuando abomina del Estado y permite que sus socios pongan en cuestión la legitimidad de la Corona. Pero al que se le ve más influyente y con más capacidad de decisión es a Oriol Junqueras. Es decir, que aparentemente manda más que un Artur Mas al que últimamente se ve indeciso, cambiante, agobiado y dubitativo. Desbordado por los acontecimientos.
Cualquiera que siga el día a día de la política catalana observa que los anuncios del presidente de la Generalitat no se cumplen aunque convoque constantes reuniones con los partidos soberanistas. Cuando intenta tomar una iniciativa que se aparta mínimamente de la línea independentista Junqueras le obliga a retomarla y, a menos de un mes del 9 de noviembre, ha dejado pasar los plazos marcados para que la consulta se pueda poner en marcha. No se ha publicado el censo, los ayuntamientos no han enviado los suyos a la Junta Electoral, no se ha dado el visto bueno para fabricar las urnas y tampoco se ha hecho la lista de los colegios electorales y se ha enviado a esos colegios las instrucciones que deben seguir el 9 de noviembre para que los ciudadanos acudan a votar con todas las garantías.
Mas, que anunció por activa y por pasiva que si no podía celebrar el referéndum convocaría elecciones plebiscitarias, sigue cruzado de brazos. La razón es simple: Junqueras no quiere listas conjuntas ERC-CiU porque en su estrategia de futuro es fundamental que se mantenga la identidad de su formación sin "contaminar"; y además podría ocurrir que, de llegar a un acuerdo con una CiU debilitada, no se alcanzara el resultado apetecido, la mayoría absoluta. Porque Junqueras mejor que nadie sabe que el independentismo es creciente, pero que un sector importante de votantes de CiU se sienten profundamente nacionalistas y quieren ser consultados, pero eso no significa que sean independentistas.
Mas manda menos de lo que le gustaría y, lo que es peor, empieza a ser cuestionado como jamás pensó que lo sería. Se ha concretado el divorcio con Duran Lleida, los movimientos que encauzan a quienes se sienten catalanes y españoles adquieren cada día más protagonismo y a sus actos acuden millares de personas sin complejo.
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