La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El PP asume riesgos aquí y allí...

La transversalidad suma a gente de fuera del partido en tal número que fastidia a los que llevan años dentro Dos dimisiones destapan el descontento en el PP de Sevilla

Moreno y Feijóo

Moreno y Feijóo

Se trata de que gente muy distinta se puedan sentir a gusto el día de las votaciones con la papeleta del mismo partido. Así explica un importante dirigente del PP el significado de la transversalidad, el concepto de moda. Que haya defensores de la vida que comprendan la eutanasia y una ley del aborto basada en plazos. Que haya partidarios de un concepto compacto de unidad nacional que entiendan que hay que contentar a los nacionalismos históricos. ¿Cómo se consigue? Desideologizando el programa electoral. Se sacrifican los principios básicos para captar votantes descontentos con el PSOE y con Vox, nostálgicos del andalucismo y, por qué no, amigos de la novelería. Los apóstoles de la transversalidad tienen claro que ningún votante asume el cien por cien del ideario de un partido. Invitan a todos a la casa común, pero algunos de los que están dentro pueden fruncir el ceño, tirar aposta una copa o pegar la espantá si les obligan a cenar con quienes no han elegido como compañeros de mesa.

Hasta la propia Iglesia Católica afirma que no hay un solo partido que asuma sus postulados, por lo que habitualmente insta a votar en conciencia. Cuando un partido apuesta tácticamente por la transversalidad corre el serio riesgo no sólo de provocar el descontento entre sus más acérrimos seguidores, sino de convertirse en una plataforma electoral que se mueve únicamente en clave de urna, a golpe de tracking y que se guía por un César, como de hecho son los dos principales partidos en Estados Unidos. La transversalidad debe ser natural o, cuando menos, no tan descaradamente forzada. Muchas veces la transversalidad es el disfraz de la impostura, la neomoderación es el traje con el que se reviste una soberbia calculadamente oculta, y la equidistancia es el burladero donde protegerse del riesgo de cornada si uno se pronuncia sobre un asunto espinoso. Los promotores de la transversalidad defienden que las mayorías absolutas sólo se logran con el apoyo de votantes no afines. Cierto. Pero en coyunturas de fuerte descontento con los partidos rivales y, he aquí la clave, sin cabrear a los propios.

El PP asume riesgos en el ámbito nacional (apoyo repentino a la ley del aborto de Zapatero) y en Andalucía (absorción de Ciudadanos mediante la colocación de sus antiguos cargos y una muy intensa y repentina apuesta por el andalucismo). El tiempo dirá si el electorado se cree las apuestas en uno y otro ámbito. De momento Moreno (“Llamadme Juanma”) sigue de moda y exhibirá sonrisa Floid en los juegos florales del 28-F. Y Feijóo trata de exprimir la crisis del Gobierno de Sánchez y sus socios zascandiles. El PP asume riesgos “aquí y allí”, que diría Rajoy cuando estaba en Madrid y hablaba sobre Andalucía...

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