La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Sevilla fina en la caja de Sánchez-Dalp
Hay expresiones que se fijan en la mente, el tiempo las sacraliza, se olvidan sus turbios orígenes y acaban ungidas como verdades inapelables. "Derechos históricos" es una de esas manidas expresiones que se ha llegado a aceptar con resignación, como si en ella residiera la clave misteriosa de los santos privilegios, de trato diferente, que reciben ciertas regiones españolas. Dado que esos derechos los ha consagrado la historia, se deduce que deben ser cuestiones de mucho peso. Y pocas veces se indaga y reflexiona más sobre un asunto que parece ya zanjado. Se admite, por tanto, que, en cualquier mesa de negociación política, el recurso al pasado pueda ser un argumento de autoridad que conceda beneficios y derechos. Tal como si las revoluciones liberales no hubieran existido.
Pero ante unos planteamientos que rehúyen situar en un primer plano la solidaridad ciudadana, la falta no está sólo del lado de los que han buscado, a través de casi dos siglos, imponer su causa, también recae en los que han acabado asumiéndolos como si se tratara de prerrogativas ineludibles. En la mayoría de los casos por ignorancia de los muy egoístas motivos que fundaron esos "derechos históricos." Por fortuna, en estos momentos en los que, de nuevo, esta discusión vuelve a centrar la política española, se edita un documentado libro que permite, desde una perspectiva andaluza, desvelar los materialistas resortes económicos que incubaron aquellos fueros y privilegios. El profesor Diego Caro Cancela, de la Universidad de Cádiz, con larga y apreciable trayectoria como investigador, y oportuna intuición de su necesidad, ha publicado Parlamento y política en la Sevilla del siglo XIX. Manuel Sánchez Silva frente al proteccionismo catalán y los fueros vascos (Diputación de Sevilla). Siguiendo las huellas políticas del diputado andaluz del partido progresista, Sánchez Silva, desde 1841 hasta 1881, Caro Cancela, con todo el rigor que le han proporcionado fuentes de primera mano, descubre las maniobras bien planificadas de políticos catalanes y vascos para proteger sus industrias de las importaciones, aunque ello afectase negativamente a otras regiones. Resulta ilustrativo comprobar con datos como aquellos gobiernos de Madrid consolidaron de manera deliberada favoritismos y privilegios, ahora ya convertidos en derechos. Conviene, pues, recordar, aunque no se pretenda basar la política de hoy en ajuste de cuentas con el pasado. Dadas las circunstancias, este libro debería ser lectura obligada en Andalucía.
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