Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Fragmentos
En la antigua Estación de Cádiz se ha inaugurado un mercado. Y están avanzadas las obras del aparcamiento en la plaza delantera. Parece que pasada la línea de vierteaguas de la corporación municipal, empiezan a verse algunas realidades. Bienvenidas sean. Han pasado dieciocho años desde que se cerró el edificio del Mercado de la Puerta de la Carne y se trasladaron los placeros a la antigua Estación de Cádiz. Por poco no hemos llegado a los veinte años que tardamos en Sevilla habitualmente en resolver los asuntos. Y de manera simbólica, creo, la nueva instalación, que ocupa el vestíbulo de la antigua estación de ferrocarril, ha sido rotulada con el nombre de Mercado de la Puerta de la Carne. Aunque no soy muy partidario de que se cambie la toponimia de Sevilla, en esta ocasión entiendo la justicia poética que evoca el nombre. Para los que hemos viajado en los trenes que llevaban a las playas de Cádiz en esa estación, nos reconforta que el noble edificio tenga uso, se conserve y ayude a entender la historia de Sevilla. Y además en el espacio de la marquesina que albergaba los andenes se trabaja para una nueva instalación pública. Mejor que mejor.
Hace unos pocos días visité el mercado. No es muy grande, pero suficiente. Y puede ir a más si las ventas lo respaldan. Parece que a los nuevos públicos de San Bernardo y la Enramadilla se unen los vecinos de las calles del entorno de la Puerta de la Carne. Y con unas pocas mejoras de uso, como wi-fi abierto para los clientes de puestos y bares, una página web que muestre toda la oferta, horarios adaptados a la realidad de los compradores actuales y servicios complementarios, todo puede ir viento en popa. Los mercados tradicionales de todo el mundo han evolucionado hacia fórmulas más adecuadas a los nuevos tiempos y los nuevos hábitos de compra, sin dejar de llamarse mercados, ni añadir palabras o adjetivos. En ellos encontramos la verdadera ciudad. Claro que han cambiado, ampliando horarios para adaptarse a los compradores que salen de trabajar después de las cinco de la tarde, facilitando toda clase de envíos a domicilio, incluidos a los turistas y visitantes de otras ciudades. Y por supuesto permitiendo tomar algo, desde los tradicionales desayunos hasta un aperitivo o algo más. Son lugares que, sin dejar de ser mercados donde comprar los alimentos para la comida de las familias, son atractivos y respetuosos con los edificios que los albergan y sobre todo con el público.
En Sevilla los mercados tradicionales están dando muestras de vitalidad. Me gusta cómo han evolucionado el de la calle Feria y el de Triana. Y este recién abierto, cerca del Prado, de los Jardines de Murillo, de la Buhaira y de los barrios ya mencionados, tiene todo a su favor, a poco que el entorno y los comerciantes respondan. La oferta gastronómica, por ejemplo, en las calles inmediatas es de primera línea. Me gusta que al hablar de nuevos mercados en Sevilla suenen nombres de arraigo como Triana, Feria y Puerta de la Carne. Todavía podemos dar una vuelta a Sevilla y ponerla al día sin que se desvirtúe.
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