La senda de la esencia, la voz de los pájaros

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El poeta, editor y librero Javier Sánchez Menéndez presenta esta tarde en la Biblioteca Infanta Elena su nueva obra, 'De cuna y sepultura'

El escritor gaditano Javier Sánchez Menéndez, en la librería que regenta en el sevillano barrio de San Bernardo, La isla de Siltolá.
El escritor gaditano Javier Sánchez Menéndez, en la librería que regenta en el sevillano barrio de San Bernardo, La isla de Siltolá. / Juan Carlos Muñoz
B. Ortiz

12 de junio 2018 - 08:28

"Todos los versos que un poeta escribe en su vida se limitan a dos. Uno de agradecimiento, otro de cortesía", anota Javier Sánchez Menéndez en uno de los fragmentos de De cuna y sepultura, su nueva obra. "De los dos versos que escribes mana toda tu producción. Fluida, generosa, escasa o tal vez incompleta. Pero en ellos se establece la esencia, la disconformidad con el mundo y su entorno", continúa el poeta (Puerto Real, 1964) en el sexto libro de su proyecto Fábula, que ahora edita el sello El Gallo de Oro y que presenta hoy en Sevilla, a las 19:30 en la Biblioteca Infanta Elena, donde estará acompañado por la profesora y escritora Ana Pérez Vega.

Disconformidady esencia serían dos términos ajustados para describir a un autor que a lo largo de una producción personalísima se ha mantenido fiel a sí mismo y no ha tenido miedo de adentrarse en territorios ignotos. "El poeta es un apóstol, un propagador del misterio", apunta en un texto titulado El esclarecimiento, donde asegura que ese esclarecimiento "es nuestra voluntad". Así articula un discurso tan emocionante y atravesado de hondura como enigmático y contrario a los subrayados. En otro fragmento, Sánchez Menéndez sentenciará: "Los poetas que manifiestan sus intenciones aburren a Barrie. Un poeta es un sueño".

En esa suerte de apostolado, en el que a través del verbo busca ese alumbramiento -"la palabra, no olvides la palabra. La única, la auténtica. La que está escrita con la ciencia del alma"-, la poesía se concibe como un estado que trasciende su época y es "tiempo permanente. (...) Lo universal, eterno y cósmico nunca será entretenimiento", asegura Sánchez Menéndez. La poesía, insiste el creador, "no es una ley, es la ley. Un complejo sin tiempo, verdadero e inmortal". La lámpara con la que el hombre se pregunta: "Nadie pide nacer y somos parte de una humanidad enigmática. Árboles, nubes, pájaros, sombras y misterio. ¿Hay algo más allá?", se cuestiona Sánchez Menéndez en otra pieza de título revelador, Lo desconocido. En De cuna y sepultura las reflexiones sobre el verso lo reivindican como "un santuario interior, que decía Novalis, el único posible, la cuenca de la vida eterna, ese camino misterioso que viaja al centro".

La escritura debe dar la espalda a la mera persecución de la belleza si no aspira a la autenticidad de la naturaleza. "Los pájaros, el bosque, las hortensias nunca hablarán en falso", proclama el escritor. En uno de los momentos más conmovedores del libro, la voz del poeta dialoga con un pájaro que "renegó de su especie cuando recibía clases de sonidos armónicos". Ese interlocutor no manifiesta interés en versos que posean una "muy buena construcción" y "una ejecución correcta". "El pinzón no atiende, necesita el zarpazo, el golpe que nos deja sin aliento (...). Cuando al pinzón, gorrión o a esa ave le recito a Eliot, viene la pausa. Es listo el renegado".

En este conjunto de poemas en prosa, Sánchez Menéndez reclama su independencia. "Hay una niña gritando a las puertas del laberinto, en el centro de este jardín luminoso (...). Es la mediocridad. Un país repleto de escritores de poco mérito. Ellos son los que auguran, los que sostienen el tronco de la encina más grande. Pero son ramas secas". En De cuna y sepultura, el escritor expresa su admiración por maestros atemporales que no responden a los caprichos de la moda. "No sé si llegaré a entender alguna vez las obras de esos que denominan grandes. ¿Hace falta? Con Novalis, con Rilke, con Eliot, Pound, Juan Ramón y con Parra, tengo intereses personales hasta el día de mi muerte".

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