"La práctica pictórica es el resultado de todo lo que te echas en la mochila"

GLORIA MARTÍN. ARTISTA

Pintora, investigadora y docente, expone en Tarragona y Sevilla dos proyectos que cuestionan el carácter sagrado de la obra de arte y reivindican el estatus social del artista

Gloria Martín (Alcalá de Guadaíra, 1980), ante el bodegón de mármoles con biombo que exhibe en Birimbao.
Gloria Martín (Alcalá de Guadaíra, 1980), ante el bodegón de mármoles con biombo que exhibe en Birimbao. / Juan Carlos Muñoz
Charo Ramos

13 de abril 2017 - 09:44

Sevilla/Entre las artistas más interesantes de la escena andaluza nacidas en los 80 destaca por su talento pictórico y la coherencia de sus investigaciones Gloria Martín (Alcalá de Guadaíra, 1980), quien protagoniza esta primavera dos individuales en España. La última en inaugurarse ha sido Oro, en la galería Silvestre de Tarragona, donde retoma algunas ideas sobre el concepto museístico y el patrimonio artístico que están muy presentes en la muestra Bien de interés cultural que acoge hasta el 18 de este mes la galería sevillana Birimbao. En ambas, sigue explorando una línea de trabajo que abordó en su aplaudido proyecto para la colectiva¿Qué sienten, qué piensan los artistas andaluces de ahora? del CAAC: el carácter instalativo de su pintura, su empeño por relacionar el espacio pictórico con el expositivo a través del trampantojo.

-¿Qué propone en esa nueva reunión de obras titulada Oro?

-La Galería Silvestre tiene dos sedes: en la de Madrid ya presenté Cerámica Pintada, donde reflexionaba sobre la técnica ancestral de la cerámica. Ahora, en su espacio de Tarragona y hasta el 11 de mayo, Oro me permite poner el foco en el patrimonio como símbolo de la representación colectiva; allí reflexiono sobre lo sagrado del material y del arte a través de cuadros en los que se representan objetos arqueológicos junto a piezas artísticas de distintas épocas cuyo nexo común es el material empleado.

-¿Qué le ofrece el Tesoro del Carambolo a su investigación sobre el patrimonio cultural, tema de sus trabajos de postgrado y su obra plástica más reciente?

-Me acerqué al Tesoro del Carambolo porque la réplica y la arqueología son temas que me interesan desde hace tiempo y porque aquí la copia -que es la que se exhibe, pues el original se guarda en la cámara acorazada de un banco- es tan importante como el original. El Carambolo, además, se ha convertido en mucho más que un tesoro: es un símbolo de la identidad autonómica andaluza que se usa de tira y afloja constante entre las administraciones. El Carambolo se halló casualmente en 1958 durante una reforma en el edificio de Tiro del Pichón en Camas y las posteriores excavaciones de Mata Carriazo coinciden con el momento en que se están fundando las autonomías y el tesoro se ha acabado vinculando a esa historia. Como objeto, además, tiene que ver con lo religioso, pues las piezas que lo componen servían de exorno a un dignatario o, según las teorías más recientes, se usaban en el adorno de toros sagrados. Interpretaciones que me permiten reflexionar sobre el hipnótico poder de atracción de estos motivos e ídolos cilíndricos. Yo no invento cosas. Yo busco y represento.

-Junto al rigor formal y conceptual, la ironía es una característica de su obra que en la muestra de Birimbao inspira incluso el título: 'Bien de interés cultural'.

-Pensar en la protección del Carambolo como Bien de Interés Cultural (BIC) me llevó inmediatamente a reflexionar sobre la desprotección del artista en la sociedad actual. Creo que nuestro trabajo debería estar protegido por una figura jurídica, ser reconocido socialmente; me preocupa el estatus del artista y soy militante de la Unión de Artistas Visuales de Andalucía (UAVA). El Carambolo tiene un estatuto jurídico pero a su alrededor hay todo un misterio porque no se expone habitualmente: es un trofeo que pertenece al Ayuntamiento de Sevilla pero que conserva la Junta de Andalucía en el Museo Arqueológico, que es propiedad del Estado. Y ese tira y afloja de las administraciones en torno al tesoro, su custodia y exhibición, para mí es una metáfora de cómo está la situación cultural aquí, en Andalucía.

-¿Qué le ofrece el trampantojo para integrar estas reflexiones en su práctica pictórica?

-Me interesaba pintar un cuadro-objeto, hacer pintura instalativa en la línea de lo que acababa de realizar en el CAAC, donde salía del cuadro y daba un paso más, recreando ese espacio de sus almacenes donde se aloja parte de la colección permanente. El trampantojo explica la obra principal de la muestra de Birimbao, referida a la vitrina donde se expone la réplica del Carambolo, y anticipa la pintura instalativa de los libros-objeto que la acompañan en un anaquel y con los cuales, por otro lado, ironizo sobre el exceso de documentación, fotocopias y archivo en la práctica artística actual.

-Su primera individual en Birimbao, El traslado de la imagen, fue muy elogiada y acercó al gran público sus investigaciones sobre la trastienda de los museos y el traslado de las obras del Louvre y el Prado en tiempos de guerra.

-Me interesa el museo -su significado, historia, contexto- como tema de la pintura y de la obra de arte. Empecé a materializar esa inquietud en trabajos sobre exposiciones en proceso de montaje, una línea a la que remite, ahora en Birimbao, esa obra donde se ve la mano de la consejera de Cultura Rosa Aguilar con una chaqueta roja y señalando una radiografía de la Inmaculada de Murillo que robaron los franceses de los Venerables. Me gusta hablar del arte desde la parte de atrás, mostrar su envés, lo que ocurre entre bambalinas. Mi concepción de la pintura y la representación debe mucho a mi admiración por dos artistas belgas: René Magritte y Marcel Broodthaers, de quien tomo la concepción del museo como propia obra de arte. Esa línea de trabajo recibió un fuerte impulso gracias a la beca Sevilla es Talento del Ayuntamiento y la Fundación Madariaga, que me permitió una estancia de un año en Bruselas, donde trabajé sobre el tema de la copia de la copia a partir del Descendimiento de Pedro de Campaña que atesora la Catedral de Sevilla y que, en el siglo XIX, copió para el Museo de Bruselas el belga Constantin Meunier, un artista muy vinculado al movimiento obrero. Ahora precisamente acabo de presentar en el Instituto Real de Patrimonio Artístico de Bruselas un proyecto titulado Réplica en torno a esas indagaciones. La beca también me permitió trabajar en el taller de moldes y reproducciones dependiente del Museo de Arte e Historia de Bélgica. Sus muchísimas estanterías llenas de vaciados de escayola me permitieron avanzar en el tema de la réplica y el trampantojo. Los resultados los expuse en el Colegio de España en París y, sobre todo, en enero de 2015 en la muestra del CAS Taller de moldes.

-Además de las series dedicadas al Carambolo y a otras piezas arqueológicas europeas, en Birimbao incluye obras inspiradas por las artes decorativas.

-Una parte de mi trabajo tiene que ver también con el tema del coleccionismo y los anticuarios, con el bodegón, un género que yo entiendo como un pequeño comisariado en sí mismo. Aquí presento un muestrario de ágatas que vi en el Museo Arqueológico Nacional y me impresionó por sus distintas calidades, casi abstractas. La práctica pictórica es el resultado de todo lo que te echas en la mochila. He vuelto a España para ser docente de Escuelas de Arte y este gran bodegón de mármoles con biombo que muestro en Birimbao surge precisamente de un taller de policromía que impartí en Almería y donde la lección principal era la imitación del mármol.

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