Poesía flamenca de autor
Flamenco
Reeditado el libro 'Cante hondo', monográfico dedicado por Manuel Machado a la copla flamenca, algunas de cuyas composiciones pasan hoy por populares
Manuel Machado. Reedición de la segunda edición de 1916. Basur, 176 pp.
Lo cierto es que toda la poesía flamenca tiene su autor y, de la mayoría de los temas que hoy figuran como populares, podemos arriesgarnos a señalar cuál es su creador. Habitualmente, es el mismo que el que compuso la música: aunque hoy pasen por populares, los versos de los cantes de Chacón, La Trini, El Mellizo, y la mayoría de cantaores decimonónicos, hemos de atribuírselos a los propios intérpretes. La poesía flamenca ha estado poco considerada incluso en el ámbito flamenco, de ahí que hayan pasado a la posteridad, éstos y otros creadores, como autores de unas melodías por malagueñas, cartageneras o soleares. Y, si bien es cierto que en muchos casos trabajaban con coplas populares que adaptaban a su cante, también ocurre algo parecido con sus músicas: en muchas ocasiones partían de un fandango o de una tonada considerada en aquel momento popular. Pero lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones, como ocurría con las coplas, lo hacían para llevar esta música a otra dimensión artística.
Por otro lado, autores más o menos académicos o "cultos" interesados, como creadores, en la copla flamenca, los ha habido desde el romanticismo. Es decir, desde los mismos orígenes de lo jondo: Bécquer o Augusto Ferrán, con más o menos éxito y trascendencia, compusieron coplas flamencas de autor antes que Manuel Machado. Y, después de éste, lo hicieron Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Alberti, Miguel Hernández, Fernando Villalón, Luis Rosales, Ricardo Molina, Rafael Montesinos, Manuel Alcántara, Caballero Bonald, Félix Grande, etc., por citar sólo a algunos de los más conocidos. ¿Pueden creer que hasta el mismo Jorge Luis Borges, influido sin duda por esta obra de Manuel Machado, incluye una serie de soleares en su primer poemario, Luna de enfrente? Eso sí, jamás reimprimiría estos versos, ni en sus obras completas convenientemente expurgadas.
La cumbre de esta tendencia es, no obstante, el presente libro de Manuel Machado. Fue el más moderno: modernista. Y por ende el más flamenco. Es curioso, sin embargo, que los flamencos se hayan olvidado de él: Morente ha sido el único en atreverse con su poesía no flamenca, el Yo poeta decadente o La pena por tangos. Los flamencos se han acordado de Lorca, de su hermano Antonio, de Juan Ramón, Hernández o de Bécquer. Y, aunque todos ellos escribieron coplas flamencas, ninguno le dedicó un libro completo al cante, como éste que nos ocupa hoy. Nacido en el número 20 de la calle San Pedro Mártir de Sevilla en 1874, hace unas semanas celebramos el 53º aniversario de su muerte en Madrid.
De casta le venía al galgo, dada la labor de su padre como recopilador (y crítico) de la literatura flamenca. Manuel se abrió, como ningún otro poeta hispano, a la letra flamenca, sin paternalismos ni folclorismos. Este libro se compone de seguidillas y seguiriyas, soleares, alegrías, tonás, livianas, serranas, polos, cañas, malagueñas ... Es decir, Machado asume con toda naturalidad la métrica flamenca. El libro se abre con dos glosas líricas, una a La copla andaluza en forma de seguiriya, y otra al Cante hondo, en forma de cuartetas. La estética literaria flamenca de Machado es una prolongación de su propia estética: "del placer, que irrita, del amor, que ciega" respecto a la copla, del "saber sufrir, amar, morirse y aborrecer" del cante. En la ristra de soleares hay al menos ocho coplas que han pasado con toda naturalidad al repertorio flamenco sin que sus intérpretes tengan conciencia de su autoría. De ahí que se permitan la libertad de introducir alguna modificación en los tercios. En otros casos, como en el capítulo de Malagueñas vemos que algunas coplas han pasado a ser populares por otros estilos, así "la naranja y el azahar", popularizada por Morente por tangos, o el propio Paco de Lucía y sus Cositas buenas que procede de este libro, aunque tal vez ni el propio Paco de Lucía lo sepa, puesto que no lo acredita. También está lo de "los siete sabios" que se suele hacer por soleá o a ritmo del polo. Del capítulo Soleariyas anotamos una letra "Ay, perdonadme por Dios" cantada por Morente en algún recital, aunque aún no la ha registrado en disco. De La ausencia también anotamos un fragmento cantado por Morente en el disco Niño Josele, del tocaor almeriense. De las Tonás y livianas, Camarón usó una de las coplas en la introducción de la bulería Na es eterno, de nuevo sin acreditar. Así se cumple el pronóstico que cierra la obra "Copla de mis amores,/ (...) lejos volarás/ y en labios de cualquiera/ de mí te olvidarás".
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