Una Historia plena de ingenio
El Museo de la Autonomía celebra la pujanza del humor gráfico andaluz en una exposición que recorre los últimos tres siglos a través de la mirada mordaz de diez creadores sobrados de talento
Sevilla/El humor gráfico ocupa un lugar de especial relevancia en la historia del periodismo en Andalucía. Y entre sus pioneros, destaca el nombre de Luis Mariani Jiménez, sevillano de origen italiano (nació entre 1835 y 1840) que a través de su publicación El Tío Clarín, que vio la luz en 1864, introdujo la historieta en la prensa ibérica. La figura polifacética de Mariani, que fue además de dibujante y caricaturista un animoso editor, impresor y director, atrae cada vez con más fuerza al mundo académico, como prueba la tesis doctoral defendida a principios del año pasado por Mª Eugenia Gutiérrez Jiménez, titulada Del romance vulgar a la prensa de masas. El dibujo satírico en la prensa sevillana. Los modos de ver de El Tío Clarín (1864-1871). Mariani también resurge de las sombras para convertirse en una figura de culto del ámbito artístico, cuya excelencia litográfica puede admirarse en la muestra Sátiras de papel, que acoge hasta el 30 de junio el Museo de la Autonomía de Andalucía. Este proyecto expositivo que ha organizado el Centro de Estudios Andaluces recalará en el Ayuntamiento de Sevilla con motivo de la próxima Feria del Libro, según avanza la directora de la Fundación, Mercedes de Pablos, y continuará luego su aventura en el recinto museológico de Coria-La Puebla antes de iniciar su itinerancia por Andalucía y otros puntos de España. Más allá, los contenidos de esta peculiar historia que recorre a través de diez andaluces la historia de tres siglos de humor gráfico español se ampliarán en un libro que verá la luz a final de año en la colección Imagen del Centro de Estudios Andaluces y que firmará el también comisario de la muestra, el periodista y escritor Juan Luis Pavón.
Una selección de historietas publicada en El Tío Clarín marca el inicio del recorrido expositivo y descubre al visitante la creatividad chisposa y pendenciera de Mariani, que entre 1863 y 1882 dinamizó la prensa satírica en ciudades muy diversas, como Córdoba, Málaga y Madrid, además de Sevilla. "Mariani representa la gran eclosión de las publicaciones satíricas en la España decimonónica, asaeteada por continuas involuciones políticas y luchas de poder. En un fratricida contexto, según se impusieran los tradicionalistas, liberales o revolucionarios, el humor gráfico que él vierte en cabeceras como El Cencerro, El Caos y Sancho Panza supone una heroica defensa de la libertad de expresión y de la contraposición pacífica de las disidencias", subraya Pavón.
El siguiente ámbito que atiende Sátiras de papel nos traslada al primer tercio del siglo XX, "la edad de oro de la prensa como medio de comunicación predominante y la edad de plata de la cultura española, cuando conviven los intelectuales y artistas de las generaciones del 98, el 14 y el 27", aprecia el comisario. Aquí descuellan dos andaluces: Andrés Martínez de León, nacido en Coria del Río (Sevilla) y creador del icónico personaje de Oselito así como un artista muy solicitado que llegó a realizar portadas de libros para Blas Infante, y el granadino Francisco López Rubio (Motril, 1895 - Madrid, 1965), un maestro de la línea clara que hizo también historia al conseguir en 1920, en la Exposición Nacional de Bellas Artes, la primera medalla que se entregaba a un caricaturista. Los surrealistas personajes de López Rubio, como el conejo Roenueces o el mago Pirulo, gozaron de enorme popularidad en su época, y fue muy apreciado su trabajo en el suplemento infantil Gente Menuda, del que fue impulsor junto con la célebre creadora de Celia, Elena Fortún, que trabajó con él en la revista Blanco y Negro. "En estas primeras décadas del siglo XX los avances en los sistemas de impresión y la incipiente alfabetización de las clases populares urbanas propiciaron la proliferación de periódicos y revistas, donde el humor gráfico ensanchó sus miras, formatos y audiencias. De hecho, obtuvo un rango de primera división entre los creadores de la época", contextualiza Pavón, que también recuerda a otros historietistas andaluces que hicieron carrera en Madrid como los jiennenses Antonio de Lara Tono y Ricardo García López K-Hito.
Durante el franquismo, y pese a la censura, el humor gráfico intentó mantenerse como válvula de escape dentro y fuera de España. Entre los que se marcharon y gozaron por tanto de mayor libertad para desarrollar su incisivo talento sobresalen dos figuras andaluzas: el gaditano Andrés Vázquez de Sola, nacido en San Roque y que triunfó en París desde las páginas de Le Canard Enchaîné, y el almeriense Juan Ballesta, que retornaría a España en 1978 para convertirse en la gran referencia del Grupo 16. Ambos son, reflexiona Juan Luis Pavón, los dos humoristas gráficos andaluces que han gozado de una mayor repercusión. "Vázquez de Sola hizo cosas corrosivas desde el franquismo de enorme brillantez y calidad artística; por el momento histórico que vivió y por sus inquietudes personales, es una cita obligada en cualquier historia internacional del humor gráfico. Todavía hoy, Vázquez de Sola continúa defendiendo sus posiciones con un espíritu libérrimo tras vivir la paradoja de que, a su regreso del exilio, España no se diera la vuelta como un calcetín. Es un librepensador y un maestro", sostiene el comisario. Ballesta, por su parte, ocupó páginas en las más importantes publicaciones de la segunda mitad del siglo XX, como Le Monde, Washington Post o Herald Tribune, y su trabajo como pintor y autor de cómics es también de una calidad aplastante.
Entre los humoristas gráficos que desarrollaron su trabajo en la España franquista, y configuraron la opinión pública española sobre temas de máxima importancia o de enorme popularidad, la muestra se centra en dos andaluces muy conocidos: el sevillano Manuel Summers, "que le sacó los colores a la mojigatería y fue incluso censurado por una viñeta publicada en Pueblo donde un nazareno firma autógrafos a unos turistas", y el almeriense enraizado en Granada Francisco Martín Morales, "cuyo contundente ingenio enriqueció la oferta editorial de grupos de comunicación como Zeta y Vocento". Las viñetas seleccionadas revelan la maestría de estos artistas para reflejar la vida cotidiana en la Transición y sus múltiples contradicciones en ámbitos como la pareja o el urbanismo.
El cuarto apartado de Sátiras de papel pone el foco en el papel jugado por la generación criada en la España de la normalización democrática, "cuando aumenta la desafección hacia las instituciones conforme aflora la cara oculta de la corrupción y dejan de ser intocables las máximas personalidades del Estado, de las autonomías y de cualquier poder fáctico". Entre los autores en solitario, el comisario apuesta por la brillantez formal de José Luis Castro Lombilla (Sevilla, 1966), "que aúna inquietudes literarias con la vocación de mantener los lazos entre el mundo del tebeo y el de la sátira política". Con Idígoras y Pachi, nacidos en Málaga en 1962 y 1969, respectivamente, la muestra plasma también la fortuna de un formato usual en el humor gráfico, el tándem. Ese mismo subgénero de la pareja también asoma en la obra de Miki y Duarte para el Grupo Joly o en el dúo que componen los madrileños Gallego & Rey.
La generación que comienza a publicar en la última década del siglo XX es también la que encarna la migración del papel al digital, y la que nos conduce a la última sección de la exposición, que se resume en la figura referencial de Miguel Brieva. Sevillano de 1974, comenzó autoeditándose las viñetas y pequeñas historias de su serie Dinero, que luego publicó semanalmente en El Jueves, y hoy es un artista de múltiples registros cuyas creaciones gozan de gran demanda internacional.
"Cuando la sociedad vive un período de decadencia económica y desconcierto ideológico, el humor gráfico sube enteros y Brieva resume a la perfección la capacidad de la historieta para ahondar en la crisis global y criticar la sociedad de consumo", reflexiona Juan Luis Pavón. Miguel Brieva es, en su opinión, "el puente entre el lenguaje clásico del cómic adulto norteamericano y la capacidad de la viñeta para expresar las nuevas preocupaciones de los españoles en una época de precariedad vital, volatilidad ideológica y saturación mediática". El sevillano es también el símbolo, prosigue el comisario, de cómo los autores buscan ahora su propio espacio en los mundos físicos y virtuales "porque tiene registradas sus creaciones en Creative Commons y, a la vez, publica sus trabajos en libros editados por una multinacional como Random House". Imágenes de sus monografías más señaladas, como Memorias de la tierra, El otro mundo y, por supuesto, Dinero, marcan el cierre de una muestra apasionante que demuestra la mirada universal de los humoristas gráficos andaluces y su gran calidad estética.
"En la España actual el humor vuelve a tener una importancia capital dentro de los géneros periodísticos. Como ocurriera en la España decimonónica, los artistas de hoy tropiezan con la dificultad de encontrar soportes duraderos para su talento, ahora por la transición de los formatos físicos a los digitales. Al escasear los recursos para el periodismo reposado y de investigación, como en un tobogán, volvemos a vivir tiempos especialmente fecundos para el humor que nos llega a través de la imagen y la palabra. Y es que, como nos demuestran por igual Luis Mariani en el XIX y Miguel Brieva en el XXI, la escasez azuza el ingenio", concluye el comisario.
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