Emoción y significado
Barroco sin fronteras. Vicente Parrilla, flautas dulces; Miguel Rincón, laúd. Programa: Glosas e improvisaciones sobre música del Renacimiento. Lugar: Iglesia de los Terceros. Fecha: Sábado 14 de noviembre. Aforo: Media entrada.
¿Por qué nos conmueve la música? Los psicólogos cognitivos que buscan respuestas para esta recurrente pregunta están llegando a conclusiones cercanas a las que planteara Leonard Meyer hace 50 años en su clásico Emoción y significado en la música. Al parecer, el cerebro trabaja a partir de regularidades que son adquiridas de forma natural en sus primeros años de desarrollo, de modo que el afecto hacia la música se origina cuando las expectativas generadas por las reglas estilísticas propias de cada civilización son inhibidas temporalmente o bloqueadas de forma permanente, aceptando que esas desviaciones deben actuar dentro de los límites de cada contexto de estilo. Parece que el cerebro se complace en este juego de expectativas rotas y que la vuelta a la normalidad provoca las descargas eléctricas causantes del placer.
Aun intuitivamente, los compositores conocen esto desde siempre y han usado procedimientos diversos para conseguir la expresividad. Es el objetivo, por ejemplo, de las glosas, variaciones ornamentadas (casi siempre por disminución) a través de las cuales el intérprete podía jugar a su antojo con las expectativas del oyente, generando la emoción y el placer deseados.
Vicente Parrilla lleva años trabajando entre glosas, es decir, tratando de ponerse en el lugar de un compositor o un flautista de hace 500 años, no para tocar la música exactamente como él la dejó escrita, sino para usar sus mismos recursos encantatorios. En esa labor, Parrilla es un pionero en nuestro país y ha vinculado a algunos colegas, como el laudista Miguel Rincón, un intérprete de una exquisita musicalidad natural. Juntos sometieron al público a una formidable sesión de taumaturgia sonora, en la que las expectativas creadas y sus resoluciones hicieron fluir toda una corriente de empatía y turbación colectiva, igual en las glosas, previamente escritas, que cuando prescindieron del papel e improvisaron sobre conocidos esquemas armónicos. Todo un arte hecho a la vez de emoción y de sentido.
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