"La herencia del andalucismo está en la izquierda"
salvador cruz artacho, Catedrático de Historia Contemporánea
-¿En qué se diferencia el nacionalismo andaluz del resto de nacionalismos?
-En que ha tenido un devenir peculiar respecto a otros nacionalismos. La base que sostiene la propuesta del andalucismo es de naturaleza cívica y política y no étnica, lingüística, ni cultural. Eso permite construir una propuesta nacionalista que convive bien con la defensa de los valores democráticos.
-¿Eso convierte al andalucismo en un nacionalismo poco conflictivo?
-No necesariamente. Lo hace más incluyente. En esa concepción cívica, las ideas de igualdad, libertad y justicia social encuentran un perfecto acomodo con un proyecto propio para Andalucía. Su vinculación a las clases populares hace que no se parezca mucho a la idea que tenemos de un nacionalismo vinculado a la defensa de una lengua propia, de una cultura propia y de unas instituciones específicas y diferenciadas, que construye una carcasa más excluyente.
-¿Cómo es ese carácter inclusivo del andalucismo?
-Blas Infante dijo que en Andalucía no hay extranjeros. La comunidad política andaluza la componen aquellos que viven en Andalucía y quieren formar parte. Con esa idea del mestizaje como elemento genuino de la definición del genio andaluz. Se lleva con total normalidad la doble identidad. Sentirse andaluz no impone ningún criterio restrictivo para sentirse español.
-¿En ese andalucismo estaba ya Blas Infante?
-Claro. Algunos de los postulados infantianos en su día fueron tildados de poco nacionalistas porque no encajaban en el discurso canónico. Hoy, en una sociedad más global, multicultural y diversa, muchos de estos planteamientos inclusivos hacen al andalucismo más interesante y útil para encarar algunos de los retos de la sociedad actual.
-Pero Blas Infante nunca sacó su escaño.
-En el marco de la monarquía de Alfonso XIII, las dinámicas electorales están trucadas y él no entra en los circuitos propios de los partidos dinásticos. No tiene ninguna oportunidad. En el marco republicano, el electorado andaluz no vota mayoritariamente a las candidaturas de coalición donde estaba Blas Infante.
-Hoy el andalucismo tampoco tiene éxito electoral.
-Una de las grandes debilidades del andalucismo es que no se ha dotado de un instrumento político específico de corte nacionalista, salvo en la Transición, cuando aparece el PSA, que luego sería el PA.
-¿Qué le pasó al PA?
-El PA hizo un viraje hacia posiciones más similares a partidos nacionalistas centristas, liberales. Se apartóde la izquierda y fue perdiendo sus apoyos. El partido como tal se ha disuelto. ¿Esto quiere decir que el andalucismo no existe? Evidentemente no. Igual que en los primeros treinta años del siglo XX, el andalucismo existe vinculado a propuestas políticas y sociales de izquierda. La defensa de la herencia del andalucismo está presente en la izquierda. A partir del 4-D, buena parte de las opciones políticas le pusieron a sus siglas la "A".
-¿El PSOE se ha quedado con el andalucismo?
-Con Rafael Escuredo a la cabeza, el PSOE entiende, y esto es una virtud, que el discurso andalucista es un instrumento para reclamar el autogobierno. Es la formula para afrontar la modernización que permita sacar a Andalucía de los problemas estructurales que la aquejaban desde los años de la dictadura. El PSOE ocupa ese espacio que yo creo que queda huérfano por el viraje del PSA. El andalucismo político desde principios del siglo XX está muy vinculado a la cultura republicana y las clases populares y abandonar ese espacio tiene costo.
-Ese carácter popular se tradujo en las movilizaciones del 4-D de 1977.
-Se produjo una especie de ecuación que explica la masiva participación en el 4-D y es que asocian autonomía con democracia y democracia con crecimiento y modernización.
-Pero el 4-D pasó un poco desapercibido para la opinión pública hasta el 40 aniversario del año pasado.
-Es cierto que no tiene la relevancia del 28-F por lo que significó en el marco institucional. El 4-D es una fecha emblemática porque en la propia historia de la conquista de la autonomía porque es el momento en el que el pueblo andaluz sale a la calle y se autoafirma en su derecho a tener entidad política propia en la Transición.
-En su carrera ha estudiado también la prevalencia del caciquismo de finales del XIX y principios del XX. ¿Podemos descartar que exista este fenómeno en la actualidad en Andalucía?
-La Andalucía de los grandes caciques ya no existe. Existen fórmulas clientelares y mecanismos informales que presentan una fisionomía distinta. El caciquismo rural de la monarquía de Alfonso XIII no lo podemos trasladar a la actualidad.
-¿Esos modelos nuevos de caciquismo son propios de Andalucía?
-No es cierto ese discurso, que ha tenido larga difusión, que dice que el clientelismo es una cuestión en la que Andalucia tiene la paternidad. Ni lo fue en el pasado ni en sus derivas actuales tampoco lo es.
Cronista del andalucismo
Desde su despacho de la Universidad de Jaén, Salvador Cruz Artacho ha escrutado la formación del andalucismo político desde su gestación, en las últimas décadas del siglo XIX, hasta la consecución del autogobierno efectivo con el Estatuto de Autonomía, el 28 de febrero de 1981. Este catedrático de Historia Contemporánea es el autor de Andalucía en el laberinto español. Historia del proceso autonómico andaluz, editado por el Centro de Estudios Andaluces y también ha investigado en su carrera sobre la implantación del clientelismo político y el caciquismo durante la monarquía de Alfonso XIII.
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