"Hay buen arte hoy, sólo hace falta tiempo y espacio para valorarlo"
Virginia Saldaña. Pintora
-Luces desordenadas es la continuación de una muestra que hizo en Nueva York pero, ¿en qué consiste?
-Es un paseo por diferentes ambientes y sensaciones; una parada en las cosas cotidianas, en lo bonito que tenemos alrededor y muchas veces no observamos.
-¿Cómo llegó a exponer en Nueva York, epicentro cultural, con la actual proliferación de artistas?
-Fue por un cúmulo de circunstancias. Conocí a un galerista de casualidad en Chelsea y me informó sobre su galería. Cuando volví a España me llegaron noticias de él y de otra galería que se interesó en mí gracias a él. Lo que es estar en el sitio adecuado, en el momento oportuno y conocer a la persona indicada.
-¿Qué es más importante, exponer en Nueva York o hacerlo en su tierra natal?
-Las dos cosas por igual. No puedo decir ni qué me pone más nerviosa. En el caso de la exposición de Sevilla incluso me supone un reto. Fui a Nueva York con un proyecto y ahora ésta es su evolución. Para mí es como dar un paso adelante. Hace siete años que no expongo en la ciudad y quiero contemplar la cara de la gente y su reacción, ver si observan evolución en mis trabajos.
-Afirma que la muestra es una recopilación de momentos sencillos y cotidianos, ¿qué los convierte en excepcionales?
-Una luz particular, de ahí el nombre. Hay veces que pasas por un determinado lugar y la luz incide de una forma especial sobre la gente, entonces lo ves claro. Se tiene que dar la luz, el lugar y las personas. Sólo tienes que pararte a mirar. Hay muchos sitios que se han hecho ordinarios de tanto mirarlos, pero un día los observas y te sorprende algo. Ahí te das cuenta de que eres un privilegiado.
-¿Cuál es el procedimiento para que una imagen de las que observa pase a ser una pieza artística?
-Primero es el impacto de algo que te engancha. Luego viene el apunte, el boceto y la fotografía, e incluso las anotaciones a pie de boceto. Después toca valorar cómo vas a realizar el trabajo, cómo manchar el lienzo. Ése es el momento más complicado. Una vez que rompes el hielo y sabes qué vas a hacer con el lienzo en blanco viene la parte más divertida.
-Su primera muestra individual, La luz de lo sencillo, se expuso en 2010, ¿qué evolución ha experimentado en estos siete años?
-Bastante. La lógica, la experiencia, la manera de trabajar, la rapidez, la fluidez... Cuando le dedicas al trabajo todo el tiempo del mundo eso se tiene que ver. También he avanzado en temática. La primer muestra era de paisajes, pero ahora lo enfoco todo en las personas. Me gusta el ser humano en su entorno, que es lo que ahora hago. También ha variado mi forma de tratar la luz, el color o las transparencias. El que me sigue lo va a percibir.
-La luz suele ser el leitmotiv de sus exposiciones. ¿Es usted una persona luminosa que evita la oscuridad a toda costa o alguien que busca la luz para huir de sus propias sombras?
-A lo mejor soy un poco de todo. Lo que pasa es que la luz me gusta mucho. Supongo que me envuelve por ser de un lugar donde la luz es alegría. Para mí los días grises son muy diferentes al resto y eso se nota en lo que hago. Cuando no hay luz, la busco.
-La música de ahora se compara de forma negativa con la de antes. ¿También vive el arte esa confrontación?
-Es inevitable que se compare. Miras atrás y ves a grandes maestros que están a otro nivel, pero ahora se hace muy buen arte. Sólo hace falta tiempo y espacio para valorarlo. Hay muchos artistas y expresiones, pero hay un problema de conexión entre el espectador y el artista. Por un lado va la moda y por otro lo que a la gente le gusta, pero todos tenemos un hueco y un espacio; no hay que limitar al artista. Eso es algo que vi en Nueva York y me fascinó.
-En una sociedad cada vez más perezosa, ¿debe el pintor simplificar su lenguaje?
-La gente se acostumbra a lo que se le da. Lo más importante es ser honesto con uno mismo y hacerlo de la mejor manera posible para que le llegue al espectador. Sobre esa base, la gente termina entendiendo y se para a mirar, sobre todo si ve que estás implicado.
-¿Es tiempo para el realismo y no para la abstracción?
-Soy realista y figurativa y defiendo mi lenguaje, porque es el que conozco y el que me ayuda a expresarme. Pero hay cabida para los dos.
-Lo bueno del arte es que el límite lo pone la imaginación. ¿Hasta dónde llega la suya?
-Espero que lejos. Siempre he sabido qué pintar y tengo muchas ideas anotadas en mis cuadernos que siempre retomo.
Cazadora de instantes
Virginia Saldaña (Ayamonte) es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, ciudad en la que expone su última muestra, Luces desordenadas (en el Real Alcázar de Sevilla). Enamorada de la cálida luz sureña, siempre lleva consigo una libreta en la que anota todo lo que observa. Una pareja que se abraza, un padre que sostiene a su hijo o dos jóvenes que, despreocupados, pasan una tarde al sol; todo se queda en su retina si la luz y el contexto acompañan al momento. Es entonces cuando se dice: "Esto tiene que ser un cuadro mío", y se pone manos a la obra para compartir con el espectador su instante cazado.
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