Desde mi córner
  • Viendo lo que se ve en cada partido, sólo es bienvenido el VAR el día que ayuda al tuyo

Filias y fobias en torno al artilugio

COMÚN denominador respecto al análisis individual de los pros y muchos contras que el VAR ha traído al fútbol. Ese punto común me lo dicen muchos, aunque nadie sea tan elocuente como lo que me confesó un conocido que va de hincha acérrimo. En un rapto de sinceridad, el hombre dijo lo que todos piensan y muy pocos, o ninguno, se sincera como el encartado. “Mire, con el VAR sólo estoy de acuerdo cuando beneficia a mi equipo”.

Ole, no se hable más. Sólo es bien acogido el artilugio cuando mientras celebran abrazándose el gol los del equipo rival, en la tenebrosa sala VOR, el encargado de turno aparca el café y avisa al árbitro de que se impone una revisión. Y ahí se paran los abrazos mientras se le hiela la sangre a los del lance y un halo de esperanza se enseñorea de los espíritus de los del equipo contrario, el que encajó el gol revisable. Y a partir de ahí, explosión de alegría para los beneficiados.

Raro es ya el partido en el que no cabe un tiempo de suspense que habitualmente se alarga más de la cuenta, señal inequívoca de que la infracción debe ser nimia, uno de esos lances que antes de la aparición del artilugio carecían de cualquier tipo de incidencia. Antier noche se le anuló un gol al Atlético de Madrid por un fuera de juego de esos que antes se consideraban en línea, pero que ahora son invalidados porque la nariz del delantero es más protuberante que la del defensa.

Y, claro, el hincha del Atleti bramó lo que consideró injusto tras quitársele de los labios el caramelo. Sensación distinta a la experimentada días antes en el mismo sitio y casi a la misma hora cuando en el último minuto de la eliminatoria copera, el VAR desdecía al árbitro al considerar que Barrios no había pisado a Lamela, sino que fue al revés. Se podría utilizar el verso de Campoamor diciendo que nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.

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