Postales certeras

Pilar Vera

03 de abril 2018 - 06:00

La ficha

'Variaciones sobre Budapest'. Sergi Bellver. La Línea del Horizonte. Madrid, 2017. 128 páginas. 12 euros.

Se encomienda constantemente al dios de los nómadas porque hace años que, por una cierta convicción o adaptación existencial de "renuncia y lentitud", Sergi Bellver eligió esa vida. Una fe que no es siempre fácil de acatar pero que resulta, sin duda, nutricia. Variaciones sobre Budapest surge de su estancia (más bien, doble estancia) de varios meses en la capital húngara, en un pequeño apartamento de época comunista en el distrito de Óbuda. Y cuando digo "pequeño apartamento en Óbuda" no han de leer Airbnb entre líneas porque, de hecho, la clave de la experiencia, y de este pequeño libro, es justo la contraria. Bellver experimenta a su llegada a Budapest lo que cualquiera ansía sentir al llegar a un destino: la llamada a quedarse más tiempo. Su condición, que él mismo define como a medio camino de turista y viajero, le permite disfrutar del pasmo de la postal y de la familiaridad del residente. Sus impresiones, también, llevan al lector de la mano hacia las claves de lo que podríamos definir como alma de un lugar: "Ser húngaro -dice, por ejemplo- no es mas que una forma agridulce de clarividencia". Todo ello, sin soltar parte de las estampas que todos podemos tener en la mente sobre la ciudad del Danubio -toda postal guarda una pátina de verdad-: el olor a frío aun a través de los cristales, la luz dorada de los árboles en otoño, los raptos de Liszt y de Béla Bartók. La sensación de refugio y tiempo condensado.

En su constante ejercicio de traducción existencial, Bellver reseña a menudo las debacles históricas de una ciudad, y un país, llamados a ser encrucijadas culturales y que, sin embargo, no han terminado de serlo: ahí está, recuerda, la incomprensible frontera de alambradas para contener a los refugiados sirios. En su testimonio, Sergi Bellver reflexiona a menudo sobre esta realidad, bastante lejana, no obstante, de la experiencia personal que termina ofreciéndole un entorno que se traduce eléctrico y envolvente, de resina milenaria.

Ninguna ciudad es tan tuya, qué envidia, como la que terminas haciendo tuya.

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