Enclave andaluz en medio del Véneto
Premios Goya en Málaga
Tribuna del productor y cineasta Carlos Taillefer sobre el olvido al que la Academia de Cine condena al escultor Berrocal, autor del primer Goya
En pocos días se celebrará en nuestra ciudad, por segunda vez consecutiva, la entrega de los premios más importantes de nuestra cinematografía. Málaga tiene varios malagueños universales. Unos muertos y otros vivos. Entre los desaparecidos, un escultor excepcional, más conocido fuera que dentro de España: Miguel Ortiz Berrocal, nacido en el precioso pueblo del norte de nuestra provincia, Villanueva de Algaidas. La anterior ceremonia de los premios Goya, que se celebró en Málaga el 25 de enero del 2020, fue una ocasión perdida para hacer el homenaje merecido al escultor malagueño Berrocal. El mismo fue el pionero creador y diseñador de la primera escultura-trofeo, que accionando un botón con un mecanismo curioso hacía aparecer sobre la cabeza del pintor un pequeño proyector cinematográfico tallado con la silueta del mapa de España. El busto era a su vez desmontable.
Esto se produjo porque en la casa taller y posterior fundición en Verona de la familia Berrocal, ya en junio del 1979 hubo un encuentro con Carlos Saura, Román Gubern y Pere Portabella. En aquella velada hablaron sobre “cómo llamar a los premios para los que buscaban un nombre corto, y después de barajar otros como la Dama de Elche, Lorca… pensaron en Goya, porque se pronuncia muy bien en todos los idiomas y era además un homenaje al pintor, que había hecho algo parecido a fotogramas de cine en sus Caprichos”.
Berrocal rehusó durante mucho tiempo los encargos institucionales, pero hizo excepciones para instituciones como la Academia de Cine, el Comité Olímpico Internacional (COI) o la Unesco.
En cada festival de cine o bienal de Venecia, la casa de los Berrocal era un enclave andaluz/español en medio del Véneto, donde actores, directores y algunos de los fundadores de la Academia visitaban al escultor. Se fabricaron 21 ejemplares de la estatuilla por cada año 1987, 1988, 1989. En total hay 63, repartidos entre compañeros como Fernando Fernán Gómez, Carlos Saura y Pedro Almodóvar, todas firmadas y numeradas, para darle un valor intrínseco al trofeo en sí mismo, como obra de arte.
Yo puse en contacto, personalmente, a Cristina de Braganza, viuda del artista y presidenta de la Fundación escultor Berrocal para las Artes, con la Academia de Cine unos meses antes de la fecha de la ceremonia celebrada el año pasado en el Martín Carpena. Parecía obvio que era la ocasión para homenajear al escultor en su propia tierra, además de hacer una exposición sobre toda la larga historia de la elaboración del primer Goya; primero en Málaga, coincidiendo con las fechas de los premios y, posteriormente, en la pequeña sala de exposiciones de la Academia de Cine en Madrid. Se ocupó del asunto el vicepresidente primero, Rafael Portela y algún miembro de la Junta directiva. En ese momento desaparecí de todos los pormenores y preparativos. Sí hablaba con Cristina, que me transmitía su alegría al ver cómo iba todo poco a poco. Se aproximaba la fecha del 25 de enero del 2020, y recibió una llamada para explicarle que por la complejidad del lugar elegido para los Goya, el citado Palacio de los Deportes, se suspendía el proyecto de exposición, tanto en Málaga como en Madrid, de la historia y recorrido del primer Goya. Quizás en otro momento venidero podrían realizarlo. Llegaron los primeros Goya en Málaga y en su guion no hubo ni una sola palabra ni agradecimiento al escultor.
Vuelven por segunda vez los premios a Málaga el 6 de marzo del 2021, invadidos todos por un virus maldito. Y una vez más, ni una sola llamada, ni una sola disculpa, ni una sola explicación. Es así como la Academia trata al inventor del primer icono de los premios cinematográficos más importantes de nuestro país.
El año pasado hubo algún malaguita que afirmó que los Goya deberían volver por segunda vez a la ciudad para saldar la “deuda” del desastre de la ceremonia pasada, y gratis, claro. No estoy tan seguro de que este año vaya a haber otro malaguita que pida la tercera celebración de los Goya en Málaga para que quede así subsanada moral y artísticamente la deuda con Berrocal.
Que vivan los malagueños universales. Y que viva nuestro Miguel Berrocal.
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