El arte urbano de desplazarse
Son pocos los que practican el 'parkour', un deporte de habilidad consistente en superar los obstáculos que se cruzan en el camino
A quien le atrapa el parkour no tiene escapatoria. "La forma de ver la calle y pisarla se transforma. Donde antes veías mobiliario urbano ahora ves un obstáculo a salvar realizando algún tipo de acrobacia. Este deporte se convierte en una filosofía de vida y, además, te da mucha creatividad". Daniel Barragán es uno de los pocos aficionados a un deporte que consiste en desplazarse de un punto a otro salvando todo tipo de objetos propios de la ciudad (bancos, muros, bordillos, farolas...). Pertenece a Cero Gravity, uno de los quince grupos de jóvenes que lo practican en Sevilla y que la pasada semana demostraron sus habilidades en plena calle en un encuentro nacional al que asistieron más de 200 traceurs o trazadores.
El parkour tiene su origen en Francia, hace casi veinte años, y su fundador fue David Belle. A España esta modalidad deportiva no llegó hasta hace una década. Quienes se ejercitan a diario hoy en la ciudad lo hacen "desde pequeño, sin conocer exactamente que era parkour", asegura Iván Pérez, del grupo Jump in Seville.
Los vídeos colgados en internet sobre esta actividad parecen ser los manuales de cabecera de unos jóvenes que no sobrepasan los 25 años. Iván tiene 23 años y demuestra su capacidad acrobática desde hace cuatro. Por su parte, Daniel lo practica desde los 16 años, ahora tiene 21. El primero está en paro y confiesa "me sirve para distraer la mente y mantenerme en forma". El segundo, trabaja en Suintra, una empresa familiar de reparto de suministros industriales. Sus vidas son como las de cualquier chico de su generación, por ello, en ocasiones, no se explican porqué algunas personas, ante el desconocimiento, "nos miran y acusan como si estuviéramos cometiendo algún delito", afirma Iván.
Todos los movimientos del parkour -imposibles de describir si no se aprecian en vivo- tienen un nombre: el gato, el ladrón, el reverso, el lateral, 180...
Aunque la forma física no es determinante para iniciarse, lo cierto es que con la experiencia y evolución de los movimientos se ejercitan todos los músculos del cuerpo. Los chicos entrenan duro a lo largo de la semana, una media de 4 ó 5 días, pero para ellos, lejos de ser una obligación, es una afición de la que disfrutan al máximo.
El fin que persiguen con esta actividad es el de "superarse a uno mismo", señala Daniel, ya que en el parkour nadie gana ni pierde, porque no es un deporte competitivo. "No hay que quedar por encima de nadie y ese es uno de los motivos por los que se hacen tantos amigos en este mundo".
Los lugares escogidos por estos trazadores para entrenarse son la zona comprendida entre el puente del Patrocinio y el de Triana, el Parque de María Luisa y la Isla de la Cartuja, cuyo mobiliario, afirman, les permite una mayor creatividad. Sin protecciones que limitan el movimiento, para lanzarse a la práctica del parkour o el free running (con mayor libertad en el campo de juego) basta con ropa cómoda y unas zapatillas deportivas bien atadas.
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