El 'puma' cotiza sin prima de riesgo
Unas 300 personas ya compran o prestan servicios profesionales con la moneda social creada en el Pumarejo
Comprar lentejas o productos de la huerta ecológicos, ir a la peluquería, recibir un masaje, que un abogado te asesore o apuntarse a clases de inglés. Ninguna de estas tareas parece posible llevarlas a cabo sin desembolsar la correspondiente cantidad en euros. Imaginar un sistema económico alejado del cajero automático resulta irreal para muchos, que no para todos. Prueba de ello es la red ciudadana que ya usa y disfruta de pumas. El puma, moneda social que lleva en funcionamiento unos tres meses, se presenta como un método alternativo de pago, basado en las relaciones de confianza de una comunidad que intercambia productos y servicios sin abrir la cartera. En la actualidad, unas 300 personas forman parte de esta red, que prioriza los productos locales con el fin de fomentar otro tipo de comercio y consumo al imperante.
Este modelo económico no se trata de un sistema de trueque al uso ni de un sustitutivo del euro, sino de un complemento del mismo. Tampoco es nueva la idea de la moneda social. Ya en otros países y ciudades, como Jerez con el zoquito, existe desde hace tiempo. También en el Aljarafe, con la jara, la experiencia está dando buenos resultados. En el caso del puma, todo arrancó en las jornadas que la Red Decrecimiento Sevilla organizó hace unos meses. "Asistió como conferenciante Julio Gisbert, empleado de la banca que nos informó de modelos alternativos y habló de la moneda social. Una hora después, ya estábamos un grupo reunido pensando cómo crear nuestra moneda", explica Israel Sánchez, miembro de la red.
Este banco de redistribución de la economía tiene como sede la Asociación Centro Vecinal Pumarejo. Allí se suceden las reuniones periódicas de los distintos grupos formados para el buen funcionamiento de este sistema que se desarrolla en el ámbito del casco histórico. "El movimiento social que ya existía aquí, en defensa de la Casa del Pumarejo y otras causas, facilitó que la idea cuajara. Ya estaba formado el tejido social", dice Israel.
Aunque el concepto de moneda social es anterior a la crisis, sí que muchos se han animado a participar en busca de una alternativa a la centralización de la economía. Fernando Cordero es una las personas que pertenece a la red puma. "No sólo existe la posibilidad de adquirir productos y servicios sin necesidad de usar el dinero metálico, las relaciones interpersonales crecen y acabas entablando amistad con miembros de la comunidad. Además, al tener que ofertar productos o servicios a cambio de recibir pumas con los que poder comprar, han surgido numerosos proyectos profesionales que ponen en valor este sistema de pago y lo retroalimenta". Un ejemplo son productores de huertos ecológicos que ofrecen sus verduras y frutas a la red.
Es a través de una cartilla, valorada en 100 pumas para evitar la "burbuja monetaria" (un puma equivale a un euro), como los pertenecientes a la comunidad acceden al intercambio de bienes y servicios.
Una quincena de comercios locales ya aceptan este sistema de pago, si no en su totalidad sí en un porcentaje. Así, una parte de lo comprado se pagaría en efectivo y, por ejemplo, un 5% en pumas. Tiendas como la Red Verde, La Gallina Clueca o Poliedra han abierto sus puertas a este pago alternativo. Israel Sánchez, que, entre otros servicios, ofrece campañas de márketing para empresas, afirma que "el puma crea lazos y genera valores más allá del dinero. Pone en valor capacidades que en el trabajo no se te reconocen".
Una de las características del puma es que circula por zonas concretas. "Lo ideal sería que en distintas zonas se crearan comunidades que idearan su propia moneda. De hecho, el intercambio ya está realizándose entre plataformas de otras ciudades". Con ello, por ejemplo, un chico de Jerez que estudie en la Universidad de Sevilla y sea portador de zoquitos podría alojarse durante el curso en casa de alguien de Sevilla usuario de pumas y que ofertara una habitación.
Tanto en el boletín que se edita como en internet se encuentran las ofertas y demandas de productos y servicios a pagar en pumas. También en el Mercapuma, mercado que se celebra en el Pumarejo el segundo sábado de cada mes, productores y profesionales autónomos muestran sus productos y servicios y se intercambian. En Mercapuma, además, se instala una barra donde cualquier persona puede consumir bebidas y comida cambiando euros por pumas. De los euros recaudados, un 50% se destina a la Asociación del Pumarejo, el 40% a la Central de Abastecimiento y el 10% a cubrir gastos de cartelería, impresiones de las cartillas, etcétera.
Con la filosofía de "soberanía alimentaria", la Central de Abastecimiento cobra sentido. Este grupo de la red se encarga de saldar, con parte de ese 40% de lo recaudado del Mercapuma, las deudas de proveedores externos a la red y, con el resto, comprar productos básicos como legumbres o aceite que se ofrecen en pumas a la comunidad. Así, nada se compra ni se vende en euros dentro de este sistema que se abre a una economía que regatea a la prima de riesgo o la inflación.
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