AMÉRICA TAURINA
Borja Jiménez confirma este domingo en la México
Homenaje en el centenario de su alternativa
Dentro de los actos que se desarrollan en homenaje a Juan Belmonte (Sevilla, 14 de abril de 1892-Utrera, 8 de abril de 1962), con motivo de la alternativa del genial torero, que tuvo lugar el 16 de septiembre de 1913 en Madrid, con Machaquito de padrino y Rafael el Gallo de testigo, se celebró ayer un magno acontecimiento dedicado a la vinculación campera de Belmonte, un hombre apasionado del caballo y que en su finca de Gómez Cardeña, en Utrera, vivió varios de los momentos más maravillosos de su vida -según confesó en varias ocasiones- dirigiendo tentaderos, entrenando para su faceta como rejoneador y disfrutando del acoso y derribo a campo abierto.
Todos esos perfiles del Belmonte más intimo, al que muy pocos tuvieron acceso, afloraron ayer y fueron evocados en otra finca cercana, la de Murube, también en campo utrerano, con más de 200 invitados que disfrutaron con estampas añejas. Así, participaron varias colleras en acoso y derribo de reses de Murube. La primera, historia ilustre del campo andaluz, con el magnífico garrochista Ignacio Sánchez Ibargüen, quien a sus 81 años doctoró a su nieto, del mismo nombre. Los tres Sánchez Ibargüen -abuelo, padre e hijo- realizaron a la perfección el acoso y derribo. Otro de los mejores caballistas de la actualidad, Antonio Miura, con su amparador Rafaelín, volaron por el corredero, como lo hicieron una tercera collera formada por Ernesto Campos Peña y Luis Erquicia. Joselito -hijo de José Murube-, de 11 años, garrocha en ristre, daba muestras de sus buenas cualidades en el manejo del ganado.
El toreo a campo abierto, ese sentimiento que llevaba a gala Belmonte, se reflejó continuamente a lo largo de la jornada campera. El picador Eduardo Cid demostró su clase.
En el tentadero, Antonio Ruiz Espartaco padre, a quien en su día dio cobijo Belmonte en su finca de Gómez Cardeña donde Antonio comenzó su carrera taurina, también homenajeó al maestro con muletazos por ambos pitones a una res de su hijo Juan Antonio Espartaco, quien fue bautizado con el nombre de Juan por la veneración hacia el trianero y que también dejó la impronta de su temple a campo abierto. Morante de la Puebla, capote en las manos, con esas muñecas nacidas para el temple, rememoró a Juan Belmonte, pieza clave de ese rosario glorioso de toreros sevillanos bruñidos en arte. También toreó el novillero Ferrater Beca. Todo ello bajo la atenta dirección de lidia de Lili.
Como es imposible enunciar a las decenas y decenas de invitados, cabe destacar que entre los toreros que hicieron acto de presencia se encontraba el maestro Paco Ojeda, quien junto a Juan Belmonte ha brillado como torero de a pie y como rejoneador. El sanluqueño actuará en mano a mano con Diego Ventura en la corrida de rejones que se celebrará en la feria de Ronda en el mes de septiembre. Entre otros invitados, una pléyade de ganaderos, como Eduardo Miura, Jaime Guardiola, Carlos Urquijo, Sancho Dávila, Manolo Bajo y Carlos Núñez; o Rafael Belmonte y Javier Beca Belmonte en representación de la familia del genio trianero.
En definitiva, más de dos centenares de aficionados que disfrutaron con el toro y el caballo a campo abierto, un triángulo apasionante que subyugó a Juan Belmonte, a quien se rindió homenaje.
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