Un asunto de difícil solución

La caída en desgracia de Romaric entre la afición preocupa al cuerpo técnico, sobre todo en el Sánchez-Pizjuán · " Él no se esconde nunca, pero ya hay un enquistamiento", afirma Álvarez.

Romaric se esfuerza durante el entrenamiento sevillista de ayer.
Romaric se esfuerza durante el entrenamiento sevillista de ayer.
Eduardo Florido / Sevilla / E. Florido / Sevilla

08 de septiembre 2010 - 05:02

La semana pasada cinco internacionales del Sevilla se marcharon con sus respectivas selecciones. Curiosamente, el primero en reincorporarse a la disciplina del equipo ha sido Romaric, que ayer ya se puso a las órdenes de Antonio Álvarez, un día antes que Zokora, que llegará hoy después de solucionar asuntos burocráticos derivados de la muerte de su padre en agosto. Y es curioso porque, teniendo en cuenta que los entrenadores suelen tirar de los que estén más frescos cuando hay una diáspora internacional, el marfileño se quedará seguramente fuera de la convocatoria. Álvarez tiene su estreno liguero en el Sánchez-Pizjuán y no puede jugar con fuego. No está en una situación como para arriesgarse a que un futbolista caído en desgracia entre la mayoría de la afición convierta Nervión en un peligroso avispero de complicado manejo.

Se trata de un problema de difícil solución, aunque el cuerpo técnico ya está trabajando para que esta situación se vaya enderezando poco a poco. La frustrada salida de Romaric el último día del mercado ha enconado más las críticas hacia el rendimiento del jugador entre ese sector que ya se frotaba las manos con su alejamiento del equipo. Llegarán partidos en los que, por falta de efectivos o por necesidades tácticas, Romaric tenga su espacio, pero el domingo ante el Deportivo no parece el mejor día. Está muy fresca la gran escisión con la grada.

El marfileño ha puesto de su parte este verano. Anticipó la vuelta de las vacaciones y la cúpula sevillista, desde el propio José María del Nido hasta Monchi, ha agradecido su esfuerzo por querer sumar y mantenerse en forma, con un peso que no excede de 87 kilos. Él es el primero que sabe cómo están las cosas tras sus devaneos disciplinarios del pasado curso, cuando el episodio de la Feria fue la gota que colmó el vaso, y desea revertir la situación

Álvarez ha asumido su continuidad en la plantilla y lo quiere tratar como un miembro más, con matices. Ayer reconocía el técnico que los partidos en el Sánchez-Pizjuán pueden ser un calvario para el jugador, una espada de Damocles que le puede caer en cualquier momento al entrenador sobre su propia cabeza. De ahí que reconociera el problema. En principio, debe tener más protagonismo en los partidos como visitante que en los caseros, ¿o no? "No forzosamente -reconocía en Punto Radio-, pero tenemos que palpar a la gente y si la cosa es que a las primeras de cambio la gente está predispuesta a no ver con buenos ojos su actuación es más complicado". Se refería Álvarez a la necesidad de conexión con la grada, una relación que puede envenenarse, si no cambia la actual situación, con la presencia del marfileño. "Cuando un jugador no está bien visto, es difícil. Se trata de que el equipo conecte completamente con la grada y ese runrún te hace perder confianza. Vaya por delante que Romaric es un futbolista con mucha personalidad, escucha el runrún y se ofrece, pero ya hay un enquistamiento y trataremos de que él se vaya sintiendo lo mejor posible", añadía Álvarez.

Romaric quiere demostrar desde ya que continúa teniendo cualidades que aportar, pero los técnicos han de convencerlo de que, por ahora, tendrá que seguir trabajando en la sombra. No es cuestión de exponerlo desde ya al juicio sumarísimo de la grada. Seguramente, fuera de casa podrá desenvolverse mejor, sobre todo si Álvarez sigue usando a domicilio el 4-3-3 con interiores. "Cuando Romaric juegue es que está entrenando bien y porque se necesita para ese partido. Cualquier jugador que se pone la camiseta del Sevilla necesita el apoyo y la confianza de la gente", solicitaba el técnico sevillista.

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