Predisposición y cautela
El Sevilla y Rakitic esperan llegar a un acuerdo para la renovación de un contrato que expira en año y medio. Las partes callan, sabedoras de que deben hacer un esfuerzo para la entente.
"A mí me gusta jugar en el Sevilla, en el presente, en el futuro y siempre. Yo estoy muy a gusto aquí, en este club. Y también mi familia". Con estas palabras, ante las cámaras de Canal Plus, Ivan Rakitic zanjó la senda que intentaba abrir la periodista que le preguntaba sobre un interés del Atlético de Madrid. El club, a través de su web oficial, se hizo eco de ellas al día siguiente y no es casualidad que reflejara sus declaraciones al inicio de la semana que está marcada por ambas partes como la del esperado encuentro para la renovación de su contrato. Tanto el Sevilla como Rakitic esperan llegar a un acuerdo en las próximas horas para ampliar su vinculación. Y cada uno presiona a su modo y juega sus cartas en la partida que ya se está disputando. El vigente contrato expira en año y medio y eso deja con poca fuerza al Sevilla ante las ofertas que caerán en cascada desde mayo.
En ambas partes hay predisposición para la entente, pero también mucha cautela. Tanta que ninguna de las dos quiere destapar sus ases escondidos. José Castro, sólo una semana después de su nombramiento oficial como presidente de pleno derecho, quiere ofrecer la renovación del alma máter del equipo como su mejor carta de presentación, como un espaldarazo a su estrenada presidencia. Y Rakitic, quizá obedeciendo una orden del club o quizá por resguardar su legítimo interés, tampoco quiere decir una palabra sobre qué espera de la reunión fijada entre su hermano Dejan y Monchi y cuál es su expectativa para ampliar su contrato, aunque ya ha expresado en público y en privado que su esperanza es que el Sevilla le ofrezca la oportunidad de poder afianzarse en un club en el que se encuentra muy bien, tanto personal como profesionalmente, pues su responsabilidad en el equipo lo ha hecho imprescindible y eso es algo que siempre satisface.
Precisamente ese crecimiento de su responsabilidad y su rol de liderazgo indiscutible es la mejor arma de Rakitic, que firmó un contrato por cuatro años en enero de 2011 con una elevada cláusula de rescisión: 40 millones de euros.
Rakitic, en buena lógica, quiere que el Sevilla realice un esfuerzo para equiparar el enorme crecimiento que ha tenido desde entonces con sus emolumentos, porque además no es el que más cobra de la plantilla, aunque está entre los mejor pagados. Y, también en buena lógica, querrá que la cláusula de rescisión del nuevo contrato sea rebajada sustancialmente, de modo que el Sevilla no pueda aferrarse a ella si llega algún club importante con una oferta que lo satisfaga. Y habrá más de una y de dos con ese poder persuasivo.
Pero, en similar buena lógica, para que haya fumata blanca es fundamental que Rakitic cumpla con sus reiteradas palabras de amor al club y a la ciudad y no exija lo que el Sevilla no puede dar. Ésa es otra clave decisiva. Antes del parón navideño, aún con José María del Nido al frente, el Sevilla inició los contactos con su hermano y representante. Las partes comenzaron unas conversaciones bien encauzadas hacia la renovación. Dejan Rakitic trasladó a Monchi que la predisposición para un acuerdo era total si se cumplían algunas condiciones, entre las que, además de la mejora económica, cabe destacar la promesa del Sevilla de atender el deseo de Rakitic si llega una suculenta oferta, la garantía de que no le cerrará la puerta de un grande europeo llegado el caso. Han sido muchos los clubes interesados y el PSG y el Liverpool están en la primera fila de una posible puja.
Para combatir esa puja por un futbolista que está en un momento excelso a sus 25 años, y con un Mundial en ciernes, al Sevilla sólo le queda la opción de meterse en la Champions como contraprestación deportiva para compensar la fuerza de rivales con los que no puede competir deportiva ni económicamente. Sería la mejor forma de que Sevilla y Rakitic crecieran juntos, de la mano.
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