Regreso al abecedario

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El Sevilla necesita olvidar los ecos de su triunfo sobre el Real Madrid para volcarse sin entretenimientos en su verdadera Liga, sumar. Los de Míchel buscan su primera victoria fuera.

Jesús Navas, fotografiado en la tarde de ayer en los alrededores del estadio justo antes de montarse en el autobús que llevó al Sevilla al aeropuerto.
Jesús Navas, fotografiado en la tarde de ayer en los alrededores del estadio justo antes de montarse en el autobús que llevó al Sevilla al aeropuerto.
Jesús Alba / Sevilla

24 de septiembre 2012 - 05:02

Míchel se ha encargado de inculcar a sus jugadores desde que el trabajo comenzó en Costa Ballena que hay que hacer la a antes que la b, la b antes que la c... y así sucesivamente -sin saltarse ninguna letra- hasta completar el abecedario. Parece que la lección está aprendida y eso de pensar en los objetivos antes de hacer la tarea no va con este fútbol tan exigente. Una vez aparcado el estallido de moral que supuso la victoria sobre el Real Madrid, al Sevilla le toca de nuevo volver a su realidad, que no es otra que la de sumar como una hormiguita en citas sin el tirón mediático de la última batalla librada en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

De esta forma, con el chip cambiado ya, toca medir fuerzas ante el Deportivo en uno de esos campos en los que se dice que se gestan una temporada. El equipo de Míchel llega a Riazor invicto, ofrenciendo buenas sensaciones y con la barra que mide la moral marcando el cien por cien. Y dependerá de la actitud con la que los profesionales salten a la hierba gallega evitar que el nivel de carga de esa imaginaria barra pierda porcentaje, sobre todo porque queda una semana en Nervión en la que la afición tiene mucho que decir. Mañana mismo con Kanoute como protagonista especialísimo y el sábado, ya con puntos en juego, con la consigna de tratar de repetir ante el Barcelona la fiesta desencadenada al ver hincar la rodilla al Madrid de Cristiano Ronaldo, Mourinho y el resto de dioses de esa parte del Olimpo que vive por encima de los mortales.

Por eso, porque hoy los jugadores del Sevilla se enfrentan a hombres y no a dioses, se hace necesario que las mentes estén bien despejadas. Ésta es la liga del Sevilla y de nada sirve apretar los dientes cuando hay focos si esa filosofía no tiene un mínimo de continuidad.

El comportamiento del cuadro de Míchel en sus desplazamientos, en los que ha cosechado dos empates, ha tenido luces y sombras, aunque en el cómputo general el nivel futbolístico ha sido bueno. Empatar en Granada y Vallecas, dos plazas que podrían compararse a la visita a un recién ascendido como hoy por hoy es un Deportivo en construcción, no puede considerarse malos resultados. La verdad es que ante el Rayo el trabajo no se hizo completo porque un equipo como aquel Sevilla nunca debió dejarse allí la victoria con dos penaltis a favor y un porrón de ocasiones claras. Y en Granada la primera mitad, hasta que la expulsión de Diego López sacudió al equipo, también dejó muchas cosas que mejorar.

Desde ese intermedio, cuando en el once hicieron aparición Botía y Palop, el Sevilla ha sido otro, aunque la versión definitivamente mejorada se produjo con Maduro también en el campo. Y es la gran incógnita una vez apagados los ecos del 1-0 al Real Madrid. ¿Mantendrá Míchel al holandés junto a Medel? El técnico ha añadido más suspense a la cuestión afirmando que hará modificiones tácticas y "no de nombres" en el equipo. ¿Qué quiere decir eso? Si se toma al pie de la letra y el madrileño lo cumple querrá decir que los once futbolistas que fueron titulares el pasado sábado repetirán hoy, incluida la presencia de ambos medios de cierre y la asimetría que provoca Trochowski en la izquierda. Eso lo descubrió Míchel precisamente en Granada, donde el alemán ocupó la banda del sacrificado Reyes y por ahí llegó el empate de Negredo. Ahora bien, la posición que ocupen Maduro y Medel puede variar porque las connotaciones del rival no son las mismas. El chileno, sin tantas ayudas a Cicinho, puede tener hoy más libertad para presionar más arriba, convirtiendo el dibujo en una especie de 4-1-4-1 con el jugador formado en la cantera del Ajax como único vigilante por delante de la defensa. Podría ser. O a lo mejor no. A lo mejor Míchel no cumple su palabra -no tiene por qué hacerlo- y cambia en otra dirección.

Pero ya sea con una disposición o con otra, la letra siguiente en ese abecedario que debe cumplir este nuevo Sevilla es ganar su primer partido fuera de casa. Aunque es verdad que no es precisamente Riazor un estadio históricamente propicio para los blancos. Durante muchos años bestia negra del sevillismo, el Deportivo derramó ríos de tinta y literatura de derrotismo, una dinámica que cortó en seco y de manera radical el Sevilla de Juande, semifinal de la Copa del Rey incluida.

Hoy por hoy, lo del cuadro coruñés es otra historia. Regenerándose de la mano de un técnico de los que gustan ahora, actual, los blanquiazules también están invictos en su regreso a Primera División y José Luis Oltra es un entrenador metódico que ordena bien a sus equipos. Razón de más para que la concentración sea máxima y el recuerdo del triunfo sobre el Madrid se quede en la caseta. Y para que la mayor calidad en la acera de Nervión (Jesús Navas, Negredo...) marque diferencias.

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