Sigue el 'Yes we camp'

Los acampados en la Encarnación acuerdan en asamblea mantener la protesta de forma indefinida tras las elecciones · Kiko Veneno ofrece un concierto en las 'setas'

Kiko Veneno, durante el concierto que ofreció ayer en las setas en señal de apoyo a la acampada.
Kiko Veneno, durante el concierto que ofreció ayer en las setas en señal de apoyo a la acampada.
Fernando Pérez Ávila

24 de mayo 2011 - 01:00

Miss Capitalismo recibe al visitante nada más subir las escaleras de acceso a la parte más alta de la Encarnación, esa que el alcalde inauguró como Plaza Mayor y a cuyo rótulo alguien le ha tapado la r final y le ha dibujado un 15 entre palabra y palabra. "Plaza 15 mayo", es lo que se lee ahora, en referencia al día que arrancó este movimiento ciudadano que buscaba agitar las conciencias antes de las elecciones municipales y que ahora sigue adelante, asamblea tras asamblea, en forma de acampada perenne bajo las setas del Metropol. Miss Capitalismo es un esqueleto vestido con ropa de mujer, con una pamela negra protegiéndola del sol y cargada con bolsas de la compra. Alguien le ha colocado un cartel que dice "La revolución no pide permiso".

A la izquierda está la consigna, donde los jóvenes que pernoctan cada noche aquí desde el 15 de mayo dejan sus sacos de dormir. Hay varias mesas repartidas por el campamento. En una de ellas dos personas se encargan de recoger las firmas de los ciudadanos que prestan su apoyo a los acampados. "Somos apolíticos. De las elecciones estamos un poco al margen, pero será mejor que hables con el departamento de Comunicación", dice la joven de la mesa cuando este periodista se identifica como tal, señalando a un toldo azul en el otro extremo. El departamento de comunicación, dice, como si se tratara de una gran empresa perfectamente organizada en secciones cada una de las cuales tiene un cometido. Al fin y al cabo el campamento de la Encarnación funciona así, con secciones prácticamente independientes que se encargan cada una de que la iniciativa siga viva.

En el departamento de Comunicación está Iván, un joven ingeniero que maneja continuamente un portátil e informa puntualmente de las actividades del campamento por las redes sociales, sobre todo a través de Twitter. La electricidad se la ceden unos vecinos, mientras que otros les han dejado las claves de sus routers wifi para que puedan tener conexión a internet. Las contraseñas están escritas en un cartón. Sobre la mesa hay varios móviles. Uno de ellos tiene la pantalla rota en mil pedazos, pero sigue funcionando.

"Nuestra intención no ha sido nunca la de influir en la gente a la hora de votar. Eso debe de quedar claro. Este movimiento ha surgido el 15 de mayo como podría haber surgido hoy. Por eso ni debemos ni queremos valorar los resultados de las elecciones", dice Iván, que admite que la indignación con el sistema político actual que originó el espíritu del 15-M ha podido reflejarse en la victoria aplastante del PP en las urnas.

El futuro del movimiento se está perfilando. En el campamento todo se decide en asambleas. Absolutamente todo, desde la mera organización interna hasta la continuación de la protesta tras las elecciones. La mayoría ha decidido seguir adelante de manera indefinida y llevar la revolución a los barrios. "Particularmente pienso que ponerle una fecha de fin a un movimiento como éste es un error. Por eso debemos seguir aquí y también informar a la gente de los barrios de lo que hacemos y de quiénes somos, para que no se nos malinterprete ni la gente se confunda cuando nos ve porque hay todavía mucha desinformación". Mientras Iván habla, en un extremo del campamento hay precisamente una charla sobre la forma de exportar la voz de los indignados a los barrios de Sevilla.

"Esto es algo abierto y todo el mundo puede opinar y aportar su granito de arena. El manifiesto ya lo conoce la gente y está ahí, pero quien quiera puede venir a aportar su idea para mejorar este país". De hecho, de las primeras quejas contra el sistema político, los banqueros y la corrupción, el movimiento ha evolucionado más a otras reclamaciones. Algunas de ellas son un tanto utópicas, como la defensa de los derechos de los animales, asunto que se debatía la tarde del domingo en una de las asambleas.

En el campamento duermen cada noche unas 200 personas, pero durante todo el día hay bastante trasiego de gente. Algunos son curiosos, que vienen simplemente a echar un vistazo; otros, turistas; otros quieren mostrar su apoyo a los campistas o simplemente llevar a sus hijos a jugar un rato al parque infantil de la plaza. Los troncos de las setas están completamente repletos de carteles, cada uno con una leyenda distinta, una protesta o una idea para hacer del mundo un sitio más humano y más justo. Del Yes we can al Yes we camp. La plaza se llena a las ocho de la tarde, cuando miles de personas se acercan a diario a las concentraciones de protesta, que la asamblea también ha decidido mantener. Un poco antes cantó ayer Kiko Veneno en las setas. Allí todavía se mantiene viva la Spanish Revolution.

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