Motín en el vuelo 2211
18 pasajeros se bajan de un avión en San Pablo al ver desde la ventanilla a un empleado quitar una pieza con un destornillador
Sentado en el asiento del avión que le iba a llevar a Barcelona, el arquitecto Bico Bermúdez vio con sorpresa desde la ventanilla cómo un señor con corbata trataba de separar una pieza del ala izquierda haciendo palanca con un destornillador. Como no lo lograba, comenzó a darle unos cuantos puñetazos y martillazos hasta que la pieza salió. Luego la volvió a colocar con las manos.
Aquello provocó una especie de motín en el pasaje del vuelo, que se encontraba ya listo para despegar en la pista del aeropuerto de San Pablo. Era el vuelo 2211 de Vueling Sevilla-Barcelona, que salía del aeropuerto de San Pablo a las nueve de la mañana del pasado domingo. La compañía asegura que se trataba de una operación simple de mantenimiento que fue llevada a cabo por dos mecánicos. Al no implicar ningún riesgo para el pasaje ni para la tripulación, esa operación se llevó a cabo con los pasajeros a bordo de la aeronave.
Los viajeros comenzaron a quejarse y amenazaron con bajarse del avión. Algunos tomaron fotografías y vídeos de las maniobras con las que el mecánico trataba de colocar la pieza. Una azafata les explicó que podrían presentar una reclamación pero que en ningún caso se les reembolsaría el dinero del billete. Esto provocó que algunos de los que amenazaban con bajarse se lo pensaran mejor y decidieran seguir en el avión. Pero otras 18 personas prefirieron perder el dinero del vuelo y se apearon de la aeronave. Luego presentaron una reclamación en el aeropuerto contra la compañía aérea. El avión salió con una hora de retraso y llegó a Barcelona sin mayores incidencias.
"Nos dijeron que había un problema con una válvula y que ese señor era un mecánico. No lo pongo en duda, lo único que digo es que es un mecánico muy elegante, porque es el primero que veo con camisa y corbata", explica Bico Bermúdez. "Tampoco pongo en duda que era una operación de mantenimiento, pero sí que ese hombre no tenía las herramientas adecuadas porque hubo un momento en que se lió a puñetazos con la chapa. Lo que hicieron fue una chapuza, eso sí, una chapuza que resultó efectiva porque el avión llegó. Pero yo no estaba dispuesto a pasar una hora y media acojonado por ahorrarme los 80 euros que costaba el billete". En su reclamación, este arquitecto puso a disposición de la compañía los vídeos y las fotografías que tomó, una de las cuales se reproduce junto a estas líneas.
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