Fallece Meye Maier, la diseñadora bilbaína que se instaló en Carmona
Se fue de Sevilla a su pesar. Y privó a la ciudad de su misterio, su capacidad para la fascinación cotidiana, sin ruidos ni alharacas. El pasado miércoles, cuando la ciudad festejaba la conquista de la Copa del Rey de uno de sus equipos, moría Meye Maier Allende, diseñadora de moda y reputada perfumista.
Meye Maier nació en Las Arenas (Vizcaya), hija de Enrique Maier, campeón de tenis en Wimbledon en dobles, y de Meye Allende, que fue campeona de España de golf. Meye fue modelo antes que diseñadora y llegó a trabajar con el modisto cordobés Elio Berhnayer. En Carmona instaló su taller de lencería y pese a los oropeles y fogonazos de lo que algunos llaman cultura y otros vida social siempre se resitió a la vida capitalina.
Su hermano Carlos informó del fallecimiento de una mujer que diseñó fragancias y era una apasionada a la jardinería. Antes de irse a vivir a Madrid, desde su taller de Carmona abrió un pequeño consulado en Sevilla, una tienda con sus producciones en el barrio de Santa Cruz. Un buen día se cansó de las obras y del aspecto de parque temático que cobró el barrio, de la inseguridad y el vandalismo, le echó el cerrojo y se fue a Madrid.
Estuvo casada con el escritor y estudioso taurino Pedro Romero de Solís, con el que tuvo dos hijos. "La conocí en 1987", recuerda Teresa Torres, diseñadora sevillana afincada en Cádiz, "con su maletita llena de camisas, su sombrero, era una Mary Poppins bellísima".
Formó parte de la tertulia Las Mujeres de los Lunes. Una de sus integrantes, Pilar del Río, esposa y traductora del premio Nobel José Saramago, entonces periodista afincada en la ciudad, insinuaba en los inicios de aquella tertulia que más de una de las mujeres que a ella acudía lo hacía pretendiendo "que Meye Maier les venda la ropa más barata".
Su madre era una asidua clienta de Balenciaga y su hija donó al Museo del diseñador bilbaíno 45 vestidos, tres sombreros y una colección de fotografías. Meye Maier siempre destacó por su discreción y su elegancia. Buena amiga del fotógrafo Atín Aya, que compartía con la diseñadora una mirada especial.
Meye Maier fue más de Carmona que de Sevilla. Aprendió de las encajeras de Bilbao y fue mucho más que una viajera romántica. Era mujer de interiores, lencería del espíritu, que se mantuvo fiel a una forma de trabajar artesanal, siendo una gran conocedora, como buena bilbaína de las claves de la industria.
En Sevilla deja un grupo de amigos y probablemente de anónimos clientes, novias que estrenaron algún salto de cama de su cosecha o que sintieron el hechizo al ver alguna de sus creaciones en el escaparate junto a la calle Jamerdana, donde nació Blanco White, el sevillano heterodoxo que está enterrado en Liverpool.
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