El 'secuestro' de los controladores

El colectivo denuncia el "acoso laboral" y las "amenazas" que sufren tras los últimos recortes laborales y el "sometimiento" que les impide conciliar la vida familiar y laboral

Carmen Gavira

09 de mayo 2010 - 10:32

"Trabajamos poco y ganamos mucho". Éste es el concepto que la opinión pública tiene de los controladores aéreos, una "imagen falsa que se han encargado de transmitir los políticos, que han despreciado y denigrado nuestro trabajo", critica Fernando Recuero, portavoz en Sevilla del sindicato de controladores aéreos. La mayoría de la gente no sabe en qué consiste controlar una torre de control y desconocen la responsabilidad penal que conlleva, según cuenta César Álvarez, delegado del centro de control de Torrejón, en Madrid.

Desde el pasado mes de febrero, cuando el Gobierno, a través de un decreto ley, comenzó a hacer recortes de salario, este colectivo se muestra "muy descontento e indignado" por la "complicada y dura situación laboral" que están atravesando. Algo que consideran "inconstitucional", pues no se respetan algunos artículos los derechos de los trabajadores, según dicen. Por ello, piden una negociación a la que por ahora Aena se ha negado.

Imposiciones, amenazas, acoso laboral, reducción de sueldo, escasez de personal, aumento de horas de trabajo y de días, ya que "hay veces que no respetan nuestros descansos". Éstos son algunos de los problemas a los que se enfrentan diariamente los controladores aéreos. "Circunstancias que nos impiden, por completo, conciliar la vida laboral y familiar", afirma Recuero, que trabaja en la Torre de Control del Aeropuerto de San Pablo, en la que hay 18 controladores.

Recuero, al igual que otros compañeros, tiene dos hijos y se está planteando ir al trabajo con ellos cuando en sus días de descanso le llaman y le dicen que tiene que ir a la torre: "Hay veces que te llaman, yo estoy con mis hijos, mi mujer en el trabajo y no tengo con quien dejarlos; no podemos decir que no vamos ya que nos incoan un expediente y nos dicen que nos atengamos a las consecuencias. Estamos amenazados", denuncia.

Algo parecido le ocurrió a una compañera del Centro de Control de Tráfico Aéreo de Sevilla, que tiene un bebé de ocho meses. La chica terminó su turno y le comunicaron que tenía que hacer el turno de noche. Su marido trabaja en la torre y salía a la una de la madrugada. No sabían que hacer con la pequeña y cuando comentaron el problema le dijeron: "No hay nada que hacer". Pidieron permiso a Madrid, donde le contestaron que "su obligación era ir a trabajar y si no, que se atuviera a las consecuencias".

Según este colectivo se han negado hasta permisos de lactancia. "Eso no se justifica de ninguna manera", reitera Recuero, que se queja de no poder planificar nada, ya que no sabe cuándo descansará ni si una llamada le fastidiará su descanso. "Los vuelos se imponen. Nosotros no importamos. Hemos planteado varias opciones pero nadie ha movido un dedo", concluye Álvarez, que como Recuero, afirma que es como si estuvieran "secuestrados". Según ellos, la plantilla está sometida a un "maltrato constante por parte de la empresa que es la que lo decide todo".

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