La fábrica de los proyectos perdidos
Patrimonio Junta y Estado han dejado solo al Ayuntamiento en la labor de restaurar el emblemático edificio
Pese a que se han llegado a proponer hasta ocho planes distintos para dar uso a la Fundición de Artillería, lo único cierto a día de hoy es que una parte del edificio acogerá las oficinas provisionales de Cultura
Tras cinco años de negociaciones a tres bandas entre Ayuntamiento, Junta y Estado para dar un uso a la Real Fábrica de Artillería acorde con su importancia patrimonial, lo único que se puede decir con seguridad a fecha de hoy es que una parte del edificio acogerá a partir del próximo verano las oficinas provisionales del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS, vulgo Delegación de Cultura). Un pobre resultado para la que se especuló como una de las grandes operaciones de restauración en la ciudad de los últimos tiempos y que pretendía ser el gran legado de la era Sánchez Monteseirín en materia de patrimonio histórico.
Por falta de ideas no ha sido. Hasta ocho proyectos (algunos de ellos un tanto alocados) se han presentado para convertir a este inmenso complejo de más de 20.000 metros cuadrados en escuelas universitarias, archivos históricos, sede de tribunales de justicia, hotel de fundaciones, centro cultural, etcétera.
El gran problema de la operación es su altísimo coste. Pese a que los primeros informes apuntan a que la Fábrica de Artillería -edificio fundado en 1782- no tiene grandes problemas estructurales, lo cierto es que sus grandes dimensiones, la gran altura de sus impresionantes naves abovedadas y la complicación que supone cualquier restauración de un inmueble histórico elevan el precio de la intervención a algo más de 70 millones de euros, un cálculo provisional que, con seguridad, crecería considerablemente una vez se estudiase la intervención a fondo.
Pese a sus posturas iniciales, tanto la Junta de Andalucía como el Ministerio de Cultura ya han dejado claro al Ayuntamiento -titular del inmueble- que no cuente con ellos. Atrás queda el proyecto de compartir a partes iguales los costes con la intención de ubicar en el inmueble el Archivo Histórico Provincial (del Estado, actualmente en condiciones más que penosas en el edificio de los Antiguos Juzgados) y el Archivo General de Andalucía, una institución para la que la Consejería de Cultura quiere un "hito arquitectónico", un gran edificio contemporáneo que sirva para reforzar la "identidad" andaluza y la historia de la Autonomía.
El Ayuntamiento, la administración que, precisamente, siempre dudó más sobre qué uso quería darle al inmueble, tiene razón para sentirse traicionado ante los vaivenes de Ministerio y Junta. Han sido años de titubeos que pasaron del entusiasmo de la ministra Carmen Calvo, que llegó a proponer hacerse cargo de la mayor parte del coste de la operación a la postura más templada de César Antonio Molina, que propuso pagar sólo un tercio después de que intercediera su amigo y ex delgado municipal de Cultura Juan Carlos Marset, y a la total indiferencia de la actual titular del ramo, Ángeles González-Sinde, que ya ha anunciado que no se invertirá ni un euro en la Fábrica de Artillería y que el Archivo Histórico Provincial tendrá que aguantarse un largo tiempo más en la calle Apodaca. No están los tiempos para muchos derroches económicos.
Por su parte, aunque la Junta hable de "hito arquitectónico" para su archivo sabe que, por ahora, esta expresión no es más que un brindis al sol y, aunque afirma que ha realizado el estudio de necesidades del futuro edificio, ya ha pospuesto la decisión final de construcción para la próxima legislatura.
Al final, el Ayuntamiento, que tampoco está sobrado económicamente, se ha quedado solo en su empeño de darle un uso a la Fábrica de Artillería. Recientemente, anunció que, una vez se consuma el traslado de las oficinas de la Delegación de Defensa (actuales inquilinos del inmueble) a los chalés de los Artilleros (algo que se prevé para el próximo verano) se mudarán allí de inmediato las oficinas del ICAS, que debe abandonar su actual sede el la calle Silencio para cumplir con el mandato del Pleno de entregar estas dependencias a la hermandad homónima. Eso sí, las dependencias de Cultura sólo ocuparán un 7,5% del espacio de la Fábrica (1.500 metros cuadrados), justo donde se encuentran las actuales oficinas de Defensa (la banda que da a Eduardo Dato) y, por lo tanto, la zona mejor conservada hasta la fecha.
Aunque el Ayuntamiento vende este traslado como una forma de apostar por la Fábrica de Artillería, lo cierto es que está haciendo de la necesidad virtud. Las oficinas del ICAS tendrían que trasladarse al antiguo Mercado de la Carne una vez restaurado, pero este proyecto también duerme el sueño de los justos debido a la disparidad de criterios entre el Consistorio y la empresa encargada de la restauración, Sando.
Además, el Ayuntamiento prevé ceder un espacio del edificio a la Fábrica de Arte, una iniciativa ciudadana de dinamización cultural.
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