Las dos caras de Umberto Eco
Universidad Un Paraninfo hasta la bandera sirvió de escenario a la ceremonia académica
La Universidad de Sevilla inviste doctor honoris causa al autor de 'El nombre de la rosa', el gran intelectual italiano que ha hecho del tebeo alta cultura y de la novela detectivesca una excusa para hablar de filosofía
Si hay algo que tienen en común un tebeo de Corto Maltés con la filosofía de Santo Tomás de Aquino y la novela detectivesca es que han formado parte de la inagotable curiosidad de Umberto Eco, el gran intelectual italiano que ayer fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Sevilla.
Para recibir en la comunión de los sabios al gran referente contemporáneo de la semiótica (estudio de los signos en la cultura y la vida social), el Paraninfo de la Hispalense se puso ayer de tiros largos con pendones históricos, maceros, pertigueros y los doctores vistiendo sus togas y birretes de colores eléctricos que contrastaban con los latines y la solemnidad de una liturgia civil sobria y hermosa.
"Umberto Eco representa el paradigma del auténtico intelectual de nuestros días", dijo en su laudatio (discurso justificativo de la distinción) el catedrático Manuel Ángel Vázquez Medel, ya que posee la capacidad de moverse como pez en el agua tanto en los más arduos debates filosóficos como en los que se desarrollan en los periódicos.
Prueba de ello fue la jornada de ayer. Dentro del Paraninfo se pudo ver a un Umberto Eco desplegando su vasta erudición y su sagaz inteligencia al disertar sobre la enciclopedia barroca y la fascinación de los hombres por clasificar en listas y sistemas la vasta complejidad de un universo que parece infinito. Fue un discurso profundo pronunciado en un italiano ronco e irónico y acompañado de transparencias y esquemas que delataban un minucioso trabajo de académico infatigable. Cuando un hombre acumula 38 doctorados honoris causa no es por casualidad. De este texto, una idea para enmarcar: "El fin del hombre de ciencia es, desde Galileo en adelante, el de no fiarse de las definiciones canónicas para observar y describir las infinitas propiedades de las cosas".
La otra cara, la del intelectual comprometido con su tiempo y atento a todos los debates de la cultura contemporánea, se pudo contemplar posteriormente. El jovial e incansable autor de El nombre de la rosa (cualquiera diría que tiene 78 años) se reunió con los periodistas para contestar con la generosidad única de los grandes todas las preguntas, desde las más inocentes hasta las más complejas.
Comenzó entonces el bombardeo de ideas y reflexiones para la memoria, especialmente las relacionadas con la nueva era digital. "Internet es una parodia de la enciclopedia, porque reúne tanto las informaciones verdaderas como las falsas", dijo Umberto Eco, un tanto escéptico con la red, quien también recordó que "la función de la cultura no es sólo atesorar conocimientos, sino también desechar los que son falsos. En este sentido, la calidad de una biblioteca se caracteriza tanto por los libros que tiene como por los que no ha querido tener". En un guiño más a Borges (uno de sus escritores de referencia) dijo que internet es como Funes el Memorioso (personaje de un cuento del argentino) "que recuerda todas las palabras que ha escuchado, lo cual lo acerca a la imbecilidad".
Para el autor del mítico ensayo Apocalípticos e integrados en la cultura de masas internet es "incapaz de reducir al orden a su propia multiplicidad, ni nos ofrece instrumentos para crear, desde su caos, un orden posible". Es por ello, que Eco aboga por enseñar a los más jóvenes a acercarse a esta herramienta ya inevitable con sentido crítico.
Sobre los agoreros que han profetizado la defunción del libro en papel ante el nuevo e-book, fue tajante: "Desde hace 15 años me preguntan si el libro en papel va a morir. Yo siempre envío el mismo artículo. El libro en papel sigue siendo la tecnología más segura para guardar la información, porque los otros soportes no sabemos cómo van a funcionar en el futuro".
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