La duquesa y el monumento

Tribuna

Antonio Rodrigo Torrijos, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla y portavoz del grupo municipal de IU detalla los motivos por los que se opone al homenaje a Cayetana de Alba en forma de estatua en los Jardines de Cristina.

La duquesa y el monumento
La duquesa y el monumento

30 de octubre 2009 - 20:08

Se ha llevado a la Comisión Local de Patrimonio, de la que formo parte, la propuesta de la colocación de una estatua de la duquesa de Alba, donada por particulares, en unos jardines de nuestra ciudad. Mi voto ha sido negativo. En mi opinión esta señora no merece el homenaje y reconocimiento que significa tener una estatua en Sevilla. No percibo lo que ha hecho por Sevilla. No encuentro su inversión productiva en nuestra ciudad. No veo sus apuestas estratégicas en ningún lugar ni tampoco los beneficios que supuestamente agradecemos rindiéndole los honores de un monumento. Porque…

¿Qué presuntos méritos, favores o proezas debemos reconocerle los sevillanos y sevillanas a la señora María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart? Ninguno. ¿Es acaso porque acumula una de las fortunas más grandes de España? ¿Es quizás porque es la persona que más títulos nobiliarios posee de toda Europa? ¿Tenemos que homenajearla con una estatua porque tiene casas, palacios, castillos, fincas, terrenos, propiedades inmobiliarias, innumerables sociedades mercantiles, participaciones bursátiles o una incalculable colección de arte? Si es por esto, me ofende que por ser obscenamente rico alguien merezca un homenaje de los sevillanos. De manera especial en este marco de crisis económica y financiera en el que muchas personas están perdiendo sus pisos por no poder atender ni siquiera la letra de la hipoteca.

Pero si no tiene razones para el reconocimiento por los tesoros que acumula, menos aún cuando aumenta su ya inmenso patrimonio con dinero público, procedente de subvenciones europeas de la Política Agraria Común, de las ventajas fiscales por sus innumerables sociedades y sus eficaces fundaciones, por valor de muchos millones de euros al año, de imposible conocimiento dado que España es de los pocos países en donde no se publican datos sobre estas “ayudas”.

Si es por ser una de las mayores terratenientes de Europa habría que preguntar si la homenajeada se lo merece a los trabajadores del campo. Y para mí, quien llama “delincuentes, gentuza y cuatro locos” a los trabajadores, no puede tener el apoyo de una fuerza política como Izquierda Unida comprometida con la defensa de los intereses de la clase trabajadora.

Mi fuerza política y yo mismo como su portavoz municipal, no encontramos derechos de homenaje por tener un inmenso patrimonio o una incalculable fortuna; pensamos que no hay razones para reconocer que una colosal riqueza ociosa tenga que ser premiada por algo; opinamos que incrementarla con subvenciones de dinero público no es motivo sino para reconocer la injusticia de un sistema capitalista que hace aún más ricos a los ricos.

Pero desde luego, quien por insultar a los que luchan legítimamente por defender y disputar sus condiciones de trabajo a los latifundistas del siglo XXI, a quienes encima se niega el respeto y la consideración que merecen por su trabajo en el campo, no debe esperar ningún homenaje que legitime socialmente los valores de la acumulación de la riqueza, la promoción de la desigualdad, el fomento de la injusticia o el desprecio a los trabajadores.

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