Elegía de un sevillano en la Vuelta
EL carril bici empieza a dar sus frutos: 21 años después, un sevillano de la capital, Antonio Piedra, ha vuelto a participar en la Vuelta Ciclista a España. El último, en la edición de 1988, fue José Rafael García, Rafalete. Esa relación causa-efecto es un silogismo en bárbara. París está lleno de carriles bici y los franceses llevan un cuarto de siglo sin ganar una edición del Tour de Francia, una asignatura pendiente con Mitterrand, con Chirac y con Sarkozy. Pero la novedad de Piedra, vecino de Heliópolis, estudiante de tercero de Ingeniería Industrial, sí es un símbolo de los cambios cotidianos que la introducción de la bicicleta está produciendo en los hábitos del sevillano de a pie y a pedal.
"A mí me ha cambiado la vida por completo". Manuel Gallego de Gálvez es usuario todos los días del servicio de Sevici para trasladarse desde la calle Feria hasta su bufete de asesor fiscal en República Argentina. "El coche apenas lo cojo, salvo los días que ha hecho mucha calor". Este ciclista de paisano lo tiene calculado: hace 15 kilómetros diarios en bici, aunque el uso tiene añadidos de triathlon. "Si vas después de las ocho de la mañana al final de Calatrava, no queda una bicicleta".
Efectivamente, muy pronto se quedan solos en su podio escultórico Chicuelo, Caracol y la Niña de los Peines. Las bicicletas vuelan mientras José Gómez del Moral pone a punto su tienda para la nueva temporada. "Es que son muchos gastos, el coche, la cochera", dice este egabrense, el único español que ganó la Vuelta Ciclista a Colombia, que discretamente celebra su contribución hace medio siglo al triunfo del toledano Federico Martín Bahamontes en el Tour de 1959.
"Yo tengo dos bicicletas, pero no soy usuario del carril bici". Bonifacio Guzmán es informático y quiere utilizar estas nuevos itinerarios que forman parte de la ciudad. Tiene que cambiarse el chip porque llega antes en ordenador que en bicicleta. Antonio Piedra no está solo en la Vuelta. También corren dos ciclistas de Carmona, Jesús Rosendo y Javier Ramírez Abeja, amigo personal de Alberto Contador y compañero de entrenamiento del doble campeón del Tour. La capital es llana y la provincia suavemente montañosa, con picos como los que adornan las alturas de Algámitas o Guadalcanal o la cuesta de Melonares, donde en tiempos de bonanza financiera Mario Conde se comprometió ante el entonces alcalde de Castilblanco de los Arroyos, Manuel Ruiz Lucas, a organizar una prueba ciclista apadrinada por el banquero antes de cambiar la finca Los Carrizos por el presidio.
Mathias, 23 años, y Bibi, 21, están en Sevilla con una beca Erasmus. Estudian respectivamente Física y Derecho y Economía. Son alemanes de Münster y cogen sendas bicicletas en la terminal de la Alameda próxima a Las Maravillas. "Hay más estaciones en Sevilla que en cualquier ciudad alemana", dice Mathias. Bibi cuenta que en algunas ciudades alemanas, el servicio de bicicletas lo lleva una empresa de ferrocarriles.
La bicicleta se ha convertido en una ventaja y en un nuevo peligro para el viandante. "¡Pedro, Lucía, salir ya, cuidado con la bicicleta!", dice un abuelo a sus nietos junto a una de las fuentes de la Alameda que en busca de refresco también atraviesan los ciclistas.
El policía local conoce a media calle Amor de Dios. Parece el barrendero de la película de Tati Un día de fiesta. "Adiós, Manolito", le dice el agente a un veraniego Manolo Loreto, que sólo usa la bicicleta para sus excursiones. "En la ciudad, prefiero ir a pie o en autobús", dice este histórico de la lonja del pescado, recién llegado de Tarifa "donde he recargado los pulmones para las saetas".
Hubo un ciclista apellidado Sevilla y de nombre Óscar que es de Albacete. Una de las eternas promesas de esta competición, la Vuelta a España, que sale en uno de los capítulo del Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela. Ningún sevillano ganó la Vuelta ni el Tour, pero sí hubo uno que ganó el premio Planeta, Manuel Ferrand, con premio de la montaña: Con la noche a cuestas, y otro que conquistó el Nadal (El cuajarón) y antes fue cronista de la llamada serpiente multicolor, José María Requena, escritor y periodista de Carmona, paisano de dos tercios de la representación sevillana en la Vuelta.
El arquitecto Antonio Cruz Villalón es usuario de la bicicleta. Con su compañero de estudio y proyectos Antonio Ortiz emprendió un trabajo de rehabilitación en el casco antiguo de Rotterdam que le enfrentó a la fuerte presión del lobby de los ciclistas.
El pintor, escritor y galerista Pablo del Barco tiene bicicleta, pero es duda para los Dolomitas. Tiene una lesión en un pie. Jerry Johnson pasea por la calle Tarifa, entre Santa María de Gracia y el Duque. Pasa un autobús cuyo luminoso remite a una señora de la Corte: Macarena Ponce de León. Si el ex cónsul de Estados Unidos torciera por Orfila pasaría delante del Rápido Americano. No es una tienda de recuerdos de Lance Armstrong. Es una zapatería frente al Ateneo.
El carril-bici es la tercera vía y empieza a dar sus frutos. El deporte español está de moda aunque premien a una saltadora rusa. Lo dejó escrito el periodista Pepe Guzmán: "Gran actuación de los nadadores españoles: no se ahogó ninguno".
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