Un castillo de Babel o una torre de Luna
26 jóvenes de diferentes países participan en el campo de trabajo arqueológico del Castillo de Luna en Mairena del Alcor
Bajo un inclemente sol sorprende ver cómo un grupo de jóvenes, de entre 18 y 30 años, renuncia a unas paradisiacas vacaciones en la playa por la experiencia de convertirse, aunque sólo sea por un verano, en arqueólogos del Castillo de Luna en Mairena del Alcor. Sorprende aún más cuando sobre el terreno se observa que, de nueve de la mañana a una de la tarde, la energía no flaquea y que, a pesar que cada uno de ellos procede de puntos del mundo diferentes, ni la lengua ni las distintas culturas son obstáculos para el entendimiento.
Ésta es la cuarta edición del campo de trabajo internacional organizado por el Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ). "Un trabajo muy importante, ya que en quince días estos chavales realizan tareas de limpieza del foso y la cantera, así como de conservación y restauración de la vegetación de los jardines", explica la arqueóloga y conservadora desde hace ocho años de la Casa Museo Bonsor-Castillo de Luna, Ana Gómez.
Con el objetivo de recuperar el aspecto de este emblemático edificio del siglo XIV tal cual lo adquirió el hispanista y arqueólogo franco-inglés Jorge Bonsor, -quien los restauró y acondicionó para convertirlo en su residencia-museo- veintiséis jóvenes aúnan esfuerzos y ganas. "La mayoría no tienen relación con el mundo de la arqueología, pero aquí descubren que les gusta. En los conjuntos arqueológicos de Carmona e Itálica también se realizan estos campos y todos los años obtienen una muy buena respuesta por parte de los chavales", comenta Ana Gómez.
Desde Turquía, Polonia, Alemania, Eslovaquia y Francia, los chicos se han desplazado hasta la localidad sevillana con el objetivo doble de conocer el lugar y a sus gentes a la par que realizan una acción de conservación del patrimonio de forma altruista. Con este mismo fin desde distintos puntos de España (Canarias, Jaén, Galicia, Madrid, y también de localidades de la provincia como Pilas), los chicos pasan unas vacaciones donde los principales compañeros de viaje son el pico, el cepillo y la pala.
"En el foso y la cantera el principal objetivo es limpiar los moldes de los sillares que sirvieron para la construcción del castillo. Con esta labor podemos calcular cuántos sillares se extrajeron de aquí y si se emplearon sólo para la construcción del castillo o también para la de algunas viviendas cercanas", explica la arqueóloga.
Y del duro placer de desvelar los entresijos de la piedra a 40 grados a la sombra de los jardines del castillo donde un grupo, por turnos, realiza labores de acondicionamiento de la flora del lugar.
Además del trabajo de recuperación del olivar adjunto al fuerte (está proyectada su conversión en parque público), se intenta recuperar la flora del terreno con la plantación de especies autóctonas como la lavanda, el romero..., tanto en el entorno como en el interior del castillo.
En este espacio la fauna tampoco pasa desapercibida. Ana Gómez hace un inciso y reseña la importante colonia de cernícalos primilla que anida todos los años en la fortaleza y que, como especie protegida, se encargan de cuidar. "Es la colonia más grande de Andalucía y posiblemente de España", destaca.
Aunque el fin sea el mismo, los intereses que mueven a cada uno de estos voluntarios son diferentes. El gusto por la historia, el aprender el idioma o, incluso, tomar una buena dosis de rayos de sol son los principales motivos que llevan a estos "jóvenes arqueólogos" a trasladarse de su lugar de residencia. "Yo no conocía nada de Mairena del Alcor y, después de una semana aquí, estoy muy contenta", afirma Elena, estudiante de Psicología de Orense (Galicia). Lo mejor de este proyecto, "la cantidad de gente que conoces"; lo peor, "el tener que trabajar a pleno sol", destaca la joven, que opina que ésta es una buena manera para "desconectar en vacaciones".
Del país vecino Francia, concretamente de Avignon, procede Charlotte. Es la primera vez que se desplaza hasta esta tierra de los Alcores con la intención "de trabajar en algo diferente y conocer gente", comenta. Estudiante de Educación Especial, la relación de esta joven de 23 años con el patrimonio es más estrecha, "ya que tengo familiares que se dedican a la protección del patrimonio", añade. Ya le ha dado tiempo a trabajar tanto en la cantera como en los jardines y, sin duda, "prefiero los jardines". En un futuro próximo reconoce que le gustaría seguir cooperando en otros yacimientos arqueológicos "pero de otros continentes".
En este programa de verano no todo es trabajo y la diversión también está garantizada. Los jóvenes son alojados durante su estancia en la Casa Palacio de Mairena del Alcor, lugar en el que participan de forma lúdica en los distintos talleres que se organizan (artesanía, creación de un blog cultural, taller de radio...).
Las salidas o excursiones son otras de las actividades desarrolladas los fines de semana. Ya han visitado la propia Mairena del Alcor, Carmona y Doñana -donde Jorge Bonsor realizó excavaciones-, Baelo Claudia y pasaron un día de diversión en Isla Mágica. "De todo esto quizás lo más enriquecedor sea el intercambio de culturas. Un ejemplo es la cena, donde cada uno aporta sus platos típicos y nosotros también le mostramos nuestra gastronomía", destaca la arqueóloga a los pies de la torre del castillo que durante este mes bien recuerda a aquella otra torre de Babel.
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