"Sevilla es una ciudad de arribistas y desactivados"

Son y están

Itálica, la Cartuja, el Salvador y las Atarazanas son algunos de los hitos que contribuyó a recuperar quien resucita la Encarnación como Antiquarium de Sevilla, a la vez museo y centro cultural. Tras ultimar las excavaciones en el principal enclave arqueológico de la ciudad, ofrece a Ayuntamiento y Junta su plan de musealización

Fernando Amores, en la simbiosis de piedra y vidrio en las Atarazanas.
Fernando Amores, en la simbiosis de piedra y vidrio en las Atarazanas.

12 de abril 2009 - 05:03

LA infancia de Fernando Amores, nacido en Sevilla en 1955, fue parecida a la película La gran familia. Hijo de abogado y ama de casa, es el quinto de diez hermanos. "Yo estaba considerado como el artista". Vivían en El Porvenir pero estudió en los Sagrados Corazones. "Era amigo de Atín Aya, íbamos juntos al colegio. Me gustaba El Porvenir porque había un ambiente familiar de educación tradicional pero a la vez más abierta". Escogió la carrera de Arte y empezó a interesarse por la arqueología. "Fueron buenos años de universidad, entre el 72 y el 77. De compañeros de clase estaban, por ejemplo, Juan Lacomba, Nonio Parejo y Carlos Colón".

-¿Como estudiante se ve muy distinto a quienes son sus alumnos?

-Eran años en los que no se pensaba en el paro, sino en la aventura personal en pos del conocimiento. Eso se está perdiendo. Ahora veo a la mayoría de los estudiantes predeterminados a hacer sólo lo que facilita un empleo. La carrera de Arte la teníamos sólo por las tardes, y aprovechaba por las mañanas para empezar a estudiar Itálica y hacer otras muchas cosas. Y todos los veranos dedicaba las vacaciones a campañas arqueológicas con el profesor Manuel Pellicer. Seguía el consejo de mi padre: "Tanto sabes, tanto vales".

-¿Cuál fue su debut profesional?

-La elaboración de la carta arqueológica de los Alcores. Empecé a trabajar en 1980 con el arquitecto Fernando Mendoza, hemos colaborado mucho: Santa Paula, San Bartolomé, El Salvador,…

-¿Cómo fue su etapa de arqueólogo provincial y director de Itálica?

-De 1984 a 1986, casi todo estaba por hacer. Empezamos a potenciar la conservación y el conocimiento, más incluso que las intervenciones de expertos que engordan su curriculo con acciones que no son reversibles. Por entonces se había robado en Itálica el mosaico de Tellus (nunca ha aparecido). Ya plantée entonces que los mosaicos no quedaran al aire libre porque sufren todo tipo de desgastes, deben seguir en su emplazamiento original con cubiertas que permitan verlos y protegerlos del sol, la lluvia, la suciedad, etc. Es de las inercias que aún no se han resuelto.

-Destaque una aportación suya.

-En Itálica se aplicaron por vez primera en Sevilla prospecciones geofísicas, coordinadas por Simon Keay (Universidad de Southampton). Una experiencia que aporta muchísima información sin destruir restos. Se descubrió que hay una Itálica tardía de los siglos IV y V d.C. que tiene completo su recinto amurallado. En Itálica, su actual directora, Sandra Rodríguez de Guzmán, hace una labor callada pero eficaz. En 2012, cuando se cumpla el primer centenario de su consideración como monumento nacional, Itálica brillará aún más.

-Cuando se interviene en un edificio histórico para recuperarlo o darle usos, ¿cómo afrontar la tensión entre continente y contenido?

-La Ley de Patrimonio tiene como apellido el término Histórico, no el Arquitectónico, que es uno de sus componentes pero no el único. Es fundamental estudiar a fondo el monumento y sus usos, comprenderlo y captar su alma para aportar una interpretación adecuada que se base en criterios objetivos. Recuerdo un intento que hubo de eliminar lo que George Bonsor había añadido al castillo que compró en Mairena del Alcor. Si se miraba ese espacio como un mero castillo medieval, los añadidos no tenían valor. Pero me negué a su destrucción porque Bonsor, como arqueólogo y coleccionista, había convertido el lugar en algo más elevado, su aportación e interpretación son referencias materiales e intangibles a respetar. La propuesta inicial a la hora de acometer la reutilización de un monumento ha de hacerse desde la humildad. La arqueología puede hacer aportaciones informativas, plásticas y de elementos de valor visual a la propuesta arquitectónica.

-Cite otro ejemplo.

-El Monasterio de la Cartuja estaba en mal estado tras la marcha de Pickman y defendí que debía seguir siendo un laberinto con aportaciones de diversos arquitectos. Es un lugar que nunca ha dejado de estar en obras desde que se fundó en la Edad Media y siempre con elementos contrapuestos.

-¿Le satisface el uso que se le da ?

-La paradoja es que ahora la huella histórica del conjunto monumental está muy diluida por ser su principal función la de sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. En la idea original, las Atarazanas se iban a dedicar a eso y la Cartuja, después de la Expo 92, daría pie a divulgar su propia historia en diversas vertientes: la de Cristóbal Colón; el expolio napoleónico y la desamortización en el siglo XIX; el patrimonio de Pickman, etc. En Alcolea del Río, en una nave de la Junta, están empaquetados y catalogados todos los objetos que encontramos. Pero, como en las Atarazanas había que invertir más dinero para recuperar el monumento, y en la Cartuja ya se había gastado, optaron por meter allí el CAAC.

-¿Cómo entró en la Encarnación?

-La Delegación Provincial de Cultura paralizó en 2002 las obras encomendadas a Martín Casillas y Ficoan, y la desafortunada intervención arqueológica que se estaba llevando a cabo. Era una patata muy caliente y, aunque había decidido dejar de excavar y dedicarme más a las clases y a publicar estudios, acepté el encargo por responsabilidad con mi ciudad.

-¿La presión de construir un complejo comercial sobre el hallazgo ha mermado su labor?

-No, he tenido medios y plazos ideales para trabajar en la Encarnación a fondo y convertirla en el corazón de la memoria de la ciudad. Estamos terminando de preparar los últimos sectores excavados y debe convocarse un concurso para su musealización, con audiovisuales, paneles informativos, material didáctico...

-¿Cuál es su propuesta?

-Ha tenido buena acogida y ahora el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura han de darle forma. Incluye a la Encarnación en un circuito de enclaves arqueológicos de Sevilla. Por ejemplo, me gustaría que se resaltara un itinerario almohade (a partir de la casa que hemos encontrado, la única hallada de esa época en la ciudad), incluyendo la Buhaira, los Baños de la Reina Mora,... Igual que la palabra nazarí representa a Granada y omeya a Córdoba, la palabra almohade debe evocar a Sevilla porque fue su capital. Y habitualmente sólo se la asocia a la Giralda, a veces a la Torre del Oro, casi nunca a su herencia en jardinería...

-¿Sería posible inaugurar el Antiquarium antes de las elecciones municipales de 2011?

-Sería posible, aunque aún no hay fecha de apertura. Mientras se musealiza un itinerario a dos niveles que van del siglo I al XII, queremos que haya jornadas de puertas abiertas, igual que se hizo en la iglesia del Salvador durante las fases de su restauración. Es importante para acrecentar el compromiso ciudadano con lo que allí hay. Sevilla tiene ahí una oportunidad. Pero para hacer bien las cosas.

-Más ideas para el Antiquarium.

-Organizar cada año dos pequeñas exposiciones temporales que fidelicen al público sevillano con el lugar, y que exhiban piezas de cualquier periodo histórico. Hay muchos temas de la historia de la ciudad sin anclaje en espacios expositivos, porque la dinámica imperante es: o montar grandes exposiciones por parte de fundaciones o no hacer nada. También se pueden ofrecer allí jornadas de cultura local. Ahora se está en el momento crucial de definir la gestión de ese espacio. Sólo hace falta un equipo de pocas personas, y que la Universidad esté ligada.

-¿Usted se postula?

-Solamente quiero ponerlo en marcha, y que después ande solo.

-¿Qué opina de la Sevilla actual?

-Es una ciudad que no debe seguir esperando y desaprovechando las oportunidades. No han de venir de fuera, las tenemos que crear nosotros cada día. La apuesta por la cultura tiene que ir en serio, y no limitarse a impulsos coyunturales. Hace falta darle continuidad a los buenos proyectos, es enorme la lista de buenas ideas que ni siquiera salen adelante y quedan abortadas a la primera de cambio. Eso quema mucho a la gente y contribuye a que sea una ciudad desactivada.

-¿Acaso no es más cómodo quedarse desactivado para no enfrentarse a quienes desactivan?

-Sí, es verdad. En Andalucía falta independencia, estamos en una sociedad cómplice, se ha visto en el boom inmobiliario. Falta ambiente de libertad creativa para favorecer la aventura personal, se envidia de Madrid y Barcelona. Ahora más de Madrid, porque Barcelona se catetiza con un nacionalismo miope.

-¿Qué echa en falta?

-En Sevilla falta humildad y sobra arribismo achulado. Es grande la carencia de educación cívica y ambiental y lo peor es que el poder local no es consciente del problema.

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