Cuando montar es mucho más que disfrutar
La Herradura ofrece desde hace un año servicios de equitación terapéutica
El calor corporal que el caballo transmite al jinete -cuando está en movimiento puede llegar a alcanzar más de 38 grados- es una de las claves que distingue la terapia con este tipo de animal de la que pudiera realizarse con cualquier otro. "Con este calor al montar se consigue que los músculos se relajen, aliviando dolores e incluso el estrés", explica Cristina Fernández, monitora de equitación terapéutica del Centro Nazareno de Terapias Ecuestres La Herradura, ubicado en el Gran Hipódromo de Dos Hermanas (www.terapiaslaherradura.com, 697 821 020).
Abierto desde finales de noviembre de 2007, el centro, que fue premiado por Bancaja como uno de los mejores proyectos empresariales 2007, ofrece un amplio catálogo de servicios que tienen siempre como herramienta de trabajo al caballo.
Más allá de las características puramente fisiológicas que justifican los beneficios terapéuticos a nivel físico, psíquico y/o sensorial, como que el movimiento del caballo es similar al de la marcha humana, son los vínculos que se crean entre la persona y el animal los que hacen de este método una experiencia inolvidable para quien la practica. "En el caso, sobre todo, de personas con discapacidad, el cuidado del caballo y la responsabilidad de tener que peinarlos o equiparlos -la terapia no consiste sólo en la monta- les hace aumentar su autoestima", comenta la también pedagoga e intérprete de lengua de signos.
En total siete jóvenes especializados (psicólogos, pedagogos, monitores de equitación terapéutica, fisioterapeutas, logopedas y formadores ocupacionales) trabajan, tanto a nivel individual como con grupos, en los distintos servicios que ofrecen. A la línea terapéutica (equinoterapia), se suma la lúdico-recreativa a través de las visitas organizadas que ofrecen a grupos escolares, asociaciones o empresas. Actividades de animación, como la celebración de cumpleaños, las de turismo accesible, con un programa adaptado para discapacitados, o la deportiva con ejercicios adaptados sobre el caballo, también dejan hueco para la formativa, a través de las escuelas de verano o las actividades como cursos o jornadas.
El Centro La Herradura dirige todas estas actividades tanto a la población infantil y a la adulta en general como a la discapacitada e incluso a aquella en riesgo de exclusión social, un colectivo este último que, según Cristina Fernández, "es sorprendente cómo reaccionan a esta terapia".
En el año que llevan en funcionamiento, muchas han sido las experiencias por las que han pasado y gracias a las cuales todos han aprendido mucho, incluso el propio equipo de trabajo del centro. Una de las más singulares resultó ser el trabajo realizado con alumnos de un instituto que tenían problemas de conducta. Cristina narra cómo "la propia profesora se sorprendía al ver el efecto positivo que tiene sobre sus alumnos más conflictivos la jornada que pasan en el hipódromo. Están más tranquilos en clase, gracias al caballo liberan su estrés y ansiedad".
Cada una de las sesiones está adaptada a las necesidades de la persona en cuestión y pueden ser muy diferentes entre ellas. Las sesiones individuales (de 45 minutos a una hora) pueden comenzar con el cepillado del equino, donde se les muestra los distintos tipos de peines y la forma correcta de ejecutar la acción a la persona, para después pasar a equipar al caballo o alimentarlo "porque con la terapia se intenta responsabilizar a la persona de todo el mundo y necesidades que rodean al animal", dice Cristina.
Los beneficios son múltiples (médicos, psicológicos, de comunicación y de integración social), sobre todo, para aquellos que están más limitados como pueden ser niños o adultos con autismo, parálisis cerebral, síndrome de Down, con problemas de audición, vista o lenguaje, entre otras discapacidades que no les impiden, sin embargo, el placer de montar a caballo.
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