Bécquer sin golondrinas
La desruralización de la ciudad, la arquitectura moderna y las emisiones de las antenas de telefonía amenazan la supervivencia de aves como gorriones, golondrinas, vencejos y lechuzas.
Las oscuras golondrinas cada vez anidan menos en la ciudad de Bécquer. La proliferación de edificios modernos impide a varias especies de aves construir sus nidos en balcones, azoteas y en los huecos de las fachadas. Gorriones, golondrinas, vencejos y lechuzas se marchan de Sevilla en busca de destinos más rurales.
"Sevilla es la ciudad de España con mayor diversidad de aves", manifiesta el catedrático de la Universidad de Sevilla Manuel Enrique Figueroa, que lleva más de 20 años analizando la avifauna de la ciudad. Sólo en la capital sobrevuelan más de 130 especies, cifra que ha aumentado en los últimos años con la presencia de aves exóticas, que no encuentran depredadores. Pero la "desruralización" de la ciudad, las políticas urbanísticas que no han respetado el hábitat de estos animales y la radiación no ionizante, entre otros aspectos, han mermado la población de determinadas especies endémicas.
"En los últimos 17 años, la presencia de las aves en el medio urbano ha descendido un 20% en todo el país", apunta Jesús Pinilla, experto ornitólogo de SEO-BirdLife. "No existe un estudio específico sobre la evolución de las diferentes especies en la capital hispalense, pero nada nos hace pensar que el funcionamiento en Sevilla sea diferente al resto de España".
Desde SEO BirdLife, que tiene su delegación territorial en el campus de la Universidad Pablo de Olavide, destacan la situación del gorrión, cuya población ha descendido más de un 5% en los últimos años. Se trata de una situación común al resto de países europeos a pesar de que el hábitat natural de este animal es la ciudad, junto a los humanos. "El gorrión sigue siendo abundante porque su población es muy extensa, pero cuando hablamos del 5% en este caso nos referimos a millones de ejemplares menos", matiza Pinilla.
Los primeros estudios sobre las posibles causas de este descenso apuntan a los efectos de la radiación no ionizante (antenas de telefonía) y la acumulación de metales pesados procedentes de las emisiones de los coches y las calefacciones. "Existe una correlación perfecta entre la intensidad de las ondas electromagnéticas y la presencia de gorriones en una zona determinada. Cuanto mayor es la primera, menos gorriones hay", explica Pinilla. "Se desconoce aún si esto afecta a su salud, pero sí es seguro que influye en su comportamiento".
Otra de las posibles causas es que cuenta con menos lugares para anidar, menos alimentos y la presencia de más competidores, como el mirlo y la tórtola turca, en expansión. La limpieza de las calles también afecta a estas aves, que se sirven de los restos humanos y los frutos de los árboles. "Existe una correlación entre el estatus socioeconómico de una ciudad y la presencia de esta ave. A los gorriones les gustan más los barrios pobres", apunta Jesús Pinilla.
En el caso de las golondrinas, estrictamente insectívora, el uso de productos fitosanitarios hace que la disponibilidad de alimentos sea menor. Además, "la contaminación de la ciudad puede afectar al desarrollo o la fertilidad de estas aves", comenta el delegado en Andalucía de SEO BirdLife.
El profesor Manuel Enrique Figueroa, por su parte, señala la "desruralización" de Sevilla como principal causa del descenso de golondrinas en la ciudad. "Las golondrinas necesitan cuadras, animales, y se van a zonas más rurales. Pero con los huertos urbanos podríamos recuperarlas. Es una oportunidad que no debería perder el Ayuntamiento y seguir fomentando los huertos urbanos".
También se encuentran en descenso las aves rapaces nocturnas, como la lechuza o el autillo, aunque aún se pueden observar, y escuchar, en puntos como la Plaza de San Leandro, conocida popularmente como la Pila del Pato, y en el ficus de la Plaza Cristo de Burgos, además de en los grandes laureles de Indias que hay en la ciudad y en el barrio León.
"La lechuza es muy exquisita, muy de ciudad antigua y ya no tiene dónde anidar", explica Figueroa. "Necesita azoteas, cuartos perdidos en las azoteas con ventanas abiertas medio ruinosos o iglesias abiertas, y ahora se cierra todo, se ponen rejas, la lechuza no tiene dónde estar. A menos que se haga una política de recuperación de la lechuza, seguirá decayendo hasta desaparecer de la ciudad".
El problema del cernícalo primilla, por otro lado, es que cada vez tiene que ir más lejos a comer, y el coste energético que le supone ir hasta los campos y volver al nido, dejando desprotegida a la hembra, que está empollando, no le compensa. Lo que mantiene a la colonia del centro de la ciudad son los insectos que revolotean sobre los focos de luz.
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Figueroa, coautor del libro Calles aladas: Las calles de la ciudad de Sevilla y su entorno (Universidad de Sevilla, 2006), descarta que la disminución de ejemplares se deba a la proliferación de especies exóticas, como la cotorra de Kramer: "No está demostrado", asegura.
La riqueza ornitológica que posee la ciudad se debe, según Figueroa, a su cercanía con zonas rurales, la existencia de numerosos edificios antiguos, parques y jardines, la falta de industrias, y su ubicación clave entre África y Europa. "Las aves son fisonomistas, detectan perfectamente la heterogeneidad espacial. Así, cuanto mayor heterogeneidad haya en una ciudad, mayor diversificación de las aves. Y Sevilla lo cumple", apunta el catedrático en Ecología.
El Alamillo es el parque que más ejemplares concentra. Investigadores de la Facultad de Biología de Universidad de Sevilla contabilizan en el libro Calles aladas hasta 77 especies distintas en este espacio. Le sigue el parque Infanta Elena, con 36; y el de Miraflores, con 35, como el ruiseñor bastardo o el triguero. También en los jardines del Alcázar se pueden observar hasta 20 especies distintas, como el pinzón vulgar, el ánade real y la grajilla. Pero el ruido que provoca la cercanía de la ronda de la SE-30 en los parques como el de Amate, el de Miraflores y Guadaíra perjudica cada vez más la presencia de pájaros en estos espacios verdes, así como el de las grandes avenidas, como ocurre en el parque de Los Príncipes, donde también se producen atropellos.
Por su ubicación y clima mediterráneo, las aves en Sevilla varían según la estación del año, como es el caso de las lavanderas blancas, presentes sólo en invierno. "Sevilla tiene el mayor dormidero de España de lavanderas blancas. Puede haber unos 250.000 ejemplares", anota Figueroa. "Es un espectáculo verlas de noche en los árboles de Eduardo Dato y junto al estadio Sánchez-Pizjuán". También es común verlas junto a la Estación de Santa Justa
Esta especie se ve afectada por el "distanciamiento que hay en la política municipal de poda y la nidificación de las aves", comenta el catedrático. "He visto podar de forma indiscriminada en la época de nidificación de la lavandera blanca. La política de gestión del verde urbano debería tener en cuenta la biología del ave en Sevilla".
El petirrojo es otra de las especies migratorias muy presentes en los parques de Sevilla durante el invierno, así como el estornino. En la primavera y el verano son más comunes los vencejos, el avión común y el cernícalo primilla, que se concentra, sobre todo, en los alrededores de la Catedral y la Plaza del Salvador. "Recomiendo ir las noches de verano a la plaza Virgen de los Reyes y mirar hacia la Catedral. Esos puntitos que vemos en el cielo son cernícalos primilla, todo un espectáculo", señala Manuel Enrique Figueroa.
En el cielo de Sevilla también se pueden ver durante su migración, especialmente cerca del río, cormoranes, gaviotas, garcillas, águilas pescadoras, aguilillas calzadas y el halcón peregrino, que anida en el Hospital de las Cinco Llagas.
Otra de las dificultades que encuentran las aves en la ciudad es la falta de espacios para anidar: "La arquitectura de Sevilla va en contra del ave", apostilla el catedrático de Ecología. Los nuevos edificios son lisos, con cristales y materiales que impiden la anidación, a diferencia de las antiguas construcciones. "Se podría crear huecos o aleros para los vencejos sin coste ninguno o estructuras en la parte alta de las construcciones para las lechuzas. No cuesta nada", propone el profesor Figueroa. "El Ayuntamiento debería tener estas cosas en cuenta a la hora de otorgar licencias de obra".
Durante la construcción de la Torre de los Remedios se incluyeron nidos para vencejos en la parte superior del edificio. Lo mismo ocurrió en el Pabellón de España de la Expo 92, con 120 huecos para los pájaros, algo inusual en la arquitectura moderna. El profesor Figueroa se lamenta: "En edificaciones recientes como la Torre Sevilla o Metropol Parasol jamás anidará un pájaro".
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