Los azulejos que perdimos
El Gobierno ha catalogado las piezas cerámicas de la Plaza de España para que sirva de base de datos para futuras restauraciones
Un universo por organizar. Ésta es la definición que mejor encaja con el estado en el que se encontraba el almacén de céramica de la Plaza de España, que tras más de dos años de trabajo se ha catalogado. Una labor ardua gracias a la cual se han registrado más de un centenar de obras, conformadas la mayoría por innumerables piezas. La clasificación ha logrado que se disponga de una base de datos que sirve de patrón para futuras restauraciones. La intención del Gobierno, titular de las zonas comunes y cuyos departamentos ocupan el 80% del edificio, es elaborar un plan integral de mantenimiento que implique a los 11 organismos que hacen uso del gran inmueble.
Paños céramicos que fueron sustituidos, otros en los que el paso del tiempo y el vandalismo han dejado su huella indeleble y algún que otro que ni siquiera llegó a colocarse. Las dependencias traseras de la Plaza de España se han convertido en un museo improvisado de la artesanía cerámica. Es el resultado de los trabajos que comenzaron en octubre de 2013, incluidos en las obras de restauración del edificio que conforma una de las plazas más bellas del mundo. Dicha intervención ha requerido de una inversión estatal cercana a los 1,4 millones de euros. De esta cantidad, casi un 45% se ha destinado a actuaciones cerámicas y más del 51% a reparaciones arquitectónicas. El resto ha servido para reforzar la seguridad del edificio.
Los trabajos cerámicos han sido, sin duda, una de las operaciones más complejas a las que se ha enfrentado el equipo dirigido por Gabriel Ocaña, arquitecto de la Delegación Especial de Economía y Hacienda de Andalucía, departamento responsable del mantenimiento de este inmueble que cuenta con una extensión de 53.000 metros cuadrados. Este grupo está también conformado por profesionales de la empresa Tracsa, a la que se le encomendó la restauración. Esta compañía ya ha intervenido previamente en varias piezas cerámicas de la Plaza de España, en la zona que compete al Ayuntamiento hispalense (la plaza pública, la ría, los puentes, la balaustrada y las farolas externas).
Los trabajos han consistido en la restauración de los balaustres cerámicos de la Capitanía y la galería. Las que se encontraban en un estado más deteriorado son las de las Torres Norte y Sur. En el caso del denominado balcón del Rey -por ser donde Felipe VI presenció el año pasado el discurrir de la cofradía de Santa Genoveva- se ha reforzado la balaustrada mediante una estructura interna.
Se han respuesto los remates volumétricos, que tienen dimensiones muy diversas: desde los 0,70 a los 2,20 metros de altura. En los nuevos remates que se han realizado se han introducido vástagos de acero inoxidable. Quedan aún por colocar los dos remates más visibles, que decoran las dos esquinas de la terraza de Capitanía. También se han repasado y sustituido las gárgolas en peligro de desprendimiento.
Los bancos dedicados a las provincias han requerido, por su parte, un tratamiento especial. Se han repuesto las piezas de cerámica plana de las escenas y las escuadras. También se han restaurado en frío las pequeñas lagunas y fracturas.
Junto a la restauración, el inventario y el catálogo de las piezas cerámicas del almacén de la Plaza de España han sido labores bastante complejas gracias a las cuales se fijan unos criterios para próximas intervenciones. En el inventario se han contabilizado todas las piezas cerámicas (110 registros en total). Cada uno contiene datos alusivos a sus características, técnica de fabricación y taller. También se especifica si es apta para reponerla, si tiene uso museístico, su ubicación en la plaza y dónde se encuentra en el almacén. Con este fichero se evita encargar piezas existentes.
Otra herramienta de gran utilidad es el catálogo de remates, que contiene definiciones geométricas, las medidas, el color, el dibujo y los módulos que los componen. Para ello, se han tomado como modelos los remates originales usados para la Exposición Iberoamericana de 1929. Este catálogo obliga a la entrega de los moldes, lo que facilita que en futuras restauraciones no haya que comenzar la fabricación desde el principio ni confusiones que conlleven a interpretaciones distintas del modelo.
En la fabricación de las nuevas piezas y remates han participado cinco talleres -además de la propia empresa Tracsa- especializados en cerámica trianera: Cefoarte (Alcalá de Guadaíra), Claudio Sabariego (Sevilla), Kosmoarte (Gelves), María Teresa Bejar Rodríguez y Elena Belascoain Alberdi (Sevilla) y Miguel Ruiz (Granada).
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