Las últimas águilas de Sevilla
En la ciudad apenas quedan símbolos franquistas en edificios públicos y privados La mayoría de los que aún permanecen tienen más valor histórico que artístico
El Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática de Andalucía, presentado esta pasada semana, contempla en su artículo 32 que las "razones artísticas" no serán excusa para el mantenimiento de placas, escudos, insignias e inscripciones que exalten el 18 de Julio o el franquismo en "edificios o lugares históricos", incluso cuando éstos sean privados "con proyección a un espacio o uso público".
Independientemente de la valoración que se pueda hacer de dicho texto, a cuya tramitación aún le queda mucho recorrido, en Sevilla apenas quedan huellas del régimen que rigió los destinos de España durante cuarenta años y, las que quedan, apenas tienen importancia patrimonial y artística más allá de su evidente valor histórico. Es más, aunque durante las últimas décadas de democracia han ido desapareciendo silenciosamente dichos elementos alusivos a la sublevación militar de 1936 y la dictadura del general Franco, lo cierto es que en Sevilla nunca hubo grandes monumentos o hitos urbanos de exaltación al régimen emanado del 18 de julio, como sí los hubo o aún los hay en Santander, Madrid, Santa Cruz de Tenerife, Cáceres, etcétera. De hecho, la Cruz de los Caídos de la capital andaluza fue hasta su desaparición a mitad de los años ochenta por orden del alcalde socialista Manuel del Valle una discreta cruz de hierro con una parca lápida de cemento junto a la Puerta de los Leones del Real Alcázar.
Con la Ley de Memoria Histórica del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero se produjo una vuelta de tuerca en la eliminación de estos elementos, retirándose, por ejemplo, una placa alusiva a Franco que se ubicaba en el actual Museo Arqueológico de Sevilla y otra sobre el séptimo centenario de la fundación de la marina castellana que albergaba la actual Escuela Politécnica de la Universidad de Sevilla, en el barrio de Los Remedios. También desapareció el águila (el anterior escudo de España) que presidía la fachada del Instituto San Isidoro.
Sin embargo, atendiendo a dicha ley, se respetaron aquellos elementos que se consideraron de un cierto valor histórico-artístico. Ahora, de prosperar el proyecto de ley que tramita el gobierno andaluz y que impulsa su vicepresidente, Diego Valderas (IU), las últimas placas, escudos y lápidas desaparecerían definitivamente de la piel de la ciudad. De hecho, el director general de Memoria Democrática, Luis Naranjo, mostró el viernes su confianza en que los ayuntamientos remitan un catálogo de símbolos franquistas de sus localidades antes de la entrada en vigor del texto.
Curiosamente, la institución que más elementos franquistas sigue exhibiendo es aquélla en la que la débil oposición clandestina al régimen fue más activa: la Universidad. En la todavía llamada Puerta de Ciencias (por acoger antiguamente esta Facultad) de la Fábrica de Tabacos se exhibe el que puede considerarse el mayor y más importante de los escudos del Estado durante la época de Franco. En esta puerta, concebida y ejecutada cuando se transformó el edificio del siglo XVIII en Universidad de Sevilla, en la década de los sesenta, participaron un grupo de artistas compuesto por Juan Luis Vasallo, Antonio Cano y Carmen Serrano. También en los patios de la actual sede del Rectorado de la Hispalense se mantienen unas lápidas en latín en las que se menciona el nombre de Franco y que prácticamente sólo entienden los estudiantes y profesores de Filología Clásica.
El historiador del Arte y Catedrático de la Hispalense Enrique Valdivieso, que precisamente tiene su despacho en la Fábrica de Tabacos, cree que, si bien comprende la retirada de signos ostentosos por su apología del franquismo o de la Guerra Civil, "piezas como la de la Puerta de Ciencias deberían conservarse, porque ya no proclaman nada ni influyen en la formación de las jóvenes generaciones, que de hecho ni se enteran de lo que ven".
En el Colegio Mayor de Santa María del Buen Aire (Castilleja de Guzmán), propiedad de la Hispalense, se conservan también los bellos azulejos firmados por los ceramistas Ramos Rejano y Montalván que contienen alguna que otra águila de la época. Un portavoz de la Universidad de Sevilla recordó a este periódico que cualquier intervención sobre estos elementos catalogados como Bien de Interés Cultural deberán llevar el visto bueno de la Consejería de Cultura.
Muchas de estas piezas de estirpe franquista pasan completamente desapercibidas para el paseante. Es el caso de la placa que adorna la fachada del Palacio de Yanduri: hay que hacer un auténtico ejercicio de agudeza visual para leer en ésta que en el histórico inmueble de la Puerta de Jerez estableció el general Franco su primer cuartel general en la Península tras cruzar en avión el Estrecho una vez sublevado el ejército de África. También pasa desapercibida el azulejo blanquiazul con el águila que adorna la fachada del Mercado de Entradores, en el barrio del Arenal.
Las personas que transitan por la Ronda Histórica están acostumbradas a observar un águila de dimensiones medianas ubicada en un azulejo exterior del antigua Escuela de Magisterio y Práctica Aneja, que en la actualidad acogen unas dependencias educativas. El antiguo escudo acompaña al del Ayuntamiento y su eliminación desvirtuaría completamente el conjunto cerámico. También de azulejos es el águila que se encuentra en un banco de las Atarazanas, antiguo cuartel de Artillería y actual propiedad de la Junta.
Polémica puede ser la lápida de la fachada de la Basílica de la Macarena, un templo que suele ser blanco de los más enérgicos defensores de la memoria histórica por acoger los restos mortales del general Queipo de Llano, responsable de la sublevación militar en Sevilla y principal protagonista de la represión posterior a la misma. En esta lápida de la fachada se destaca la presencia de Franco en la coronación canónica de la Virgen de la Esperanza en 1964, de la que se cumplen ahora cincuenta años. Por cierto, que la hermandad quitó en 2009 la referencia que se hacía en la lápida funeraria de Queipo a su grado de teniente general y la sustituyó por la de "hermano mayor honorífico". Habrá que ver si la medida que quiere aplicar la Junta afectará a los muchos símbolos del anterior régimen que se exhiben en las procesiones de Semana Santa.
No se pueden olvidar, finalmente, las antiguas placas del Instituto Nacional de la Vivienda (las típicas del yugo y las flechas con la casita) que se pueden observan en muchísimas fachadas de inmuebles que se construyeron en aquella época gracias a proyectos públicos.
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