Polígono Sur, los diez retos de la nueva Comisionada

La profesora de Psicología María del Mar González llega a un barrio en el que la inseguridad, la venta de drogas y armas, y el paro marcan la vida diaria.

Los atascos de tuberías y los charcos de aguas fecales son continuos en Las Vegas.
Los atascos de tuberías y los charcos de aguas fecales son continuos en Las Vegas.
Fernando Pérez Ávila / Sevilla

21 de octubre 2013 - 05:03

Lo primero que ha hecho María del Mar González nada más llegar al Polígono Sur ha sido asistir a un encuentro vecinal en el que cada año se denuncian los principales problemas del barrio. La nueva Comisionada se empapó el jueves en la asociación Amigos de los Jardines de la Oliva de la realidad del barrio más deprimido de la ciudad. Ante sí tiene un trabajo muy difícil, el de recuperar una zona con males endémicos como el tráfico de drogas y de armas, en la que se ha malgastado el dinero público durante décadas y en la que todos los planes de regeneración han fracasado. Ahora, en una época de carestía económica y de descrédito de una administración que se pasó cinco meses para nombrarla, esta profesora de Psicología tiene ante sí los siguientes retos.

La seguridad ciudadana. Es el pilar clave de cualquier plan para regenerar el Polígono Sur. Los tiroteos entre los clanes se suceden con frecuencia, aunque sólo sean tiros al aire para intimidar a los rivales. También hay una delincuencia de baja intensidad que termina quemando a los vecinos. Son muchos los robos mediante el tirón, tanto de bolsos como de gargantillas o joyas de oro, con señoras mayores como víctimas, o los atracos a niños a las salidas de los centros educativos. Paradójicamente, esta delincuencia de baja intensidad apenas afecta a la zona más degradada del Polígono, la barriada Martínez Montañés, conocida como Las Vegas, pero sí es un problema en otras zonas más normalizadas como puede ser la Oliva. Posiblemente las estadísticas de seguridad ciudadana no reflejen un incremento de los delitos en el Polígono Sur en comparación con otras zonas de Sevilla, pero no hay que olvidar que la inseguridad es más una percepción que una estadística. Y tampoco que la comisaría de la Policía Nacional se prometió hace más de diez años y por el momento lo único que hay sobre la mesa es un convenio entre el Ayuntamiento y el Ministerio del Interior para que se construya. De fechas mejor no hablar, teniendo en cuenta los cero euros que el Estado ha destinado en los Presupuestos Generales del Estado para obras de la Policía Nacional en Sevilla.

El tráfico de drogas y de armas. Acabar con los clanes de la droga y las armas es una tarea que excede con mucho la función de cualquier Comisionado. Aún así, el tráfico de armas y de drogas es una realidad en el Polígono Sur y marca la vida diaria dentro del mismo. Tras el tiroteo que costó la vida a la pequeña Encarnación S. S., la Policía ha redoblado su presencia y su lucha contra estas mafias, pero la tensión entre los clanes sigue muy elevada y el temor a una posible venganza es patente. El Polígono Sur sigue siendo un supermercado de la droga, en la que caen cientos de jóvenes.

El desempleo. En el Polígono Sur el paro es elevadísimo, con más de la mitad de la población activa sin empleo. Además, la mayoría de los parados del barrio son personas con una escasa cualificación profesional, lo que les dificulta sobremanera conseguir un empleo en unos tiempos tan difíciles como los actuales. Entre los jóvenes los índices de paro se disparan, lo que lleva a muchos a terminar cayendo en el narcotráfico para obtener ingresos, o en las adicciones para evadirse de la realidad. En este apartado es de destacar el fracaso de los talleres escuela que se anunciaron en su día como una solución para acceder al mercado laboral, así como de los convenios que se firmaron con multinacionales del sector del automóvil para formar a jóvenes del barrio. Actualmente no hay ningún taller en marcha en el Polígono Sur.

Absentismo escolar. Jesús Maeztu aseguró que había conseguido bajar el índice de absentismo escolar del 40% al 15% durante los diez años que había estado al frente del Comisionado. No mostró ningún informe ni estudio que diera veracidad a esa cifra pero, aún dándola por buena, lo cierto es que hace falta un estudio más detallado del problema y de cómo afecta a las distintas zonas del barrio. En la Oliva, por ejemplo, el absentismo es mínimo. En Las Vegas, donde viven familias mucho más desestructuradas o simplemente otras que obligan a los niños a trabajar con los padres en la venta ambulante, los casos son mucho más numerosos. Durante años, la administración incentivó económicamente a las familias que llevaban a sus hijos a clase. Aquello provocó enfrentamientos entre profesores y padres cuando los alumnos sobrepasaban el cupo de faltas, y, por otro lado, generó una cierta emigración de niños del barrio hacia colgios de fuera del mismo. Hoy, sin dinero en las arcas públicas, es necesario buscar otras soluciones más imaginativas.

La pobreza. Miles de familias del barrio subsisten con el salario social y la escasa ayuda de los padres y abuelos. Los servicios sociales están completamente saturados. Cuentan con unas instalaciones nuevas, en un edificio moderno que estuvo cerrado año y medio tras su inauguración, pero en el que no hay personal suficiente para atender toda la demanda. Se atienden unos diez casos al día, según los vecinos, lo que obliga a quienes deseen concertar una cita con este servicio a levantarse a las dos o las tres de la mañana para ponerse en la cola con garantías suficientes de que serán atendidos, algo impropio de un país desarrollado en el que la mayoría de trámites pueden hacerse por teléfono o internet.

La exclusión social. La llegada de 42 familias procedentes del asentamiento chabolista de Los Bermejales, en el verano de 2004, supuso un golpe bajo para el barrio. Los vecinos confiaban en su recién nombrado Comisionado y esperaban el plan integral, cuando el Ayuntamiento de Sevilla, en una de las decisiones más equivocadas de la historia reciente, decidió levantar el campamento de Los Bermejales entregando a cada familia 42.000 euros y haciéndoles prometer que no se comprarían pisos en el Polígono Sur. Al día siguiente había 20 familias de este clan, conocido como el de los Caracoleños, instaladas en la barriada Murillo y a la semana siguiente ya estaban las 42. Maeztu se mostró enfurecido, se enfrentó al gobierno local y amenazó con dimitir, pero terminó asumiendo el error del Ayuntamiento. No dimitió y ahí empezó a perder la confianza de los vecinos. Quiso reeducar a los chabolistas para que vivieran en comunidad, pero hasta el momento ha sido imposible. Lo único que se consiguió con aquello fue aumentar el número de familias desestructuradas en una zona ya de por sí complicada. La tensión en el barrio se disparó con la implicación de un miembro del clan en un tiroteo en el que murió un adolescente alcanzado por una bala perdida, durante el verano del año 2009. Además de los Caracoleños, sigue habiendo un pequeño núcleo de chabolas que permanece desde hace más de 30 años en la avenida de la Paz, de las que sus habitantes no se quieren ir.

Ocupaciones de viviendas. La regularización de viviendas fue quizás el mayor éxito del Comisionado, junto con el arreglo y reasfaltado de las principales avenidas del barrio y la lucha contra las construcciones ilegales. Según datos actualizados hasta 2011, desde la puesta en marcha del plan integral se habían regularizado el 87% de las viviendas en Martínez Montañés. Se han rehabilitado y reparado 132 edificios, con 2.534 viviendas y una inversión de 40 millones de euros. Sin embargo, se siguen dando los asaltos y ocupaciones de viviendas. Actualmente hay un proceso en marcha para entregar pisos vacíos de Las Vegas a familias del barrio.

Un mayor trabajo con las familias. Los representantes vecinales del Polígono Sur coinciden en que falta trabajar con las familias, que de nada sirve gastar millones de euros en reparar bloques si luego no se educa a los que viven dentro. En algunos de los bloques rehabilitados en Las Vegas, por ejemplo, se dieron casos de robos desde antes que se entregaran las viviendas. Los desperfectos han ido en aumento, han desaparecido buzones, piezas de tuberías de la instalación de gas, elementos comunes, etc. El trabajo en profundidad con las familias que puedan ser beneficiarias de estas viviendas es fundamental para que sean ellas mismas quienes cuiden de los bloques.

La prostitución callejera. Cada noche decenas de mujeres se prostituyen en los alrededores del Polígono Sur. Muchas de ellas ejercen la prostitución para pagarse sus adicciones. La mayoría de estas mujeres se ofrecen en la calle Piel de Toro, paralela a la avenida de la Paz y a la espalda del polígono industrial Navisa. A unos metros de esta zona, en la carretera de Su Eminencia, hay más prostitutas, si bien estas suelen ser extranjeras y no toxicómanas. Las españolas suelen terminar la noche comprando droga en Las Vegas. La Policía Local ha realizado numerosas redadas en toda esta zona, pero las medidas policiales se dirigen contra los clientes y el número de mujeres que se ofrecen en la calle no ha menguado.

Un mayor contacto con los vecinos. Las asociaciones vecinales del Polígono Sur le han transmitido a la nueva Comisionada su malestar por el hecho de que Jesús Maeztu apenas los recibiera. Hubo asociaciones que se llevaron años solicitando una cita que nunca llegó y otras que lo consiguieron tras casi un año de insistencia e incluso informando de ello a la prensa. Esta distancia ha dejado en los vecinos una sensación de que no se contaba con ellos para ninguna decisión importante con el barrio. María del Mar González ya ha anunciado que quiere una mayor cercanía con las asociaciones y lo ha demostrado asistiendo a un encuentro de ellas antes incluso de ser presentada oficialmente, en un gesto que ha gustado a los vecinos.

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