"Me alertan ya de niños que pasan hambre en Sevilla"
Mariano Pérez de Ayala. Director de Cáritas Diocesana en Sevilla
Este político andaluz ha pasado de dirigir el urbanismo de los grandes años a combatir las necesidades de sevillanos que eran de clase media
Muchos de sus antiguos compañeros en política le han llamado para felicitarle. Saben bien que el puesto de director de Cáritas Diocesna es el idóneo para que este cristiano inquieto siga ejerciendo de ciudadano comprometido. Ha estado veinte años en la política institucional desde las filas del PA. En 1990 comenzó como parlamentario andaluz por Granada, donde ya a mitad de los años 80 colaboraba con Justicia y Paz. Y en el Ayuntamiento de Sevilla, entre otros cargos, llegó a delegado de Urbanismo, en los años en que la Gerencia era el principal objeto de deseo para todos los partidos. Hoy es también secretario del Patronato de la Universidad Loyola, donde imparte Ética Social y Doctrina Social de la Iglesia en la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas. Quiere rejuvenecer el cuerpo de voluntarios de Cáritas en Sevilla y está dispuesto a seguir pegando aldabonazos para que las administraciones públicas no se hagan las remolonas en cuestiones sociales. Mariano Pérez de Ayala (Sevilla, 1956) no reniega de su pasado: "Mi compromiso cristiano me lleva hoy a Cáritas como me llevó también en su momento a la política. La política me sigue interesando mucho. Mantengo la vocación. Me preocupa mucho el desprestigio de la política, porque es muy necesaria. Una sociedad no funciona sin políticos. Veo poca capacidad de reacción en los políticos, poca capacidad de regeneración. La gente no encuentra en la política la respuesta a sus problemas".
Su despacho actual es austero, con vistas al barrio del Tardón. Tiene poco que ver con el enmoquetado de Urbanismo, con los años en que las caracolas de la Cartuja eran el cuerno de la abundancia. La comparación es anecdótica. "Siempre he intentado tener los pies en el suelo, ser plenamente consciente de la realidad desde joven. Tenemos que aprender de los errores cometidos en los años de auge económico. Esta crisis nos debe hacer pensar y servir para constrir una sociedad con bases más sólidas".
¿Es conveniente estar blindado contra las emociones cuando se trabaja en Cáritas? "No, no debe uno buscar ningún blindaje. Recuerdo un vídeo del entonces cardenal Bergoglio dando una charla a voluntarios de Cáritas. Cuando el arzobispo me ofreció este puesto en Cáritas, me tomé unos días para pensarlo. Vi ese vídeo. Bergoglio le dice a las personas que trabajan en Cáritas que tienen tocar la cara del pobre. Porque tu labor en Cáritas te tiene que cambiar a ti también como persona. Quien trabaja en Cáritas no puede ser un mero gestor. La situación de la gente a la que sirves, a la que ayudas, te tiene a ti también que tocar. La realidad te tiene que interpelar. A este puesto hay que venir cargado de esperanza. La esperaza hay que traerla de casa. No podemos atender todas las necesidades, ni Cáritas tiene que resolver todos los problemas".
Pero demasiadas veces la realidad se torna espeluznante. "El perfil del demandante de ayuda ha cambiado. He recibido una llamada de un presidente de un colegio profesional exponiéndome la situación de unos colegiados que necesitan ayuda, unos profesionales con titulación universitaria en grandes dificultades. Ese perfil no se daba en Cáritas hace unos años. Hoy nos llegan personas que hace muy pocos años disfrutaban de una posición holgada. La clase media es la que está pidiendo ayuda, sobre todo ahora que comienza el curso escolar... "
En el despacho está la fotografía institucional de Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla. Aún está la del cardenal Amigo. Y en lugar destacado la de León XIII. Pérez de Ayala se niega a admitir que en su nueva responsabilidad se experiemente la impotencia de no poder estar en todos los frentes: "No, no siento impotencia, pero sí que está uno ante los problemas verdaderos de la gente. Aquí se palpa perfectamente la debilidad de nuestra sociedad. Nos creíamos que teníamos ya todos los problemas resueltos. Éramos más débiles de lo que pensábamos. Y nos hemos llevado un mazazo. Volvemos a situaciones que creíamos superadas. Esta semana me ha llamado una religiosa que trabaja en un barrio de Sevilla, que lleva muchos años en un proyecto de la infancia, para alertarme de niños que pasan hambre en Sevilla, niños que llegan de sus casas sin haber comido. ¡Son chavales que están viviendo en nuestra ciudad de Sevilla!"
Se niega a que los poderes públicos practiquen una suerte de delegación de funciones. "Tenemos que llamar la atención de la propia Iglesia y de toda la sociedad sobre necesidades urgentes. Hay que presionar a la Administración Pública para que no abandone las políticas sociales amparándose en algunas ONG o en organizaciones como Cáritas. Lo público sigue siendo muy importante en materia de atención social. En Cáritas tenemos un papel que cumplir además del que hace la Administración Pública, pero nunca en lugar del que hace la Administración".
¿Trabajar en Cáritas permite conocer mejor algunas de las causas que han provocado esta crisis? "El análisis debe ser en profundidad. Han sido muchos factores. Los grandes fenómenos no ocurren por una sola causa, no se pueden hacer análisis simplistas. Ha habido un vivir por encima de las posibilidades, ha habido una responsabilidad del sector financiero evidente y de los sectores públicos. Y ha habido también una crisis cultural y de valores tremenda, todo el monte no era orégano. Se fomentó también una cultura de la irresponsabilidad. Hace falta una sociedad con muchos más valores sociales, con un tejido civil que no sea ahogado por la política, con una institución universitaria que no se limite a transmitir conocimientos".
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