Al tutor de la barriada lo van a hacer santo en el Vaticano

Calle Rioja

Santo de barrio. La barriada Juan XXIII es un curioso laberinto urbanístico de los años sesenta, de la época del pontífice cuya causa de santidad va a iniciar el papa Francisco.

Francisca Polvillo, en su casa de Juan XXIII. Fuera, su yerno con su tataranieta en brazos y un vecino.
Francisca Polvillo, en su casa de Juan XXIII. Fuera, su yerno con su tataranieta en brazos y un vecino.
Francisco Correal

09 de julio 2013 - 05:03

JUAN XXIII no tiene estatua de Miñarro, pero da nombre a una barriada con estación de Metro (Amate). "En transportes está muy bien, hacen falta piscinas". Sergio, 17 años, nació en 1996, cuando regía los destinos del Vaticano Juan Pablo II. Sergio, su padre, conductor, nació en 1958, el año que inició su pontificado Angelo Giuseppe Roncalli, nombre de pila de Juan XXIII. Llegaron a la barriada desde Los Pajaritos. Este vecino, igual que Buñuel, se proclama "ateo por la gracia de Dios". "La Iglesia lo primero que tiene que hacer es pedir perdón. Y después indemnizar. Ya se lo dijo mi amigo Fidel Castro al Papa anterior".

Dos Sergios, padre e hijo, nacidos en etapas pontificias de los dos sucesores de San Pedro con los que el papa Francisco decidió iniciar el camino de la santidad. "No sé por qué no le pueden poner al barrio el nombre del arquitecto que lo hizo, de un albañil, de un electricista o algún policía local, que aquí viven unos cuantos". Sergio invita al periodista a que recoja otras opiniones. "Hable con los católicos y los musulmanes, que los hay en todos sitios, hasta en Los Remedios".

El 2 de agosto será un gran día en casa de Francisca Polvillo. Ese día cumple un año Silvia, su tataranieta. Y hará 49 años de su llegada a esta casa de la barriada Juan XXIII después de vivir en Triana y en el refugio Luca de Tena. "Las primeras casas las dio la mujer de Franco". Por aquellas fechas, verano de 1964, tiempos del gol de Marcelino y la coronación de la Macarena, Juan Antonio Chaparro era un chiquillo que echaba una mano metiendo muebles en las casas de esta barriada de nueva y laberíntica construcción. "Así fue como conocí a Antonia, la hija de Francisco, empezamos a tontear, nos casamos en Santa Ana y llevamos 46 años de matrimonio, cuatro hijos, cinco nietos, tres bisnietos". Chaparro oyó hablar de que a Juan XXIII lo iban a hacer santo en el lugar más adecuado.

"Soy oficial primero electricista y estuve cinco años trabajando en la Catedral. Colocaba la megafonía y las cámaras de la televisión. Y ya escuchaba conversaciones de que lo iban a hacer santo. Pero se le adelantó Sor Ángela de la Cruz". Antonio González nació en Santa Olalla de Cala (Huelva) en 1963, el año que muere el Papa que da nombre a esta barriada. "A mí me parece que ya hay muchos santos", dice Chaparro. "Cualquier día nos hacen santos a nosotros", añade González, peón albañil jubilado.

Un barrio único en Sevilla "y en Europa", dice Sergio. Mil casas numeradas del 1 al 1.000 entre calles con nombre de zarzuelas. Chaparro dice que la barriada Juan XXIII es un modelo. "La han copiado en barrios de Camas, de Cantillana y de Alcolea del Río".

La próxima canonización del Papa que convocó el Concilio Vaticano II y publicó la revolucionaria encíclica Pacem in Terris podía servir al menos para que alguien del Ayuntamiento colocara en su sitio el cartel del Centro Municipal de Día Juan XXIII. Una entidad de Atención e Incorporación Sociolaboral en Adicciones en la que trabaja Asunción Zaera. En la misma plaza hay un busto de Roncalli. "Siempre hay alguien que le trae flores. Le tienen mucha devoción", dice esta madrileña que llegó a Sevilla en 1980.

Juan Carlos Martínez, que se ayuda de un diapasón para hablar, y José Antonio Oyala Belmonte, están en el bar de la asociación de cabezas de familia Doctor Fleming. Señalan el busto pontificio. Oyala recita de memoria una "profecía" apocalíptica de Espronceda que leyó en Lecciones de cosas, "un libro que vendían en las droguerías".

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