El improvisado ensayo de la Cabalgata
Previa de la epifanía
El paso del Heraldo congregó ayer a una auténtica multitud en un recorrido ampliado que se convirtió en un adelanto de la fiesta.
Ganas de fiesta. Una multitud se congregó ayer en torno al arquillo del Ayuntamiento para presenciar la entrega de las llaves de la ciudad al Heraldo, encarnado por el empresario hostelero Antonio Luque, en un tradicional acto presidido por el alcalde y que contó con miles de espectadores, muchos de los cuales aguardaron más de cuarenta minutos con sus pequeños para ver la llegada de los animados beduinos. La ampliación del recorrido de la comitiva que acompaña al Heraldo y la atracción de las luces navideñas que este año iluminan el centro contribuyeron a la gran afluencia de público en torno al Ayuntamiento, convirtiendo el paso del Heraldo en un auténtico adelanto de la Cabalgata.
El primer edil, Juan Ignacio Zoido, se dirigió ayer a todos los niños de la ciudad y muy especialmente a los pequeños enfermos que permanecen ingresados en los hospitales y a sus padres. También se dirigió particularmente Zoido a aquellos niños que están padeciendo los estragos del paro en sus hogares. Acompañado por concejales y por otras autoridades de la ciudad, el alcalde entregó ayer, de esta manera, las llaves de la ciudad al Heraldo, paso previo para que la Cabalgata de los Reyes Magos pueda discurrir la tarde de hoy, 5 de enero.
El Heraldo llegó al Ayuntamiento en torno a las siete de la tarde y desde una hora antes familias enteras comenzaron a concentrarse en la Avenida de la Constitución, en los alrededores del arquillo, la Plaza Nueva y la calle Tetuán, enclaves en los que ayer no cabía ni un alfiler. Durante la espera, los más pequeños trataban de entretenerse entre juegos o repasando cuáles son sus peticiones a los Reyes. La ilusión en esta noche mágica no sólo se reflejaba ayer en sus miradas. También abuelos y padres aguardaban con expectación la llegada de la banda de música. Una concentración de ilusiones en la Avenida que se transformó en bailes espontáneos a la llegada los beduinos que acompañaban al Heraldo. A varios metros de distancia, una pequeña trató de hacerse un hueco entre el gentío a hombros de su madre para entregar en mano su carta al Heraldo, que avanzaba por la Avenida de la Constitución en un caballo negro. Tras el acto en el arquillo, muchas familias con carritos y niños pequeños se dispusieron a buscar un hueco para salir de la multitud y para comenzar a prepararse para la Cabalgata del Ateneo.
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