"Mi casa es una cárcel"
Un matrimonio de minusválidos se queda atrapado en su piso de Emvisesa en San Jerónimo cada vez que una filtración de agua inunda el hueco del ascensor
"Me siento indignado e impotente, como si no valiera para nada. Estoy en mi casa y es como si estuviera en la cárcel". El testimonio es de José Manuel Rico, de 30 años, inquilino desde hace cinco de un piso de VPO de la empresa municipal de vivienda (Emvisesa) en San Jerónimo. Pese a ser nuevo, el edificio presenta un fallo que obliga a desconectar los ascensores cada cierto tiempo. Cada vez que eso ocurre, José Manuel no puede salir de su casa y se queda atrapado en su piso o en la calle, según donde le sorprenda la avería.
José Manuel padece ataxia de Friedreich, una enfermedad neurodegenerativa parecida a la esclerosis múltiple que le obliga a utilizar una silla de ruedas para desplazarse. Su minusvalía física es del 68%. Su mujer, Verónica Rincón, de 29 años, también tiene una minusvalía orgánica del 45%. Sufre una fibrosis quística que le impide realizar un ejercicio físico tan cómun como subir escaleras.
El matrimonio accedió a la vivienda, situada en la avenida Medina y Galnares, gracias al cupo para minusválidos de Emvisesa. Viven en régimen de alquiler y pagan casi 300 euros al mes. La primera sorpresa al ver su casa fue que las viviendas adaptadas estaban en la tercera planta, la más alta del edificio, y no en la zona baja. "El piso lo único que tenía adaptado era que el pasillo era más ancho que en el resto de viviendas del bloque. El cuarto de baño lo hemos tenido que cambiar nosotros, con la consiguiente inversión", explica Verónica.
Hace un año y medio comenzaron los problemas. Una filtración de agua vierte directamente hacia el hueco del ascensor, de manera que se va inundando poco a poco el foso. Cuando el agua llega a cierta altura, la empresa responsable de los ascensores se ve obligada a desconectarlos por motivos de seguridad. "Llamamos a Emvisesa y lo que hacen es venir a bombear el agua, pero no arreglan el problema".
La filtración continúa y a las pocas semanas el hueco del ascensor vuelve a estar inundado. Y José Manuel no puede salir de su casa. Ayer volvió a ocurrir y pasó la mañana en casa de una vecina de la planta baja, que le brinda un refugio cada vez que el ascensor se desconecta. El problema se agrava con otras partes del bloque, como la puerta de acceso, que es demasiado estrecha para la silla de ruedas.
Verónica y José Manuel han solicitado una reunión con el gerente de Emvisesa después de que, en lo que va de mes, hayan presentado ya más de diez partes reclamando una intervención urgente. Por el momento nadie les ha hecho caso. Sabe que el alcalde, Juan Ignacio Zoido, hizo de la eliminación de las barreras arquitectónicas una de las banderas de su campaña electoral y que incluso incorporó a una persona minusválida, Juan García Camacho, a su equipo. Por eso espera que alguien arregle el problema del bloque de una vez. Si no es posible, aceptarían dejar su casa para irse a otra en cualquier otra zona de la ciudad. Eso sí, siempre que esté situada en un bajo.
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