Adiós al rincón surrealista
El Perro Andaluz cierra sus puertas tras 18 años en los que ha sido referente de la cultura alternativa · Por su escenario han pasado actores, cantantes y escritores
Un traspaso con sones de duelo. Así es como se han tomado los numerosos clientes de El Perro Andaluz el cierre de este café cultural -uno de los pocos que quedan en la ciudad-, cuyos propietarios quieren que sus futuros compradores continúen con la línea de este local que se ha convertido en sus 18 años de vida en un referente de la noche sevillana. Teatro, poesía y grandes dosis de surrealismo. Una forma de ofertar cultura que poco se estila ya.
Dalí, Buñuel y Lorca se apagan. Los focos que han alumbrado el cuadro de estos tres grandes representantes del surrealismo español dejará de funcionar esta noche. Será la última oportunidad que tendrán los parroquianos de El Perro Andaluz de acudir a un bar que tiene hora de apertura (las 22:00), pero no de cierre. "Tenemos obligación de cerrar a la una de la madrugada, pero muchas veces nos han dado las claras del día", recuerda Luis García, propietario del local junto a Pepe Quero. Ambos cogieron las riendas del negocio hace ocho años. Sus fundadores fueron Fernando Maldonado y Antonio Carreño (Sobri). Tanto García como Quero heredaron la filosofía implantada durante una década: ofrecer a los sevillanos un espacio cultural fuera de los circuitos oficiales. Un bar, donde además de beber y contemplar, también fuera espacio de oportunidades para los artistas en formación. Un ejemplo claro es la apuesta permanente por el teatro. No en vano, Pepe Quero pertenece a una de las compañías teatrales más importantes de los últimos tiempos: Los Ulen, integrada por los actores Maite Sandoval, Paco Tous y el propio Quero, quienes han difundido como pocos el género clown.
Pero el escenario de este café no sólo ha servido para acoger obras de teatro. Por allí han pasado cantantes más o menos conocidos. Desde Mártires del Compás a Kiko Veneno. También ha habido espacio para el cine, con la proyección de cortometrajes, y la poesía. Rincón de bohemios como pocos, en sus mesas se ha podido ver a escritores como Juan José Téllez -en compañía de Rafael Escuredo- y a amantes de la perfopoesía, para la que se convocaba La Noche del Cangrejo.
Uno de los atractivos del Perro Andaluz es la improvisación de sus clientes. "Aquí los mejores momentos se han vivido cuando se daban cita varios artistas y hacían una actuación que no estaba prevista", señala Luis García, quien recuerda especialmente una noche en la que Kiko Veneno y Raimundo Amador se pusieron a cantar "hasta liarla". Fruto de esa improvisación son las subastas de las vanidades donde los clientes compraban cualquier artilugio: un silbato, un matamoscas o un simple vaso. Objetos que pasaban de la indiferencia a la suma importancia cuando el actor Antonio Dechent arbitraba esta venta de competencia directa.
"Los vecinos nunca fueron un problema. Siempre nos hemos entendido bien. Hasta que llegó la Ley Antitabaco y obligó a que nuestros clientes se fueran en desbandada a la calle", asegura García, que no tiene un buen recuerdo de la administración local: "Nos han cerrado varias veces por organizar espectáculos. Pagábamos la multa, teníamos cerrado un mes y luego otra vez organizábamos cualquier tinglao". Para este geólogo que en breve se marchará a Venezuela por cuestiones laborales (motivo del traspaso), la desaparición de los cafés culturales es una muestra de que Sevilla es una ciudad "desilusionante". "Aquí han venido muchos extranjeros buscando una oferta cultural distinta a la que se programa en la ópera o el teatro". Una cultura cercana y coloquial que pierde uno de sus santuarios.
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