Mañana de Cautivos en otros barrios
Hay una Semana Santa que gana un espacio propio: la mañana del Lunes Santo · Horas de Cautivos y de barrios alejados · Y ayer una estampa de la Sevilla dual: el palio más pobre con el manto de la Coronación
AL mediodía del Lunes Santo ya había dos pasos en las calles y antes de las dos de la tarde habían salido cuatro. A las 12:10 la cofradía del Polígono de San Pablo estaba completa en su barrio, iniciando un maratón cofrade. Una nueva cofradía crea expectación. Y de ésta puede decirse lo mismo que la del Cerro en su primera salida: hay mimbres. Desde todos los puntos de vista que definen a una cofradía en la calle (arraigo social, itinerario, cortejo, túnicas, valía artística de las imágenes, pasos) es evidente que hay claras opciones para no desentonar.
El Polígono se volcó con su cofradía, que en la primera salida ya llevó más nazarenos que otras con mucha historia, y no le faltó el acompañamiento peregrino de familiares y devotos que caracteriza a toda buena hermandad que llegue desde más allá de las rondas. El itinerario presenta inconvenientes estéticos, sobre todo a la vuelta. En el camino hacia la Campana pasaron por avenidas y calles con nombres taurinos y flamencos, revalorizaron la calle del doctor Laffon Soto, alcanzaron su Sinaí particular, llenaron los bares de la calle Hernando del Pulgar como si les hubiera tocado la lotería. Y todo eso para alcanzar la calle Luis Montoto, más allá de El Corte Inglés de Nervión, en apenas dos horas, y emprender desde allí una galopada a velocidad de mudá de cinco estrellas para llegar sobrados de tiempo a la Campana.
Los pasos están en un camino de dignidad, aunque les quedan años de trabajo y perfección. El misterio cuenta con una buena imagen titular y acertadas tallas secundarias de Luis Álvarez Duarte y una cierta impronta estética en el paso que evoca a San Gonzalo con notas de Herodes. Esta misma mañana, muy lejos de allí, pero también en Sevilla, otro Cautivo salía a las calles del Tiro de Línea para evocar en soledad el abandono de sus discípulos. Cautivo que salió de Santa Genoveva solo en el paso, pero bien acompañado por los suyos, con tanta devoción como le arropa delante en las filas nazarenas y detrás en la otra penitencia. El Cautivo de San Pablo, sin embargo, está en la línea del paso de misterio típico de barrio, con todos los avíos de la imaginería.
Es imposible no ver rasgos macarenos en la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos, y con más motivos llevando el manto de la coronación. Otra vez la Sevilla dual. En esta ocasión de cofradías ricas y pobres. El paso de palio más modesto de la Semana Santa sevillana, con su palio liso negro clamando por unos bordados, salió con el manto de la Coronación, de Esperanza Elena Caro, una de las obras más espléndidas del bordado, cedido para la ocasión. Con el manto prestado y el rostro amacarenado, esta Virgen del Polígono parecía una muchachita de San Gil, que se fue a vivir un día al Barrio D o por allí, y volvía en esta mañana de Lunes Santo a tomar el camino de la Catedral.
Era día de Cautivos y de dolorosas que mitigan su dolor con esperanzas evocadoras de la Macarena. Cuando reviraba el palio hacia Luis Montoto, con ese ambiente de fiesta que había en Hernando del Pulgar, quedaba claro que hay también una Semana Santa inabarcable a pie, como hemos estado acostumbrados durante tantos años. De Nervión al Tiro de Línea, donde el Cautivo ya empezaba a irse de su barrio para buscar las sombras confortadoras del Parque de María Luisa. Y luego, apenas una hora después, a las tres en punto, se abrían las puertas de San Gonzalo, en el barrio León, para que un año más Triana se llenara de túnicas blancas.
Semana Santa insólita, de Cautivos y barrios alejados, que ha descubierto un nuevo espacio: la mañana del Lunes Santo. Y todo ello en un día que tuvo su epílogo, su núcleo duro, en San Vicente, el barrio de la antigua aristocracia. La Semana Santa, definitivamente, ya es de todos.
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