Alabanda, la sangre verde
Fallece el centrocampista campeón de Copa en el 77 y consejero desde hace dos semanas. Formó un mediocampo inolvidable junto a López y Cardeñosa.
"Quien se ponga esta camiseta debe saber lo que significan las 13 barras". Ésa fue la carta de presentación de Sebastián Alabanda Fernández (Posadas, Córdoba, 31-10-1950, Sevilla, 10-06-2014) en su regreso al Betis como consejero encargado del área deportiva el pasado 29 de mayo, después de que días antes diera el sí a una propuesta que se le había realizado meses antes. "Al principio dijo que no entraba, pero cuando vio que el equipo bajó a Segunda, dio el paso adelante. Fue él el que me llamó y me dijo: 'Nene, si se puede entrar ahora, aquí estoy para ayudar al Betis", señaló ayer Rafael Gordillo, sobre el último acto de beticismo de quien fuera su compañero y amigo.
El Betis tenía en Alabanda a uno de sus mejores embajadores. Criado en sus escalafones inferiores -perteneció al Triana-, a los que llegó con 15 años, tras una temporada cedido en el Rayo Vallecano regresó en la 73-74 a Heliópolis, donde permanecería durante siete temporadas, en las que disputó 229 partidos entre Liga, Copa del Rey y Recopa de Europa, anotó 19 goles y formó un centro del campo inolvidable junto a Julio Cardeñosa y Javier López. Tras dos campañas en el Murcia, Alabanda puso fin a su carrera deportiva para dedicarse a la banca.
Jugador indispensable del Betis que se proclamaría campeón de la Copa del Rey en 1977, siempre fue recordado por convertirse en el corazón y los pulmones de ese equipo, con un despliegue físico que siempre iba de menos a más en los partidos. Cuando en el resto de jugadores comenzaban a faltar las fuerzas, Alabanda exhibía su poderío, como si de un motor diésel se tratara.
Vinculado a la Hermandad de San Gonzalo, de la que fue costalero poco tiempo después de abandonar la práctica futbolística, Alabanda siempre estuvo dispuesto a ayudar a su gente y, cómo no, al Betis. "Es un día triste para todos. Personalmente, para mí ha sido un compañero, un amigo y mucho más. Todos los de la generación de la Copa del 77 pueden ser para mí como mis padres, me cuidaron muchísimo. Sebastián, una vez se retiró, me llevaba algunas cosas. Siempre estábamos juntos e intervino en mi fichaje por el Madrid. Ha sido un palo durísimo", señaló un consternado Gordillo, que no se terminaba de creer esa noticia que sacudió al beticismo durante la madrugada.
Esa generación, la del 77, acudió ayer en su mayor parte al Tanatorio de Servisa, donde fue trasladado el cádaver de Alabanda, mientras que las condolencias llegaron desde todos los rincones. Jugadores actuales como Adán o pasados como Edu también se unieron al pésame a la familia y a los béticos.
"Es una pérdida irreparable para su familia, porque Alabanda era el patriarca de su familia, y también lo es para todo el Betis. Es una gran pérdida para este consejo. Había sido nombrado consejero hace diez días y había logrado muy pronto una gran empatía con todos y con Alexis. Será muy difícil encontrar a una persona con tanta predisposición y talante para trabajar por el Betis. Sólo nos queda desear que descanse en paz", señaló el presidente, Manuel Domínguez Platas.
A las nueve de la mañana, el Betis despedirá a otro de los referentes de su historia -el tercero en menos de un año y medio, tras el presidente José Núñez Naranjo y el genial Antonio Benítez, de esos campeones del 77-, a ese símbolo que hace apenas unos días, tras incorporarse en un nuevo acto de servicio a la causa verdiblanca, indicó que era obligatorio recuperar la sangre verde en este Betis que él soñaba de nuevo entre los grandes del fútbol español. Su corazón, ése que lo erigió en indispensable, dijo basta antes de cumplir su último trabajo.
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