El técnico, el mejor ejecutivo de Bosch
Mel y su equipo solapan los últimos desmanes de la entidad.
Es el único jefe de área que él no nombró e incluso mantuvo hace tres años con él un firme pulso para recortarle los emolumentos con el fin último de una renuncia para destituirlo. Y, sin embargo, es Pepe Mel el único de los ejecutivos que le otorga beneficios reales a José Antonio Bosch, quizá también por tener la fortuna de que de su materia, el fútbol, no sabe absolutamente nada el administrador judicial.
Es paradójico, pero en Heliópolis comienza a respirarse un aire distinto tras los últimos desmanes cometidos por la entidad. Al bético ya no le pasa desapercibido el asunto de los descartes en la Liga Europa por el desconocimiento de la reglamentación -con Miguel Guillén enmascarando el error y Mel evidenciándolo-, los últimos nombramientos en el área de comunicación del club -la nueva directora, Mercedes Galindo se extrañó el sábado de que los periodistas deportivos trabajen los fines de semana y les soltó que encima siempre hacen las mismas preguntas-, la ubicación de los banquillos, el pésimo estado del césped del estadio y, más recientemente, las nuevas y deficientes cabinas de prensa ni la inexplicable destitución del secretario técnico, entre otras razones, por decirle a la cara a Bosch lo que a éste no le gusta oír, es decir, la verdad en temas de planificación deportiva.
El bético empieza a estar cansado de tanto gasto inútil, tanta contratación directa y tanto desacierto y, encima, el equipo iba mal porque, entre otras cosas, carece de los dos o tres futbolistas de categoría que se fueron y no se reemplazaron este verano, sobre todo en lo concerniente a la delantera, una línea en tenguerengue.
Pero a Bosch nada le asusta. Cuando el domingo podía haberse impuesto incluso para aquello de "... salta al campo y mete un gol", llega Mel, revoluciona el equipo y éste cuaja el mejor partido de la temporada y borra del campo al Valencia.
Una vez más, como viene siendo desde que el madrileño entrena al equipo y Bosch y sus ayudantes dirigen el rumbo de la entidad, el primero está muy por encima de ésta, cuadrando siempre el balance y solapando una gestión muy deficiente en numerosos aspectos y que varía de algunas de las anteriores en que los que dan la cara tienen más educación y han sabido ganarse a la afición gracias a la benevolencia del entorno.
Porque, evidentemente, cuando Bosch llegó al Betis el listón estaba bajísimo en todos los sentidos. Y el equipo, incluso, en Segunda. Temiendo, además, el posible regreso de anteriores mandamases, la crítica fue inexistente o tibia. Pero ya han pasado cien días y muchísimos más y la gestión del club da que hablar un día sí y otro también. Menos mal para Bosch que tiene a Mel, ese particular bombero, al que no quería, que siempre le apaga la primera llama y evita el incendio.
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