Pereira, el mal compañero
Adiós con crítica a Mel, que le evitó varios expedientes.

Jonathan Pereira es el típico futbolista incordioso en un vestuario. Reservado, chistoso sin gracia y atiborrado de dobleces, durante sus tres años en el Betis tuvo problemas con compañeros, médicos, utilleros, aficionados y, por supuesto, con Pepe Mel, quien hasta hace dos días fue su entrenador los dos últimos años y medio y a quien culpó, de forma oportunista, de su salida del Betis.
"Prefirió venderme, dejarme a mí como el malo, para ganarse cuatro aplausos", dijo este jueves en su presentación como nuevo jugador del Villarreal, al que llega en una operación de cesión hasta junio que enmascara un traspaso. Se refiere el gallego a la frase de Mel a unos aficionados tras el derbi. "Él ya tendrá lo suyo", dijo el técnico, equivocadamente, para calmar a una multitud alborotada en la ciudad deportiva. Por cierto, después de que el futbolista se encarara con un hincha que le faltó. La ácida respuesta de Pereira supuso una de sus muchas salidas de tono hacia una tierra, Andalucía, en la que ni se integró ni quiso ni, lógicamente, ésta lo quiso a él nunca.
Empero, ese episodio, esgrimido de forma ventajista por el menudo delantero, no es más que la punta de un gigantesco iceberg. Este diario ya adelantó en su día que Pereira se negó a entrenarse una vez tras quedar fuera de una convocatoria. Fue entonces cuando Mel, quien ya le había evitado la apertura de algún expediente, le dijo a la cara delante de todo el vestuario que era la última que le pasaba, que era un mal compañero y, lo que más molestó al futbolista, que el Celta no lo quiso ni gratis. El técnico preguntó a sus futbolistas antes de concluir su sermón si alguno tenía algo que decir.
Lógicamente, todos callaron. A sus compañeros, que incluso lo defendieron luego tras ese pequeño traspié de Mel, les había hecho varios feos, como no asistir a los partidos con ellos cuando no era convocado (además, es obligatorio). "En la grada con ellos me voy a sentar yo...", le espetó en una ocasión a un miembro del cuerpo técnico. Al médico lo traía loco y en una ocasión hasta se quedó en casa y no fue a entrenarse sin avisar de que estaba enfermo. A los utilleros los trataba de modo a veces prepotente y al masajista José María Montiel no lo dejaba ni tocarlo por carecer de titulación como fisioterapeuta. Incluso a los compañeros de Radio Betis les exigía las preguntas por escrito antes de las entrevistas. El club tampoco se libró de sus críticas por los amistosos de postemporada. Ahora, sin embargo, se ha librado de él.
También te puede interesar
Lo último