Antonio R. de la Borbolla | Presidente de la Asociación Nacional de Soldados Españoles
“El soldado español se hace querer en todas partes”
José Manuel Rico · Profesor de filología hispánica
-Usted es filólogo especializado en la literatura del Siglo de Oro. ¿Cómo se llega a tal extremo?
-No tengo una respuesta clara. Desde el Bachillerato tenía claro que quería a estudiar Filología Hispánica, aunque hubo un momento en que, gracias al magisterio de Esperanza Albarrán en el Instituto San Isidoro, dudé si dedicarme a la Filología Clásica. En una ciudad como Sevilla, que está impregnada de la sensibilidad de la cultura del Renacimiento y el Barroco, no es difícil decantarse por el Siglo de Oro. Además conté con las enseñanzas de una profesora fundamental en mi formación y que me orientó hacia este periodo: Begoña López Bueno. Tenga en cuenta que nuestra ciudad fue el foco fundamental de la literatura del Siglo de Oro hasta el desembarco en Madrid de muchos de los poetas que aún estaban en Sevilla y que acompañaron al Conde Duque de Olivares. En ese momento se produce un gran vacío y comienza el declinar de la poesía sevillana.
-Es decir, que ya en el XVII comenzó la diáspora hispalense con Velázquez a la cabeza.
-Con Olivares se produjo una auténtica fuga de cerebros de Sevilla. Se fueron Rioja, Jáuregui, Fonseca y Figueroa... Aquí sólo se quedaron Arguijo, que muere en 1623, y algunos de los más jóvenes como Rodrigo Caro o Juan de Robles. Las preocupaciones empiezan a ser otras muy distintas, como el copatronato Santiago y Santa Teresa... En fin, nada que ver con el humanismo del último cuarto del siglo XVI, que se había formado en torno a la Catedral y en el que habían militado el canónigo Francisco Pacheco -tío del pintor suegro de Velázquez-, el obispo Rodrigo de Castro, Francisco Medina... Toda una escuela que viene de Juan de Mal Lara. En esa época de finales del siglo XVI es donde se forja toda la Nueva Roma de la que nos habla Vicente Lleó.
-Precisamente, Vicente Lleó, en su ya clásico libro Nueva Roma: mitología y humanismo en el Renacimiento sevillano, resalta la poca memoria que ha quedado en la ciudad de ese mundo humanístico... Todos nuestros recuerdos son barrocos.
-Hay razones objetivas para este desconocimiento del humanismo sevillano. Fundamentalmente porque gran parte de la obra de estos autores no se imprimió. Tenga en cuenta que todo lo que se ha conservado del canónigo Pacheco son manuscritos y todavía se siguen descubriendo algunos escritos... Lo mismo pasa con Diego Girón y con tantos otros... Con los grandes poetas del periodo pasa lo mismo. Fíjese en el caso de Herrera, cuya única obra publicada fue en 1582, el mismo año que Juan de la Cueva editó parte de sus poemas... Después hay un vacío.
-En la recuperación de todos estos poetas a los que usted hace referencia está siendo fundamental la labor de PASO (Poesía Andaluza del Siglo de Oro), un grupo de investigación que ya ha cumplido 25 años y que puede ser considerado como uno de los más excelentes de nuestro ámbito universitario. Usted pertenece al grupo fundador.
-PASO nació en 1988 gracias a una iniciativa de Begoña López Bueno, quien hizo algo totalmente desacostumbrado en la universidad española del momento: crear un grupo de investigación integrado por dos universidades, la de Sevilla y la de Córdoba. Empezó estudiando los géneros poéticos en el Siglo de Oro: la silva, la oda, la elegía... Luego se dio un giro en 2004 para estudiar el canon de la literatura española.
-Explique, por favor, qué significa canon, un término muchas veces polémico y al que ciertos gurús de la multiculturalidad le tienen alergia.
-Cuando hablamos de canon hablamos de una nómina, un top ten como se diría ahora, de autores y de obras de una literatura determinada. El canon, como el gusto, evoluciona con el tiempo, con autores que entran y salen de la lista. Pero lo importante es que hay un núcleo estable, autores que han sido valorados en todas las épocas. Son los que usted y yo estudiamos en el Bachillerato y que estudiarán los alumnos del siglo XXII.
-Señálenos algún descubrimiento importante realizado por los miembros de PASO.
-Muchos, algunos muy importantes. Recientemente Valentín Núñez ha publicado las Paradojas de Mosquera de Figueroa, que estaban en un manuscrito de la Biblioteca Capitular y Colombina, y Francisco Javier Escobar está a punto de publicar gracias a un editor mexicano el Hércules animoso, un poema épico de Mal Lara que se encontraba en Lisboa.... En estos años son muchos los textos que hemos exhumado.
-Los estudiosos de la literatura del Siglo de Oro dedican muchos esfuerzos a la localización y estudio de eso que llaman cancioneros, un término que para muchas personas no familiarizadas con la Filología resulta confuso.
-Los cancioneros fueron una forma de difusión de la poesía en la que un particular iba recopilando composiciones poéticas manuscritas de distintas fuentes. Eran antologías hechas al gusto de su propietario según criterios estéticos, temáticos, cronológicos... En estos manuscritos es donde se ha conservado, más que en la letra impresa, la mayor parte de nuestra literatura lírica de los siglos XVI y XVII... Nunca olvide que la mayor parte de los poetas de este periodo nunca imprimieron sus obras.
-¿Cuántos cancioneros hay localizados?
-Muchos... El Catálogo de Manuscritos de Poesía del Siglo de Oro de la Biblioteca Nacional, que coordina Pablo Jauralde, va ya por siete volúmenes, y el catálogo que Rodríguez Moñino hizo de los fondos de la Hispanic Society de Nueva York se compone de dos volúmenes de seiscientas páginas cada uno.
-La Hispanic Society, esa institución fundamental para la historia cultural española.
-Para el periodo que estudiamos tiene, sin duda, la mejor biblioteca del mundo, después, claro está, de la Nacional de España.
-¿De dónde procede esta biblioteca?
-El núcleo principal se lo compró en Sevilla Archer Milton Huntintong al marqués de Jerez de los Caballeros, Manuel Pérez de Guzmán y Boza, quien también fue un erudito que fundó, junto a Vázquez Ruiz, Rodríguez Marín, etcétera, la Sociedad de Bibliófilos Andaluces. El marqués editó muchos de los manuscritos que componían su colección en la imprenta de Rasco, que estaba en la calle Bustos Tavera y que hoy son libros muy codiciados y caros. Es fundamental que se estudie a este grupo de bibliófilos de finales del siglo XIX y principios del XX, porque fueron importantísimos.
-Sin embargo, el marqués de Jerez de los Caballeros terminó vendiendo su biblioteca a un extranjero que se la llevó a Nueva York...
-Afortunadamente, porque imagínese a los herederos dispersando el fondo... La guerra... De hecho, la también magnífica biblioteca del hermano del marqués, el Duque de T'Serclaes, se encuentra hoy mucho más dispersa. Hasta finales de la década de los noventa era muy difícil el acceso a la Hispanic Society: un patronato, una vez al año, te daba una fecha si querías consultar algo. Sin embargo, hoy en día, gracias a la institución y a su bibliotecario John O'Neill, un personaje que ha visitado varias veces Sevilla, se ha abierto de par en par a los investigadores.
-Actualmente, entre otras muchas cosas, está trabajando para la Real Academia Española...
-Sí, para una edición conjunta de las comedias de Cervantes en un proyecto coordinado por Luis Gómez Canseco.
-Es un tópico decir que Cervantes fue un comediógrafo mediocre, que nunca consiguió el nivel de Lope. ¿Esa idea es revisable?
-Es revisable, pero no de una forma global. El error es evaluar el teatro de Cervantes en comparación con el de Lope, porque sus dramaturgias son completamente diferentes. Cervantes teorizó en muchos textos sobre el teatro y, en gran medida, permaneció fiel a esa teorización hasta el final de sus días. Ante todo, él buscó un teatro bien construido, aunque obras como El laberinto de amor, que es la que yo estoy estudiando, están llena de incongruencias e inconsistencias. Es verdad que no es comparable el Cervantes narrador con el Cervantes dramaturgo, pero también lo es el que textos como el primer acto de El rufián dichoso es de lo mejor que se ha hecho en el teatro español del Siglo de Oro... O el Pedro de Urdemalas, una obra descomunal.
-La opinión mas extendida es que lo mejor del Cervantes dramaturgo son sus entremeses, ese género tan divertido e irreverente que pone boca abajo los valores oficiales del Siglo de Oro.
-Hay un antes y un después de la edición de Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados de Cervantes en 1615. Él perfecciona este género, cuyo gran representante hasta el momento había sido un sevillano al que admiraba, Lope de Rueda. Todos los entremeses que vinieron después, en gran medida, siguen la estela cervantina, aunque es verdad que a partir del siglo XVII el género pierde el tono de irreverencia y parte de su frescura.
-Muchos piensan que los clásicos del Siglo de Oro son escritores plúmbeos, bustos de mármol destinados exclusivamente a la erudición. Sin embargo, estamos hablando de personajes cuyas vidas fueron novelescas, apasionantes, donde la acción y la meditación se mezclaron de una forma asombrosa... Por ejemplo, el sevillano Gutierre de Cetina, uno de los personajes que usted ha estudiado, que fue soldado en África y murió en un duelo en México...
-El peso de Gutierre de Cetina en la poesía española del Siglo de Oro es extraordinario, porque fue un poeta muy leído y difundido, de éxito como se diría ahora. Su obra está repartida, que conozcamos, entre cuarenta y siete o cuarenta y ocho manuscritos. Si después fue olvidado se debió a que su obra nunca se imprimió y tuvo que ser recuperada poco a poco de los manuscritos, primero por los eruditos del XIX como Joaquín Hazañas, y, después, por los filólogos del siglo XX, como Begoña López Bueno, que le dedicó su tesis doctoral y una edición en Cátedra. Recientemente ha salido una edición magna de su poesía realizada por Jesús Ponce Cárdenas.
-Pero ¿y de su vida novelesca?
-Como usted ha dicho fue soldado en Italia, en Chipre, en África y se fue a México a buscar fortuna... Piense también en personajes como el capitán Francisco de Aldana, que murió en la batalla de Alcazarquivir (Marruecos). Lo increíble es que fueron capaces de conjugar esa vida aventurera con el recogimiento y el estudio... En la obra de Aldana hay una pieza clave, la Epístola a Arias Montano, que es maravillosa, de un misticismo increíble para un poeta de su naturaleza.
-La nómina es interminable... Se me viene a la cabeza un personaje muy conocido por los sevillanos por su presencia en el callejero de la ciudad: Argote de Molina. Pocos saben que montó el que quizás fue el primer museo de Sevilla.
-Sí señor. El propio Felipe II visitó en 1570 la casa de Argote, que se ubicaba donde actualmente está el Hotel EME, donde se atesoraban retratos siguiendo la estela italiana, monedas, animales, piezas arqueológicas y, sobre todo, una gran biblioteca que sirvió como receptáculo y transmisor de la poesía medieval a muchos hombres del Renacimiento. Yo estoy persuadido de que alguien como Herrera conoce la poesía del Marqués de Santillana a través de Argote de Molina, quien también edita El conde Lucanor, hace el libro Nobleza de Andalucía y publica las crónicas de Alfonso XI... Su vida también fue totalmente novelesca: participó en la conquista del peñón de Vélez de la Gomera, luchó contra los moriscos en las Alpujarras, fue conde de Lanzarote, isla donde raptaron a su mujer unos corsarios argelinos, participó en la defensa de Gran Canaria contra Drake...
-En este periodo hubo varios personajes a caballo entre Canarias y Sevilla...
-Sí, además de Argote, también podemos destacar, a Arguijo, cuyo padre había realizado una auténtica fortuna con el negocio esclavista, o a una figura también fundamental como es el poeta, dramaturgo y músico Cairasco de Figueroa, persona decisiva para la literatura Canaria pero cuya estancia en la ciudad también fue importantísima para la poesía sevillana. Por ejemplo, él fue el que introdujo la moda de los endecasílabos esdrújulos... También está el caso de Antonio de Viana...
-El culmen de estas vidas andariegas y milicianas fue el propio Cervantes, pero también Lope blandió la espada en defensa del imperio.
-Sí, estuvo en la famosa batalla de Isla Terceira, en las Azores, y es un misterio si participó o no en la Armada Invencible. Sabemos que su hermano sí estuvo, pero no hay ninguna prueba documental que nos indique la presencia del poeta.
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