Del divorcio al asesinato en La Juliana
La resolución recoge que el matrimonio estuvo marcado desde el principio por un "clima de conflictividad familiar".
Los celos y los problemas derivados del divorcio, con la disputa por los bienes del matrimonio, pudieron llevar a Natividad Cantero a asesinar presuntamente a su ex marido, el directivo del BBVA Andrés Toro Barea, que murió tras recibir dos disparos en el chalé de la urbanización La Juliana, de Bollullos de la Mitación. Así lo recoge el juez de Sanlúcar la Mayor, Francisco Javier Carretero, en el auto de procesamiento que ha dictado contra la ex esposa de la víctima, a la que atribuye delitos de asesinato, allanamiento de morada, descubrimiento y revelación de secretos, y tenencia ilícita de armas.
La resolución recoge que el matrimonio estuvo marcado desde el principio por un "clima de conflictividad familiar", en el que se produjeron malos tratos físicos y psíquicos por ambas partes. A esos conflictos se unieron problemas con la rebeldía de uno de los hijos, que la madre amparaba, y los los "escarceos amorosos" de la víctima con otras mujeres.
Todo ello desembocó en la ruptura del matrimonio y en un complicado divorcio. El juez relata que la acusada estaba obsesionada con las relaciones fuera del matrimonio de su esposo. A pesar de la ruptura, la ex mujer seguía accediendo al chalé de La Juliana donde residía Andrés Toro, gracias a unas copias de las llaves que aún conservaba, y se llevó diversos objetos, así como papeles, fotos "subidas de tono" y escritos personales dirigidos por su marido a su actual compañera.
En el proceso de divorcio, la procesada mostró su desacuerdo con las cláusulas económicas y, sobre todo, con las referentes a la pensión compensatoria y a la titularidad del chalé, que Natividad quería que pasara a sus hijos. El juez relata que la ex mujer llegó a preguntarle al notario si "podía prohibir a su marido -que tenía el derecho de usufructo- que pudiera entrar otra mujer" en la vivienda, lo que derivó en un "escándalo mayúsculo" en la notaría y, a continuación, según el auto, comenzaron las llamadas de amenazas a su ex marido si entraba o dormía otra mujer en el chalé.
El auto de procesamiento relata varios episodios de amenazas. En una ocasión, el 10 de junio de 2008, tan sólo cinco días antes del asesinato, Natividad telefoneó a Andrés Toro amenazándolo de muerte y profiriéndole insultos de "putero", insistiendo en que transmitiera la propiedad a sus hijos.
En cuanto a cómo se produjo el asesinato, el juez entiende que en la tarde del 15 de junio de 2008, Natividad Cantero accedió a la urbanización sobre las 15:30, con la intención de volver a discutir con su marido, dado que tenía conocimiento de que el directivo del BBVA pretendía vender la vivienda para comenzar una nueva vida. Cuando llegó al domicilio, entró por la cocina y sorprendió a la víctima en el sofá, justo después de comer, viendo la tele y tomando una tableta de chocolate. Entonces se inició una "fuerte discusión" y Natividad Cantero sacó una pistola del calibre 9 milímetros y efectuó un disparo a una corta distancia, no superior a 1,5 metros, que le alcanzó en el tórax. Cuando la víctima seguía en el suelo y semiincorporado, disparó de nuevo.
Con la víctima aún con vida, la acusada limpió minuciosamente la escena del crimen, pero olvidó uno de los casquillos, que fue clave pues coincidía con los de una pistola que un tío le regaló. Quizás para aparentar un robo, rebuscó en distintos cajones y se llevó el móvil de su marido, que tiró al Guadalquivir.
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