Estepa, la historia se repite
Altercados en Estepa
Los disturbios ocurridos en los últimos días tienen numerosos precedentes, desde intentos de tomarse la justicia por su mano a ataques contra colectivos gitanos y también inmigrantes.
Disturbios como los ocurridos en Estepa hace ahora una semana tienen numerosos precedentes en la historia reciente de España. Desde el año 2000 hasta hoy, son más de una decena los casos que han trascendido de exaltados que, hartos de la aparente inacción de las autoridades y de condenas exiguas, han intentado tomarse la justicia por su mano. Muchos de estos episodios se han vivido en Andalucía y algunos en la provincia de Sevilla. Aunque la mayoría se han dado en ámbitos rurales, en pueblos pequeños en los que la población se conoce más y, al estar en permanente contacto, es más fácil que estalle la situación, tampoco las ciudades grandes se han librado de este tipo de brotes, algunos de ellos con un fuerte componente de racismo.
En Sevilla capital, por ejemplo, se han organizado patrullas vecinales en varias ocasiones. En 2002, decenas de vecinos de Sevilla Este expulsaron a las prostitutas que ofrecían sus servicios en las calles del barrio. Ese mismo año, una turba de vecinos de Los Pajaritos intentó vengarse de la muerte de un joven atracador, Marcos Ríos, tiroteado por un guardia civil que lo sorprendió atracando un estanco del barrio. Cientos de personas salieron a las calles a quemar contenedores, coches, comercios, durante varias noches, en unas escenas que nunca se habían visto en Sevilla y recordaban a los altercados vividos en suburbios de París y Londres en los últimos años.
Los episodios más recientes de patrullas vecinales en la capital se han registrado en San Jerónimo y en el distrito Macarena, contra un grupo de chabolistas rumanos, a los que acusaban de numerosos robos, y contra la proliferación de gorrillas en la zona. En el primer caso, la Policía desalojó a tiempo el poblado chabolista, mientras que en el segundo los convocantes de las patrullas, entre los que se cuenta algún miembro con un marcado historial ultraderechista, no tuvieron demasiado éxito en sus movilizaciones.
El patrón de estos disturbios casi siempre suele ser el mismo, y es incluso aplicable a los grandes conflictos de la historia universal. Una tensión latente desde cierto tiempo atrás termina estallando por algún suceso puntual que hace de detonante. Puede ser una oleada de robos, como en el caso de Estepa, o un asesinato, como en otros casos conocidos como el de El Ejido, el de Cortegana o uno reciente ocurrido en el barrio del Besós en Barcelona. Casi siempre, tras esta chispa, se convoca alguna manifestación de protesta, que puede ser espontánea, generada a través de mensajes de telefonía móvil, o bien es alguna asociación quien la organiza. En cualquier caso, al término de esa concentración, en teoría pacífica, es cuando un grupo de incontrolados se dirige a buscar venganza. En el caso de Estepa, fueron a quemarles las casas a los miembros del clan de los Chorizos, a quienes acusan de los robos.
Los estepeños aseguran que no son racistas y que este brote de violencia nada tiene que ver con un ataque al pueblo gitano y sí más bien con un deseo de tomarse la justicia por su mano contra los presuntos ladrones, sean de la etnia que sean. Para demostrarlo, recuerdan el festival flamenco que se organiza en el pueblo o la buena relación que existe con otras familias gitanas del municipio. En cualquier caso, en muchos de estos disturbios termina apareciendo un componente racista y se acusa del delito que ha servido de detonante a toda una comunidad, ya sea la gitana o cualquier colectivo inmigrante.
Martos. 1986. El primer caso de violencia racista
El de Martos, en 1986, fue quizás el primer caso de violencia racista colectiva en España. Una pelea en la que se vio implicado un gitano desató una oleada de ataques a este colectivo. Un grupo de vecinos de este municipio jiennense quemó las casas de los gitanos del pueblo, que se vieron obligados a huir. El alcalde admitió que en aquella época había un sentimiento colectivo contra los gitanos, a los que acusaban de dirigir el tráfico de drogas del pueblo y cometer la mayoría de los delitos.
El Ejido. 2000. Tres crímenes desatan el odio y la violencia racista
El del El Ejido es, quizás, el caso más conocido de brote racista de la historia reciente de España. Ocurrió en febrero del año 2000, cuando coincidieron en pocos días tres asesinatos cometidos por inmigrantes de origen magrebí. El último crimen, el de Encarnación López, asesinada por un joven marroquí de 20 años con problemas pisquiátricos, desató el odio y una oleada de violencia sin precedentes, que se cobró decenas de heridos. Como en prácticamente todos los casos de este tipo, unas concentraciones pacíficas derivaron por la noche en unos ataques xenófobos. Decenas de vecinos arrasaron locales extranjeros, una mezquita, locutorios, carnicerías y restaurantes árabes e incendiaron varios coches. Los disturbios se prolongaron durante un fin de semana y hasta altas horas de la madrugada. La oleada de vandalismo obligó al Ministerio del Interior a enviar casi un millar de policías y guardias civiles a este municipio almeriense para garantizar la seguridad y la vuelta a la normalidad.
Sevilla Este. 2002. Patrullas vecinales contra la prostitución callejera
Un grupo numeroso de vecinos de Sevilla Este se echó a la calle para expulsar a las prostitutas y proxenetas del barrio. Las chicas ofrecían sus servicios sexuales a veces a plena luz del día y a escasos metros de donde jugaban los niños de la zona. En 2002 Sevilla Este era un barrio cuya población ya superaba los 100.000 habitantes pero que carecía de servicios básicos como un centro de salud o una comisaría. Los vecinos, hartos de la situación, denunciaban la tardanza de la Policía en atender a sus llamadas, algo que se solucionaría años después con la construcción de dos comisarías, una de la Policía Local y otra de l a Nacional. La presión vecinal sirvió para erradicar la prostitución de algunas zonas, si bien con los años las prostitutas volvieron a un extremo del barrio. A medida que se fueron construyendo nuevas promociones de viviendas, la prostitución callejera fue mermando. Actualmente queda un reducto al final de la avenid a de Emilio Lemos, donde se ofrecen cada noche algunas jóvenes africanas.
Cortegana. 2005. Asalto a casas de gitanos tras la muerte de un vecino
El caso de Cortegana guarda muchas similitudes con el de Estepa, si bien se inició a raíz de un asesinato y no de una oleada de robos. En enero de 2005, cientos de vecinos de este pequeño municipio de la Sierra de Huelva protagonizó un violento ataque al barrio de las Eritas, donde reside la mayoría de la población gitana de Cortegana. El 1 de enero, tres hombres de etnia gitana, uno de ellos menor de edad, habían asesinado a Mateo Vázquez, un vecino del pueblo con un 35% de deficiencia mental. Aquello terminó de romper la ya maltrecha relación entre la comunidad gitana y el resto del municipio, quebrada desde años atrás por los asesinatos de dos mujeres, en 1999 y 2001, a manos de dos gitanos. Se convocó una manifestación contra el crimen a la que acudió casi la mitad de los vecinos del pueblo. Al término de la misma, un grupo de participantes en la marcha se dirigió al barrio de los gitanos armados con piedras, palos y hachas, en busca de venganza.
Isla Mayor. 2005. Los robos y extorsiones de la banda del Pimiento
En Isla Mayor no llegó a haber incidentes graves gracias a que los autores de la oleada de robos que padecía el pueblo se reciclaron y dieron el salto al narcotráfico. Pero sí hubo semanas de alta tensión entre los vecinos de este pequeño municipo arrocero y un grupo de delincuentes conocidos como la banda del Pimiento. Formada por jóvenes en su mayoría procedentes del cercano poblado Alfonso X, este grupo de atracadores llevaba cometiendo todo tipo de robos desde el año 2002. Quemaban coches, saboteaban avionetas de fumigación, amenazaban y extorsionaban a la población... Tras años de hartazgo, los vecinos de Isla Mayor organizaron patrullas vecinales y se concentraron a las puertas de los juzgados de Coria. La Guardia Civil detuvo a once miembros de la banda y la tensión se relajó. Cuando salieron de prisión, los delincuentes se reciclaron, dejaron de robar para dar el salto al narcotráfico, una actividad más lucrativa en una época en la que el Guadalquivir era la gran puerta de entrada en Europa del hachís procedente de Marruecos.
El Saucejo. 2006. Una pelea en una romería desata la ira
Una reyerta entre gitanos y payos durante la romería de San José Obrero desató la violencia en El Saucejo en mayo de 2006. En la pelea hubo tres heridos. Al día siguiente se convocó una manifestación en el pueblo, al término de la cual hubo graves incidentes. Los manifestantes destrozaron algunas casas de protección oficial que se estaban construyendo en el pueblo para que no fueran entregadas a familias gitanas. La Guardia Civil tuvo que reforzar su presencia en El Saucejo y detuvo a varias personas.
Barcelona. 2012. Enfrentamientos tras el asesinato de un senegalés
Ha sido el caso más reciente de disturbios racistas y se ha dado en Barcelona, pese a tratarse de una ciudad en la que hay grandes colectivos de inmigrantes. Ocurrió en enero de 2012 en el barrio del Besós, donde dos hermanos de etnia gitana asesinaron presuntamnte a un joven senegalés. El móvil del crimen fue absurdo: la víctima había ido a ver a unos amigos que estaban jugando al fútbol en una plaza del barrio, cuando un vecino de la zona se acercó a pedirles que dejaran de hacerlo porque le molestaba. Los senegaleses dijeron que no iban a parar de jugar y el hombre volvió con dos de sus hijos, ambos con antecedentes por tráfico de drogas. Uno de ellos disparó a Ibrahima Dyei, que ni siquiera estaba jugando al fútbol. Al enterarse de la muerte, un centenar de senegaleses se concentró en el lugar del tiroteo. Algunos de ellos volcaron contenedores, destrozaron coches y obligaron a los Mossos d'Esquadra a intervenir para que los enfrentamientos no pasaran a mayores.
San Jerónimo. 2012. Tensión contra los rumanos de un poblado chabolista
Los casos más recientes de patrullas vecinales y de intentos de tomarse la justicia por su mano en Sevilla capital se han registrado en el distrito Macarena. En 2012, en San Jerónimo, un grupo multitudinario de vecinos del barrio se movilizó contra un asentamiento chabolista que había junto al cementerio inglés, en el que vivían más de 50 personas de origen rumano. Una asociación de vecinos del barrio convocó una manifestación que recorrió las calles del mismo contra la oleada de robos que sufrían, de las que acusaban a los chabolistas. Se vivieron varios días de alta tensión, con grupos de vecinos que llegaron a amenazar con dirigirse al campamento para desalojarlo por sus propios medios. Finalmente, la Policía Local desmanteló el poblado sin que se registraran incidentes mayores. El año siguiente, algunos de los miembros de la asociación de San Jerónimo, erigidos en la plataforma Basta Ya de asentamientos, organizaron patrullas vecinales contra los gorrillas por todo el distrito Macarena y las cercanías del albergue municipal, aunque apenas tuvieron eco.
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