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Un ejecutivo de banca apareció el pasado lunes asesinado de dos tiros en su chalé de la urbanización Pinar de la Juliana, en Bollullos de la Mitación. La víctima es Andrés Toro Barea, de unos 55 años, encargado de ejecutar los impagos en uno de los principales bancos de España. El equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Sevilla está investigando este crimen, que de momento permanece bajo secreto de sumario por orden del juzgado número 1 de Sanlúcar la Mayor.
Los hechos ocurrieron el domingo por la noche en la casa del número 4 de la calle Retama, en la parcela 3205 de La Juliana. Las puertas blindadas del chalé no habían sido forzadas ni tampoco las ventanas mostraban signos de violencia, por lo que lo más probable es que el autor del crimen tuviera una llave de la casa o bien la víctima lo conociera y le abriera la puerta. Esto aún es un misterio, al igual que el móvil del asesinato.
La Guardia Civil trabaja en un principio con dos hipótesis, la del robo y la del ajuste de cuentas. Según fuentes consultadas por este periódico, los cajones de la casa estaban revueltos, por lo que quien mató a este hombre pudo hacerlo para robarle y que luego no lo identificara. Pero esta hipótesis pierde fuerza si se analiza el escenario del crimen. La vivienda de Andrés Toro está situada en una urbanización de alto nivel, que tiene vigilancia privada en todo el recinto y a la que hay que acceder pasando un control de identidad y de vehículos, por lo que la huida no es fácil.
La teoría del ajuste de cuentas gana peso por el propio trabajo de la víctima, que se encargaba de ejecutar los embargos del banco. En cualquier caso, todo apunta a que el crimen estaba perfectamente premeditado. Según pudo saber este periódico, el cadáver de Andrés Toro apareció en uno de los salones de la casa en el que todo estaba aparentemente en orden salvo dos sillas que habían sido retiradas de su ubicación habitual. Esto puede indicar que las utilizaron el asesino y la víctima antes de los disparos y refuerza la teoría de que ambos se conocían.
El ejecutivo bancario vivía solo en este chalé del Aljarafe desde hace aproximadamente seis meses, cuando se separó de su mujer. También deja dos hijos. Cuentan en la urbanización que era un hombre muy reservado y que apenas se paraba con nadie. Ningún vecino oyó nada la noche del domingo. La casa, además, está junto a un descampado y otras parcelas en las que se están construyendo viviendas y frente a otro chalé en construcción. Entre el escenario del crimen y la casa habitada más próxima había varias decenas de metros. Se trata además de un lugar muy apartado y tranquilo, en el que no se habían registrado episodios anteriores de robos, atracos ni asaltos a los chalés dada la vigilancia del recinto.
En el exterior del chalé número 4 de la calle Retama quedaban ayer por la tarde los restos de la investigación de la Guardia Civil. La unidad de policía científica de este cuerpo estuvo recabando pruebas durante toda la jornada del lunes. En el césped que precede al muro de entrada del chalé quedaban varias botellas de agua mineral vacías que el servicio de limpieza de la urbanización todavía no había recogido y los restos del precinto con el que la Guardia Civil ha acordonado la puerta de la casa y con el que cerró ayer la calle Retama al tráfico.
El asesinato de Andrés Toro era el asunto más comentado ayer en el club social de este conjunto residencial, pero los residentes no se muestran demasiado alarmados. Sólo cuentan que hay una vecina que sí está muy asustada y comenta en la urbanización que el crimen es obra de una banda organizada. Pero de momento no parecen tenerla muy en cuenta.
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